En 1911 Chagall acababa de llegar a París desde Rusia. El surrealismo y los sueños, los recuerdos de la infancia y de la tierra dejada. Las casas, el campo, los animales. La nostalgia teñida de arte, la experimentación, el cubismo casi divertido. El cordero, una imagen habitual en el artista, y el hombre ¿él?, con el rostro teñido de verde como el violinista en el tejado.