Muere Françoise Gilot, la única mujer que le plantó cara a Picasso... y lo abandonó
Conocida por ser musa del malagueño, es también una de las artistas más importantes de la posguerra. Ha fallecido en Nueva York a los 101 años
En Vida con Picasso, publicado en 1964, Françoise Gilot describe a Picasso, con quien mantuvo una tortuosa relación durante una década, en términos relacionados con los síntomas clave de la psicopatía: ausencia total de empatía y amor, falta de remordimiento y facilidad para lastimar a otros, ansia de seducción como forma de ejercer poder sobre las mujeres, duplicidad y manipulación como forma de vida...
Pablo Picasso empleaba el patrón de idealizar, devaluar y descartar a su pareja en cada relación, con un deseo subyacente de control alimentado por un narcisismo inquebrantable. Pero Françoise Gilot fue la única de todas sus amantes que logró romper ese ciclo abusivo... y abandonarlo. Y no sólo rehízo su vida, sino que alcanzó un notable reconocimiento mundial como artista.
Aquejada de problemas pulmonares y cardiacos, la artista ha fallecido hoy a los 101 años en un hospital de Nueva York, según ha comunicado su hija Aurélie, una de las dos hijas que tuvo con Picasso.
El arte como forma de vida
Cuando Gilot tenía solo cinco años y estaba de viaje con sus padres en los Alpes suizos, le preguntó a su padre si podía ver lo mismo que ella, a lo que él le respondió que se trataba de una pregunta estúpida porque la retina es igual para todos. «La retina sí, pero la imaginación no», contestó entonces Françoise Gillot.
Esta visión de que el arte surge de lo que uno vive, piensa e imagina antes de lo que tiene delante marcó la pintura de esta artista independiente, conocida por su relación sentimental con Picasso. Pero ella misma se negaba a ser reducida a «amante de»: después de todo, fue una de las principales guías de la Escuela de París, que floreció en la capital francesa después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, pasó la mayor parte de su carrera en Estados Unidos, adonde se mudó en 1970.
Gilot desarrolló su carrera durante más de siete décadas y fue una de las mentes más creativas y dotadas de la generación de posguerra. Nacida en Neuilly-sur-Seine, en Francia, recibió educación en casa hasta los 10 años. Tras estudiar Filosofía en la Sorbona, en 1939 se matriculó en la Facultad de Derecho. Sin embargo, cuando estalló la guerra y París cayó en manos de los alemanes, decidió dedicarse a la pintura (que hasta entonces había sido un pasatiempo). Por esta decisión recibió una brutal paliza de su padre, que la echó de casa. Gillot tuvo que refugiarse entonces en el taller del surrealista franco-húngaro Endre Rozsda.
A partir de noviembre de 1940 tuvo que presentarse a diario en la comisaría local tras participar en una protesta por la ocupación nazi. Su nombre estaba en una lista de jóvenes rebeldes franceses, lo que le impedía salir de París. Gran parte de los primeros trabajos de Françoise Gilot expresan precisamente un lamento melancólico por el destino de su tierra natal.
La artista tuvo su primera exposición en 1943, el mismo año en que conoció a Pablo Picasso en un restaurante. Él se dirigió a la mesa donde estaba Gilot con su amiga Geneviève y le ofreció un cuenco de cerezas, a la vez que le preguntaba a qué se dedicaba: «Soy artista», dijo ella, a lo que él respondió que una mujer tan bella no se tenía que dedicar a esas cosas, pero aceptó su invitación para asistir a su primera muestra. Ella tenía 21 años y era una artista en ascenso y sus mentores eran Matisse y Braque. Él, un hombre de 61, el artista con mayúsculas, consagrado en todo el mundo.
«Nadie se va a interesar nunca por ti»
La diferencia de edad no impidió que la pareja tuviera una relación romántica de 10 años. Los detalles de esa relación son bien conocidos, en gran parte gracias a las memorias más vendidas escritas por la propia Gilot, con las que comienza este artículo. Fue su modelo, musa –término que ella detestaba–, ama de llaves y madre de dos hijos (Claude y Paloma). Sin embargo, Gilot se sintió siempre encerrada en esa relación. «Con Picasso, tuve que poner mi propia personalidad en mi bolsillo», confesó entonces, cuando decidió abandonar al pintor malagueño, convirtiéndose en la primera de sus amantes que lo hacía.
Es célebre la frase que él le espetó cuando, tras numerosas infidelidades (que en realidad eran el menor de los problemas en una relación marcada por el abuso de poder), ella le comunicó que se marchaba para siempre: «¿Te crees que alguien va a interesarse por ti? Jamás lo harán sólo por ti: incluso las personas que crees que te aprecian, sólo será una especie de curiosidad por una persona cuya vida rozó la mía tan íntimamente».
El libro fue un superventas y pese a su tono mayormente amable con su examante –se lo llegó a dedicar «a Pablo»–, enfureció a Picasso, que le retiró la palabra, así como a los dos hijos comunes.
Y aunque el libro y su condición de examante del genio fue lo que le dio más fama, su carrera como pintora fue exitosa y varios de sus cuadros forman parte de las colecciones del MET Museum, el MoMA o el Centro Pompidou en París; incluso en 2021 una obra suya titulada Paloma con una guitarra se vendió por 1,3 millones de dólares en una subasta en Sotheby´s.