El exdirector del Reina Sofía quiere «'repolitizar' la cultura para tomar el poder y descolonizar los museos»
Así se ha expresado Manuel Borja-Villel en la Bienal de Sao Paulo, donde también ha asegurado que la barrera entre el arte y la política es una «distinción occidental»
El exdirector del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, que permaneció 15 años (agotando las tres prórrogas reglamentarias) al frente de la institución y aún pretendió volver a presentarse como candidato independiente, actualmente trabaja, con un cargo expresamente creado para él, como asesor de los museos de la Generalidad de Cataluña con un sueldo de 99.000 euros. No son los 128.000 que cobró en Madrid durante cinco lustros, pero menos da cualquier puesto que no lleve la política del brazo.
Gestor ideológico
Después de esto, no es difícil creer que el historiador metido a la lucrativa tarea de la gestión pública diga cosas como que «la barrera entre el arte y la política es una distinción occidental». Él, precisamente él, no debe de poder entenderlo de otro modo: «El movimiento descolonizador en el arte es imparable e implica cambios en la forma de trabajar. En general, las instituciones son jerárquicas; aquí hemos tratado de invertirlo y no hay curador jefe», ha dicho en el pabellón de la Bienal de Sao Paulo. Una idea «comunista» que no se le ocurrió durante su década y media como máximo responsable y máximo asalariado del Reina Sofía.
Trabaja como asesor de la Generalidad catalana, pero lleva varios meses en Brasil aprendiendo cómo cuestionar «los mitos occidentales que se pretenden universales»: otra nueva habitación-sala-chiringuito woke adonde se dirigen los nuevos comisarios ideológicos, del mismo modo que dirigió el Reina Sofía, en la misma dirección (incluso más allá) a la que apunta su sucesor en el museo madrileño, Manuel Segade.
«Europa ha empezado a hacer autocrítica, pero todavía queda camino», dice Borja-Villel, y añade sentencias con términos artístico-políticos tales como «eurocentrismo»: «Las voces indígenas que pueblan la Bienal son una punta de lanza de la crítica al eurocentrismo». Dice el comisario que «Los artistas mayas no tienen ningún problema en hacer activismo. Eso que en un museo occidental es casi una línea roja porque se supone que un museo tiene que dedicarse al arte, no a hacer política, en otras culturas no existe».
Borja-Villel, amante del arte maya, ha enarbolado todas las banderas de la izquierda. Desde el feminismo o la ecología hasta el indigenismo o el anticolonialismo en los que se afana y se acomoda en la actualidad, cuando admite sin tapujos que hay que «repolitizar» la cultura y que esta es «el primer paso para tomar el poder» adonde asegura dirigirse para, miedo da, «descolonizar las instituciones culturales».