En sus inicios, Chillida acudió a la escultura figurativa, pero pronto cambiaría su hoja de ruta adentrándose en la abstracción, lo que le facilitará su máxima expresión artística y personal. En su investigación dentro del ámbito abstracto descubre el vacío, este será el elemento fundamental que dará sentido a su obra. A pesar de trabajar con diversos materiales, el hierro y el hormigón serán su seña de identidad para la posteridad. Una de las principales disciplinas en las que focalizó su trayectoria fue la escultura monumental, convirtiendo muchas de estas en símbolos para la ciudad en la que reside. Según indicó el propio artista, su espíritu estaba movido por la curiosidad y por el deseo de descubrir: «Lo que sé hacer es seguro que ya lo he hecho, de ahí que tenga que hacer siempre lo que no sé hacer».