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Obra de Banksy (2007) y grafiti juvenil de SAMO (Basquiat) de 1978

De Banksy a Basquiat, ¿acabará el misterioso grafitero por dar la cara como el pintor neoyorquino?

Del mismo modo que nadie sabe (con total seguridad) la identidad del artista que está llenando las paredes de Londres de animales, en los 80 nadie sabía quien era el autor de aquellos crípticos mensajes escritos con pincel en Nueva York

El misterio de la identidad de Banksy tiene trazas del misterio de la identidad de Jack el Destripador. Nadie sabe quien fue el asesino terrible de White Chapel, pero a lo largo del tiempo han sido muchos los nombres que unos y otros apuntaron como autores de los crímenes del East End londinense. Más de cien sospechosos en unas pesquisas sin premio, pero con el misterio y las sospechas intactas en diferentes direcciones, hasta en la de Lewis Carroll, el autor de Alicia en el País de las Maravillas.

De Banksy los sospechosos no son tantos. De hecho solo hay uno, aunque con ciertas reservas. Dicen que reveló su nombre real en una entrevista perdida en 2003. En aquella entrevista el periodista preguntaba: «¿Te llamas Robert Banks?», a los que el artista respondió: «Es Robbie». Robert, Robbie... otras averiguaciones aseguraron en 2007 que su nombre es Robin Cunningham, de Bristol igual que «Robbie», también se ha dicho que es Robert del Naja, el líder del grupo Massive Attack. Neil Buchanan, miembro del grupo heavy La Marseille es otro de los nombres, como Jamie Hewlett, de la banda Gorillaz.

Algo similar ya ocurrió en Nueva York en los 80 con el entonces artista callejero SAMO. Los grafitis de SAMO comenzaron a aparecer en las paredes de Nueva York. Eran mensajes crípticos, artísticos, frases sin aparente sentido. Pintados con pincel, en mayúsculas, eran fácilmente reconocibles por su forma y por su firma: el SAMO (especie de acrónimo de «Same Old Shit» [la misma mierda de siempre]) con una «c» dentro de un círculo en el símbolo de «copyright».

El burbujeante mundo artístico neoyorquina de la época se preguntaba quién era el autor de aquellas frases dotadas de una fuerza artística nueva e indescriptible en su sencillez y al mismo tiempo ingenio. No eran grafitis hechos con espray, sino con pincel. SAMO era Jean-Michel Basquiat, un joven veinteañero de la ciudad de origen haitiano que vivía en la calle por deseo propio y que quería ser un gran artista. Ya lo era con sus grafitis. Con ellos llamó la atención del mundo del arte. Él mismo reveló su identidad antes de que sus cuadros se hicieran famosos. Un crítico de arte, René Ricard, de Art Forum, le hizo famoso al ver un cuadro suyo en una fiesta.

Escribió el célebre artículo The Radiant Child y desde entonces dejó de ser SAMO para ser Jean-Michel Basquiat, cuyos cuadros hoy alcanzan las decenas de millones de euros en subastas como uno de los artistas más cotizados. ¿Se conocerá algún día la identidad sin dudas de Banksy como se conoció la de Basquiat? Quizá solo falte que abandone las paredes, aunque parece difícil después de tantos años, para mostrarse en los lienzos.