Una restauradora asegura haber identificado a María Magdalena en el Juicio Final de la Capilla Sixtina
Según la experta, Miguel Ángel habría representado a María Magdalena detrás de la Cruz
Miguel Ángel imaginó el Juicio Final (pintado entre 1537 y 1541) en la Capilla Sixtina del Vaticano como un torbellino en el que Jesucristo, con el movimiento de sus brazos, impulsaba una acción creadora en la que abría los cielos a los justos mientras los pecadores caían en la desesperación de su condenación.
Como en todas las obras de Miguel Ángel, el Juicio Final fue revolucionario, empezando por el modo en que representó a Jesucristo, de un modo muy diferente a lo dictado por la iconografía del momento.
Jesús juez supremo, Rey del Universo, no se representa con el aspecto habitual: rasgos judíos, barba asceta, pelo largo propio de la comunidad esenia… Sino que se le dibuja como un héroe greco-latino, al mismo tiempo que se subraya su divinidad y su carácter de juez y Señor de la creación.
Ese movimiento pendular que desata un torbellino, que marca el Juicio Final como un nuevo momento de la Creación –subrayando así la descripción del Apocalipsis de un mundo nuevo, una Jerusalén celeste–, marca toda la composición de la obra, configurada en torno a círculos concéntricos que dan a la obra ese dinamismo e impresión de frenético movimiento.
Miguel Ángel también fue revolucionario a la hora de representar el cuerpo humano. En el momento histórico y cultural en que se pintó, donde el humanismo era la corriente filosófica imperante y las artes se encontraban en un momento efervescente del Renacimiento, el pintor florentino quiso demostrar sus conocimientos de anatomía humana.
Su maestría a la hora de representar el cuerpo quedó fuera de toda duda, pero también le valió numerosas críticas, pues no fueron pocos los que quedaron turbados ante esos cientos de cuerpos desnudos de santos y pecadores representados con un realismo inédito.
María Magdalena
Entre esas más de 300 figuras, sin embargo, hay una figura que ha desatado numerosas especulaciones. Es una mujer rubia, vestida de dorado, semioculta tras la Cruz, que besa, sostenida por otra misteriosa figura que –por la posición de sus brazos y los rasgos de su cara– se ha atribuido a una segunda representación de Cristo incluida por Miguel Ángel en el Juicio Final.
Ahora, la historiadora del arte y restauradora Sara Penco ha afirmado que esa mujer de mirada extraviada y de aspecto indomable no es otra que María Magdalena.
De ser cierto esa atribución –por el momento no confirmada– sería también una innovación revolucionaria del autor de la Piedad. Tradicionalmente, a María Magdalena se la representaba como una penitente, como la pecadora arrepentida redimida por la misericordia de Cristo y convertida en una de las principales seguidoras de Jesús.
En una reciente presentación en Roma de su nuevo libro, María Magdalena en el Juicio de Miguel Ángel, recogida por The Times, Penco se pregunta cómo es posible que María Magdalena no estuviera representada en la pintura.
La historiadora del arte sostiene su hipótesis, en primer lugar, en la ropa de esa figura: dorada. Argumenta la autora que esas vestimentas son las atribuciones tradicionales de la representación de María Magdalena.
Pese a no ofrecer más argumentos que la vestimenta, Penco defendió su hipótesis con vehemencia: «Estoy firmemente convencida de que ésta es María Magdalena: la intimidad con la Cruz, el vestido amarillo y el cabello rubio, pero también todo el contexto en el que Miguel Ángel coloca esta figura para subrayar su importancia».