Vicente Vallés: «Para llegar a Putin hay que seguir el rastro de los cientos de rusos muertos»
El conductor del telediario ha presentado junto a Susanna Griso y Rubén Amón, su novela Operación Kazan, Premio Primavera 2022
Escaleras modernistas, solemnidad y música chillout han sido el preámbulo que el teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes (Madrid) tenía preparado a los asistentes de la entrega del Premio Primavera 2002. Peridis, Fernando Savater, Lucía Etxebarría o Juan Manuel de Prada junto a todos los premiados de otras ediciones, hacían acto de presencia en la proyección sobre el fondo del escenario preparado para el evento, de clara luminosidad verde, dominante sobre las sombras de la platea.
Para la editorial Espasa y el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, La novela Operación Kazán ha resultado ser «una historia llena de intriga que, desde la perspectiva original, plantea un asunto de ficción que bien podría ser realidad». ¿Por qué? En el diálogo a tres bandas entre Susanna Griso, Rubén Amón y el autor de la obra ha quedado meridianamente claro.
De Lenin a Trump
La génesis de la trama está en Nueva York: en el nacimiento de un niño para el que Stalin y sus servicios secretos tienen preparado el más audaz plan de espionaje. Un plan que visto en perspectiva y desde los dramáticos hechos del presente, casi convierten a la novela en un escrito profético.
A través de las páginas de sus páginas, la editorial Espasa ha señalado que «el lector revive desde la Revolución Rusa en 1917 hasta las diferentes elecciones en Estados Unidos del siglo XXI, pasando por los horrores de la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Normandía, la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín en 1989, el colapso de los regímenes comunistas en los años noventa, hasta la actual injerencia rusa en las democracias occidentales».
Un espionaje real
La presentadora matinal de Antena 3 Susanna Griso ha ordenado desde el principio un coloquio que Vallés había pedido previamente que fuera breve, no más de media hora. Y así ha sido. La catalana ha comenzado aludiendo a la asombrosa documentación que ha barajado el autor, y la asombrosa y dramática contextualización de la invasión de Ucrania, para preguntar a Vicente Vallés por las razones de este libro. Vallés ha contestado que «es el fruto de una idea alocada después del anterior ensayo, que analizaba precisamente la injerencia rusa en las elecciones ganadas por Trump». A lo que la presentadora le ha invitado a seguir profundizando en la cuestión con la pregunta: «¿Hasta qué punto hay injerencia en la vida real?».
Vallés ha comenzado respondiendo con un ejemplo de la novela: «Se rastrea una llamada desde una cabina –que ya es sospechoso– y entre los espías más mayores o jubilados, ya hay otra manera de pensar frente a los nuevos, más acostumbrados a la nueva tecnología. De hecho, yo vi a un ministro del Interior con un móvil antiguo, sin internet para que nadie pudiera saber de qué hablaba. Porque está clara esta injerencia de internet en las vidas».
El rastro de los rusos muertos
Susanna Griso ha recordado que ya van 26 muertes muy sospechosas (por suicidio) en el entorno de poder del presidente ruso y ha preguntado «si alguien está haciendo en Rusia una purga estalinista». Vallés, entonces, se ha remontado a su anterior libro (El rastro de los rusos muertos) para reconocer que sí «que hay que seguir ese rastro de cientos de muertos, como una purga tácita, alrededor de Putin. Con Yeltsin parecía que se daba carpetazo a esta tradición tan rusa de la eliminación física. Pero el KGB siempre ha estado detrás, como luego se ha demostrado; o como el propio Putin ha reconocido, cuando en una entrevista dijo que un espía nunca pasa a ser ex–espía. Y Putin nunca ha renunciado a seguir siendo espía».
La buena información de Biden
Como es obvio, en la conversación se ha llegado a la posibilidad de una vuelta de la Guerra Fría; a lo que Rubén Amón ha razonado recordando aquello que Churchill mencionaba sobre el misterio de la matriuskas y que se puede comparar con la historia enigmática e inaprensible de Rusia, «que es un enigma en sí misma. De hecho, Putin adopta esa mística religiosa sin serlo en absoluto; se identifica con san Vladimiro y con un fatalismo ruso que no podemos comprender en Europa».
En este sentido, Griso ha preguntado a su compañero de televisión por la posibilidad de que «Ucrania no se hubiera deshecho de su arsenal nuclear y hubiera seguido siendo una potencia».
El escritor ha respondido, precisamente, aludiendo «al discurso violento y militarista que mantiene Putin, a pesar de lo improbable de ese conflicto nuclear porque no le saldría gratis. De hecho, no está ganando. Además, hay una cuestión muy importante: la información tan buena que baraja Estados Unidos y que favorece a Ucrania. Porque hay que recordar que quince días antes de la invasión, lo anunció Biden, y nadie hizo caso. Pero, ¿para qué iba a movilizar Rusia a 150.000 soldados hacia la frontera?». Después, la presentadora ha recordado el tiempo acordado con el ganador del Premio Primavera 2022 y se ha cerrado el acto para pasar rápidamente a los canapés y a las cariñosas dedicatorias de Vicente Vallés en los libros adquiridos por sus lectores.