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Festival de Bayreuth

Concierto al aire libre en el Festival de BayreuthEFE

Bayreuth, el festival intolerante con las transgresiones de Wagner y generoso con la etiqueta

En el gran evento musical centenario en honor del compositor alemán contrasta el clasicismo en las representaciones de la obra del autor con su ausencia en la vestimenta y las costumbres del público

Fue el propio Richard Wagner quien tuvo la idea de crear un evento dedicado a su arte para tener independencia financiera en la época en que los grandes compositores dependían económicamente del mecenazgo de las casas reales y los nobles desde hacía siglos. Se puede decir que esta fue la primera «rebeldía» de un festival que siempre fue un terremoto, como si fuera anunciado cada verano con la cabalgata de las Valquirias.

A pesar de los esfuerzos por encontrar el dinero suficiente más allá de los recursos «tradicionales», Wagner tuvo que recurrir a ellos para poner en marcha su proyecto tras la negativa del canciller Bismarck, a quien pidió ayuda, y la insuficiencia de los fondos recogidos en distintas campañas personales. Luis II de Baviera fue quien acabó poniendo el parné para que se pudiera construir el teatro y celebrar el gran evento de música clásica y vocación moderna.

Hitler y Bayreuth

Han pasado casi 150 años desde la primera edición en 1876, un éxito de aceptación y un desastre financiero por el que no se pudo repetir hasta 1882. En 1883 murió el compositor y comenzó la sucesión de períodos y de visiones. No se consiguió la anualidad completa hasta que se alcanzó la estabilidad económica en 1906, cuando se logró cancelar las deudas y devolver los créditos a la casa de Baviera gracias a la gestión austera de un amigo de la familia, Adolf von Gross.

Otro Adolf, Hitler, fue más adelante casi el director del festival gracias a su pasión por la música de Wagner, a cuya conmemoración acudía cada año desde 1923, y sobre todo por su amistad con Winifred Wagner, viuda de Siegfried, el hijo del genio. El dictador alemán se apoderó de Bayreuth, del que hizo un símbolo nazi, hasta que las tropas norteamericanas entraron en la ciudad.

Conciertos al aire libre

En 1950, el Festspielhaus volvió a las manos de la familia Wagner, en las que sigue después de más de 70 años. Katharina Wagner, biznieta del compositor, es la actual directora del festival desde 2008 y ahora se habla de la supresión de la etiqueta como si fuera un hecho relevante. El festival de Bayreuth fue innovador desde sus principios. Ahora se dan conciertos al aire libre (algo con lo que el propio Wagner soñaba), fuera del «viejo granero», como llaman al teatro, sobre la ladera de la colina de Bayreuth.

En esta temporada se han programado dos conciertos al aire libre y gratuitos. El primero, dirigido por la ucraniana Oksana Lyniv, tuvo lugar tras el Tristán e Isolda que inauguró el festival, el pasado 25 de julio; y el segundo el pasado martes, durante la jornada de «descanso» y tras las dos primeras piezas del Anillo del Nibelungo, El Oro del Rin y La Valkiria, estrenadas el domingo y el lunes, antes del Sigfrido de este miércoles y El Ocaso de los Dioses, el viernes.

Prohibido transgredir a Wagner

Hace años que no hay una etiqueta estricta. Tampoco dentro del teatro. En la gala inaugural domina aún el smoking, pero no es obligatorio ni llevar corbata. El público wagneriano más clásico convive sin problemas con trajes más o menos elegantes o directamente informales.

Bayreuth es un festival elitista en lo operístico y hasta intolerante ante cualquier afrenta o transgresión al libreto de Wagner. Pero no lo es en cuanto a las formas. Las salchichas fritas son el alimento preferencial en los entreactos, y no es difícil ver alguna extravagancia e incluso algún que otro pantalón corto y chanclas, también en los estrenos en el interior del teatro.

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