U2 se adentra en el revisionismo musical, la triste autocensura de sus canciones clásicas
El próximo álbum de los irlandeses lo forman 40 temas clásicos regrabados y reinterpretados. Algunos de ellos ya se conocen antes del estreno de Songs of Surrender el 17 de marzo
Solo se pueden escuchar, de momento, tres canciones de las cuarenta de las que se compone Songs of Surrender, el próximo álbum de U2, de inminente estreno el 17 de marzo. Se trata de una revisión de sus grandes éxitos, en palabras de The Edge, el guitarrista de la banda irlandesa: «¿Qué sucede cuando una voz se desarrolla y la experiencia y madurez le dan un nuevo concepto?».
Dijo Dave Evans, el verdadero nombre de The Edge, que «la mayoría de los temas fueron compuestos por hombres jóvenes», como si esto tuviera que ser sujeto a algún tipo de revisión, ¿autorevisionismo?, en lugar de guardar, dejar ahí, precisamente la esencia de la juventud que las hizo posible.
«El espíritu de esas canciones continúa dentro de nosotros pero, ¿cómo reconectar con aquella esencia cuando hemos avanzado y crecido tanto?», puede resultar una pregunta innecesaria, pero no es lo innecesario lo llamativo sino la obsesión por actualizar el pasado, lo woke, acabando de algún modo con él. ¿Hubiera revisionado Mozart las 33 sinfonías que compuso entre los ocho y los diecinueve años?
Una cosa es la versión y otra la revisión. La versión suma y la revisión resta en estos tiempos. ¿Cómo sería la «revisión» de los techos de la Capilla Sixtina? ¿Con graffiti? ¿Está U2 restándose en su reinterpretación? Porque de algún modo está enterrando sus éxitos con conciencia. Los mismos que en cada concierto son esperados tal y como fueron compuestos: su mayor capital.
A pesar de esto Bono y los suyos, quienes hace mucho tiempo ya dejaron atrás las escaladas por los andamios han perpetrado esta obra que también suena a agotamiento, algo más que exprimir sus viejos temas: cambiarlos, rehacerlos, bajo la mirada de la casi vejez que no es tal sino más bien una resocialización aterradora. No hace mucho el grupo sueco A-ha reinterpretó en acústico su hit Take on Me y fue un acierto (era lo mismo sin modificaciones y sin altavoces) porque no parecían preguntarse, como The Edge, si tenían que «reconectarse» con la vieja canción que no es vieja y nunca lo será.
U2 envejece sus clásicos si se pregunta cómo reconectarse con ellos. ¿Acaso Paul McCartney se pregunta como reconectarse con Yesterday? Yesterday ya está escrita para siempre. Lo más emocionante de la nueva Pride de U2 es cuando al final aparece la voz agudísima y potente del joven Bono de 1984: la demostración más flagrante y más decepcionante de que el virus woke alcanza incluso a la nostalgia propia que borra de forma literal la más esencial de las inspiraciones.