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Ilia Topuria posa con la bandera de España y la de Georgia

Ilia Topuria posa con la bandera de España y la de GeorgiaUFC

Ilia Topuria, el luchador salido del frío que tiene en España y su familia sus principales valores

En el gélido invierno georgiano, en una habitual riña de compañeros entre clase y clase, uno de esos alumnos que se había metido en una escaramuza demostró saber de qué iba a eso. No eran golpes al aire buscando dar a todo lo que se moviese, tenía bien medidas posiciones corporales y movimientos de defensa y ataque. Eso llamó la atención del profesor que separó esa riña. «Tranquilízate. En ti veo que tienes un futuro tremendo en el deporte de contacto, de la lucha. Me gustaría ser tu entrenador, me gustaría llevarte a las Olimpiadas y que un día seas campeón olímpico» le dijo, en uno de esas sentencias donde el tiempo parece esculpido en nieve.

Ilia Topuria transmite paz y tranquilidad cuando uno le ve andar y conversar, algo que choca radicalmente con su profesión. Es deportista de artes marciales mixtas, una disciplina en la que los luchadores se encierran durante veinticinco minutos a ver quien aguanta más. Ahí Topuria abandona su calma y se transforma en un luchador implacable, canalizando mediante el deporte todos los reveses que ha sufrido en la vida.

Nacido en la ciudad de Halle, Alemania, el 21 de enero de 1997, de padres georgianos, Ilia se instaló en Alicante a la edad de 15 años y, desde entonces, siempre ha afirmado sentirse español, se enorgullece de ello. «Me siento súper español, pero también me siento georgiano por mis padres. Es como tener dos hijos, no puedes elegir entre los dos cuando te preguntan» expresó el propio Ilia.

Desde pequeño se aficionó por deportes fuera de lo convencional. Criado en una ciudad que quedó arrasada en la II Guerra Mundial, y teniendo que viajar de un lado a otro durante su infancia, su carácter le llevó a optar por deportes de lucha, dirigiendo sus impulsos a la práctica deportiva.

En Halle, donde nació, estuvo hasta los siete años. A los cuatro ya empezó a practicar judo. Luego se tuvo que mudar a Georgia, el país natal de sus padres, pero tras apenas un año ellos se mudaron a España e Ilia se quedó solo, junto a su hermano Aleksandre, cuando uno más necesita compañía. Así que se metió en gimnasios. Primero practicando kyokushinkai, un estilo de kárate, y posteriormente lucha grecorromana.

Ilia Topuria y Giorgina Uzcategui, en la alfombra roja del estreno de Napoleón

Ilia Topuria y Giorgina Uzcategui, en la alfombra roja del estreno de NapoleónGTRES

A los 15 años abandonó Georgia y viajó hacia España para volver a reunirse con sus padres. Llegó a Alicante sin saber el idioma, sin amigos, por lo que volvió a refugiarse en el gimnasio, que a estas edades funciona más como una salvación de lo que hay ahí fuera que como un centro deportivo. Se metió a kárate, pero eso no le acababa de llenar por dentro.

Un día, al salir del trabajo -era profesora de un colegio- a la madre de Ilia Topuria le llamaron la atención las orejas de uno de los niños. Tenían ´forma de coliflor´ que es como se llama coloquialmente al aspecto que adoptan las orejas cuando se ven sometidas a deportes de lucha. Así que le preguntó. Y, como respuesta a las plegarias, se encendió la luz.

Este niño dirigió a Ilia y su hermano Aleksandre al centro Climent Club, un gimnasio especializado dirigido por Jorge y Agustín Climent. «No sabía hablar, nada, nada. Y el gimnasio me ayudó muchísimo. No me hizo deportista, me hizo persona. Estaré eternamente agradecido a todos. Hice amigos, me integré en España, todo» expresa Ilia sobre esa etapa de su vida.

Ahí, mientras Aleksandre arrancó con el jiu-jitsu, Ilia optó por las artes marciales mixtas. Y ya no las iba a soltar. En 2014, apenas dos años después de llegar a España, Ilia se proclamó campeón del Arnold Fighters, un torneo amateur organizado por el mismísimo Arnold Schwarzenegger. Un año después se proclamó subcampeón europeo júnior de jiu-jitsu brasileño (BJJ), disciplina de la que es cinturón negro.

Mientras iba desarrollando su carácter, creciendo su pasión, Ilia combinaba estas competiciones con trabajos de auxiliar de seguridad, cajero en supermercado y portero. Lo que fuese, con tal de ganarse la vida y ayudar a su familia. Porque si algo caracteriza a este hispano-georgiano, más allá de su capacidad deportiva, es su amor por la familia, que proclama allá donde va y muestra en todos lados.

Tuvo que marcharse a los países nórdicos, Suecia y Finlandia, en busca de peleas, que resulta que en España no encontraba más. Posteriormente ya amplió el abanico a todo el mundo: Amberes, Bogotá, Abu Dabi...a todos lados viajaba y en todas partes triunfaba. No perdía ni un combate.

Ilia Topuria, en una imagen de archivo

Ilia Topuria, en una imagen de archivoIlia Topuria Instagram

Su poderío es impactante, con un promedio de efectividad por encima del 50% en sus golpes. Sólo una vez esperó el veredicto de los jueces; fue en su debut ante Youssef Zalal por UFC; luego, ganó cuatro combates por nocaut y ocho por sumisión. Incluso, en nueve compromisos liquidó a su rival en el primer asalto.

Ahora, el próximo 17 de febrero tendrá la oportunidad de ser campeón mundial de Peso Pluma, en su combate ante Alexander Volkanovski. Solo un paso más, una escalera más cerca, de completar la premonición de aquel profesor que vio el futuro antes que nadie en un intercambio de clases.

Entre la fauna deportiva, pero más especialmente en modalidades de lucha, se repite a menudo la frase de que todo ocurre por una razón, algo que, en realidad, solo se comprueba en unos pocos. Y ahí es donde Topuria espera tener su trono, uno solitario, apartado y molido.

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