Hamilton se queja de que no pueda correr contra mujeres y defiende el lenguaje inclusivo en la F1

Es siete veces campeón del mundo y por tanto una leyenda de la Fórmula 1. Solo Michael Schumacher tiene los mismos títulos que él (o él que Michael, para ser justos con el orden cronológico) en toda la historia. Sin embargo, a Lewis Hamilton le ha dado en los últimos tiempos por querer ser más relevante fuera de su Mercedes que dentro del coche.

Sin victoria en las dos últimas temporadas (la mayor sequía de su carrera), Hamilton busca un hueco en aquello que va más allá del deporte: algunas causas políticas, la lucha contra el racismo, la teórica defensa de los derechos humanos y en los últimos tiempos también la inclusión de género.

Y es que a falta de victorias Hamilton pelea ahora porque haya mujeres en la F1. Se queja de que solo corren hombres y que las normas establezcan el término «piloto» como género masculino. «No le hemos dado suficiente importancia al problema», dijo hace unas semanas. Para Hamilton es un «problema» que no haya mujeres en la F1 y que «piloto» se refiere a unos y otras.

Y es que cabe recordar que la Federación Internacional de Automovilismo (FIA, la misma que rige el Mundial de F1) creó este año una categoría femenina llamada F1 Academy. Y las mujeres compiten entre sí como los hombres lo hacen entre sí en la F1 que conocemos. Es lo lógico como pasa en el resto del deporte: hombres compiten contra hombres y mujeres contra mujeres.

En esa F1 Academy –en la que han participado dos españolas, Nerea Martí y la campeona Marta García, y un equipo español, el Campos Racing– se ha fomentando este deporte entre las mujeres. Han sido siete carreras en Europa y Estados Unidos a semejanza de la F1 que sirve además como categoría formativa que sirva para «desarrollar» y «preparar» a los pilotos a progresar en el mundo del motor. La propia Fórmula 1 subvenciona las inscripciones en esta categoría con 155.718 dólares por piloto.

«Solo hay hombres desde que estoy aquí», dice Hamilton como podría decir –con lógica– otras leyendas deportivas como Messi, Cristiano, Nadal, Rossi, Jordan, Woods, Phelps o Ali. Normal, se ha competido siempre en categoría masculina y femenina.

Más allá de esto que hace ahora Hamilton hay un interés por construir una imagen mediática que va más allá de lo deportivo. El británico quiere ser algo más, quiere ser también referente de una parte de la sociedad. Lewis quiere ser más que un campeón de F1.

Su deriva política

Así se entiende en esta deriva extradeportiva en la que también amenazó con dejar la Fórmula 1 si no le dejaban seguir protestando. Los organizadores de este deporte prohibieron que no se pudiera hacer gestos políticos en las carreras ante el afán de algunos –principalmente Hamilton– por hacer de la F1 un mitin político.

Fueron varias las ocasiones en las que el inglés apareció en carreras con camisetas con contenido político (una vez llevó así el texto «arresten a los policías que mataron a Breonna Taylor» en referencia a una mujer negra estadounidense asesinada a tiros) o con gestos como el de poner la rodilla al suelo que mundialmente se compartió condenando la muerte de George Floyd y como símbolo ante el racismo. La F1 le prohibió esto y lo que hizo él fue ir de víctima: «Si no puedo defender los derechos humanos prefiero no correr más».

Hamilton se siente «empoderado» para enarbolar todas estas banderas, también la del lenguaje inclusivo: «Quiero ponerme de pie y hablar abiertamente sobre cualquier tema». Y lo hace con el objetivo de ser más que un piloto, ahora que las cosas ya no le van bien en la F1 y hay uno que le ha superado por todos lados, el tricampeón del mundo Max Verstappen.