La mafia resurge en las gradas ultras de Italia
El asesinato de un histórico líder radical del Inter de Milán ha destapado cómo los grupos radicales recuperan lazos con organizaciones criminales. Para homenajearle, miles de interistas abandonaron su estadio en una oleada de violencia con golpes a niños y mayores
Hay una imagen que al fútbol italiano siempre le persiguió y que quedó como el trofeo más preciado de los ultras. En una escena insólita, aún inexplicable, los radicales del Inter de Milán quemaron una moto en pleno estadio Giuseppe Meazza y la lanzaron por la grada.
La imagen dio la vuelta al mundo y representó a la perfección el poder que entonces tenían los ultras en Italia, casi agasajados en los campos en plena época de fervor de su fútbol, el más poderoso del mundo. Aquello ocurrió en 2001, años de plomo de los radicales italianos.
La mafia ha vuelto
Dos décadas después, y en el mismo estadio –que comparten Inter y Milan– la mafia ha vuelto a apoderarse de las gradas ultras en la liga italiana. En un país que saben mucho de ello, el asesinato de un hombre ha recuperado las imágenes dramáticas que se vivían hace 20 años.
Al descanso del encuentro entre el Inter de Milán y la Sampdoria todos los aficionados se fijaron en lo mismo: la 'Curva Nord' –el lugar del estadio donde se colocan los aficionados más radicales– se vació de repente. La escena impresionó porque todo un graderío se quedó sin aficionados de repente.
Para entender este movimiento hay que ir a un suceso que ocurrió antes del encuentro. Vittorio Boiocchi, histórico líder ultra de este equipo, fue asesinado a tiros. Recibió cinco disparos en el pecho y en el cuello. Boiocchi, que se pasó 26 años en la cárcel condenado por tráfico de drogas, extorsión, secuestro y robo, era uno de los que lideraban a los ultras en aquellos años 90 –y principios de los 2000– en los que la violencia estaba instaurada en el fútbol italiano.
Como reacción a la noticia, miles de ultras de la 'Curva Nord' abandonaron el estadio al descanso. El asunto es que lo hicieron a base de puñetazos, patadas y todo tipo de violencia contra el resto de aficionados, ya fueran jóvenes, mayores o niños. A muchos les obligaron a abandonar el estadio para que la imagen de todo un anfiteatro del Meazza vacío fuera más fuerte y se supiera la razón por la que se marchaban.
Conmocionados, miles de interistas tuvieron que dejar de ver a su equipo por la coacción de los radicales. A ellos se dirigió horas después el club, que con un comunicado expresaron «los valores esenciales de la fraternidad, la inclusión y la antidiscriminación» del Inter.
Las bandas criminales
La principal preocupación es que detrás de este tributo al que fue durante muchos años su líder ultra está la sombra de la mafia, tan conocida ya en Italia. Es eso lo que explica la muerte de Vittorio Boiocchi, asesinado por sicarios, y la reacción de unos ultras que conviven con ello.
En Italia investigan ya cómo los grupos radicales, en este caso los del Inter aunque tienen estudios de que hay más clubes así, son cada vez más cercanos a bandas criminales alejadas del fútbol que cooperan para ayudarse unos a otros dentro de sus puntos de actuación.
Guerra por el control del narcotráfico
El asesinato del líder ultra del Inter se enmarca dentro de la guerra por el narcotráfico en el norte de Italia. Boiocchi no fue asesinado por su condición de radical del fútbol como tal, sino por negocios vinculados a la mafia. Su largo paso por la cárcel es el momento para entender cómo un viejo ultra llevó su negocio de violencia más allá del deporte y cómo su ejército de seguidores, quienes abandonaron el Giuseppe Meazza al descanso, le auparon en sus negocios.
Estas operaciones se basaban en el tráfico de cocaína desde Sudamérica, según la investigación de la policía italiana, a través de la cual comenzó a hacer más contactos. Idolatrado por los jóvenes ultras, Boiocchi vio en el campo de su Inter la forma de expandir su negocio y volver a recuperar la figura de 'general' temido.
Hay mucho negocio detrás. Según Corriere della Sera, Boiocchi y su equipo ganaban unos 80.000 euros al mes por la reventa de entradas y el control del parking del estadio. Eso sí, está directamente vinculado al fútbol, a los partidos del Inter, aunque el verdadero negocio está en cómo utilizan sus papeles de líderes ultra en la venta de droga y relaciones con organizaciones mafiosas.
Cascada de asesinatos
Lo ocurrido en este último encuentro ha destapado el capítulo de drogas, extorsiones y violencia que había en el estadio del Inter y que explotó con el asesinato de Boiocchi, que al menos ha servido, por el homenaje que le hicieron sus 'soldados' en el campo, que el resto de la afición italiana viera hasta qué punto estaban instauradas prácticas mafiosas en su entorno.
El asesinato de Vittorio Boiocchi se une al de Raffaello Bucci, ultra de la Juventus, en 2017 y al de Fabrizio Piscitelli, también líder radical de la Lazio, en 2020. Todos ellos eran conocidos, figuras de la afición de sus equipos, que acabaron asesinados a disparos por sicarios.