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Ceballos y Vinicius celebran el tercer gol del Real Madrid

Ceballos y Vinicius celebran el tercer gol del Real MadridAFP

Villarreal 2-3 Real Madrid

El Madrid se reconoce y remonta dos goles para eliminar al Villarreal

Las sustituciones de ambos entrenadores cambiaron el signo del partido después de una hora de dominio absoluto local y desplome visitante

Copa y Real Madrid puede que sean los mayores alicientes de la historia del fútbol español. Para cualquier equipo español. Copa y Real Madrid son la poción mágica del pelotero español. Los villarrealistas de Setién así se conjuraban en corrillo y no tardó en hacer efecto por la derecha, la izquierda de Courtois. Un balón cayó desde los cielos y Capoué lo pinchó a bocajarro para que explotara cruzado en la red del portero madridista.

No pareció ser nada más que un inconveniente primerizo, pero no por primerizo menos inconveniente. Rodrygo a continuación hizo un bonito metesaca en las filas locales un poco enloquecidas. Camavinga lo cortaba y lo centraba todo. La carga madridista, con Mendy por la izquierda, la despeñó por la grada un Valverde pletórico de fuerza, pero pasado de ella.

Dominio absoluto del Villarreal

Las claves o las anticlaves de los blancos se repetían: desaparecidos los puntales del equipo perdía el Madrid su virtud suprema y sufría con el apretón rival constante, casi un frenesí que en el toque parecía perder su efecto: un espejismo pues dominaban los de amarillo a placer. Lo de los Ancelotti eran escaramuzas, como si solo pudieran hacer eso. No por falta de ejército, sino por falta de fe.

Incluso por amnesia del juego de los blancos, un juego que partido a partido parece la fotografía de la familia de Marty McFly, a la que le van desapareciendo miembros con el terrible peligro de quedarse atrapado el protagonista en 1955. Si a un equipo que juega bien, como el Villarreal, se le da una bulita arbitral en la presión se convierte en un problema mucho mayor. Esto y el descreimiento visitante inclinaban la balanza casi sin remedio.

Chukwueze marca el segundo gol del Villarreal

Chukwueze marca el segundo gol del VillarrealAFP

Era un partido copiado de la final de la Supercopa: un Real Madrid evaporándose cada minuto y haciendo mejor a su contrincante. Hiriente era la ofensiva amarilla para los blancos. Un boquete abierto por el que se desangraba y por el que el Villarreal penetraba como las bacterias de Érase una vez el Hombre sin que los leucocitos dieran abasto. Se encendió una luz superada la media hora con dos contraataques que echaron atrás a los de Setién.

La blandura en los remates de Mendy y Rodrygo, con Vini y Benzema entrando en acción, evitó el empate. La amarilla a Camavinga fue un escándalo: la bulita o bulaza. Nacho, como si fuera el zorro, paró el solo los ataques castellonistas tras la aparente recuperación de la memoria madridista, que fue efímera, pues en otro desajuste defensivo encajó el Madrid el segundo en lo que era un calco de la final arábiga. Con un Madrid semejante solo puede hacerlo bien este y cualquier otro rival.

El gol sanador

Era como ir avanzando entre las ruinas sin oposición. Tierra tomada y quemada. Un Madrid de extrarradio, donde jugaba Pasolini en lugar de, por ejemplo, Benzema. La salida del balón era caminar por el precipicio. Siguió sintiéndose el vértigo al inicio de la segunda parte. Enredados desde el inicio, sin solución, como escondidos en las montañas, desde allí se lanzaron a la ciudad como jabalíes hambrientos y encontraron el gol, de Vinicius, en buena jugada, al fin. Lo nunca visto en varios partidos.

Una auténtica descongestión que vino después de la tensión del cambio de Rodrygo. Ancelotti le levantó el dedo al brasileño por el desplante, que a juzgar por el cambio del equipo perdía la partida. El partido era otro, qué cosas. El gol que faltaba vino a reconstruir la idiosincrasia perdida del Madrid, la fe, el conocimiento. Se agrietó a su vez el Villarreal, que perdió su ventaja y la ascendencia en el 69 con el gol de Militao tras el rechace de Jörgensen al remate de Benzema.

El Madrid recupera el pulso

El Madrid de repente se lanzaba, robaba, jugaba, creía, se encontraba, se reconocía. A la internada de Camavinga (un coloso), tras jugada inteligente y serena de Vinicius (ligerísimo sin la presencia de Foyth), le faltó un metro para que la cazara un Benzema (que se pelea consigo mismo para encontrarse) en el segundo palo. Vinicius sin marcador estaba rompiendo la Cerámica. Asensio en la línea de fondo alcanzó el balón del brasileño y encontró el pase mortal a Ceballos, que llegó en modo Kroos para marcar el tercero y devolver las remontadas, más que al luminoso, al corazón de un equipo que no latía sin gol y volvió, otra vez de forma épica, a encontrar el pulso.

Ficha técnica:

Villarreal 2: Jörgensen; Moreno, Torres, Albiol (Cuenca, m. 46), Foyth (Mandi, m. 52); Rodríguez, Parejo, Capoue; Pino (Morales, m. 67), Chukwueze, Gerard Moreno.

Real Madrid 3: Courtois; Mendy, Rüdiger, Militao, Nacho; Kroos (Ceballos, m. 56), Camavinga, Valverde; Vinicius, Benzema, Rodrygo (Asensio, m. 56).

Goles: 1-0 (Capoue, m. 4). 2-0 (Chukwueze, m. 42). 2-1 (Vinicius, m. 57). 2-2 (Militao, m. 69). 2-3 (Ceballos, m. 86).
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