Las obras del Bernabéu costarán 900 millones mientras que el Barça pagará por el Nou Camp 2.880... de momento
Florentino Pérez pidió créditos por 800 millones, que devolverá con un pago tasado hasta 2049 con un interés medio del 2,2 %
Laporta consiguió un préstamo de 1.450 millones con un interés medio del 7,11 % que acercará el coste total a los 3.000 millones
Desde el Barcelona y desde Barcelona observan la inteligente salida de la crisis que ha realizado el Real Madrid como el sueño imposible. La pandemia dejó a Florentino Pérez sin ingresar 400 millones, una ausencia económica que llegó en plena construcción del nuevo Bernabéu. El presidente Real Madrid sabía que debía soportar esta adversidad con negociaciones de sueldos y apreturas de cinturones. Y en esa dieta estricta ganó la Champions, dos Ligas, un Mundial de Clubes, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y dos Supercopa de España.
Pasado el trance pandémico y sus secuelas, el Real Madrid ha recuperado la normalidad y el nuevo coliseo será la fuente de ingresos perenne y extraordinaria que permitirá al equipo más famoso del mundo competir con los clubes-estado mantenidos por dictaduras árabes. La nueva sede del conjunto madrileño se convertirá en el estadio más moderno del planeta y comenzará a producir dinero desde diciembre.
Empresarios barcelonistas reconocidos señalan que la diferencia que va a marcar el Real Madrid frente al resto de equipos españoles va a ser notable. Jaume Roures, barcelonista de pro, fue uno de los primeros en subrayarlo. La gestión vanguardista de Florentino Pérez agrandará cada día más esa distancia. Y la comparación con el Fútbol Club Barcelona es odiosa.
La blancura de las cuentas del Real Madrid, los 900 millones que costará el Bernabéu sumados los intereses, son un contraste insoportable frente a la oscuridad de los números del Barcelona, cuya deuda crece diariamente sin freno aunque la Liga intente que pague sus débitos, que han vuelto a ascender a los 1.500 millones, con el agravante de una multiplicación hasta los 4.300 millones con la reforma de un Camp Nou que se cae a trozos desde hace tiempo.
El Madrid acaba su obra
La comparativa con el Real Madrid es imposible y nadie quiere realizarla. El presidente de la entidad ha mostrado con transparencia los costes de sus cuentas y de su nuevo estadio. El Bernabéu estará acabado en diciembre y desde ese momento empezará a producir dinero con su explotación diaria ajena al balón.
Las competiciones futbolísticas exigen 19 jornadas de Liga en casa, un máximo de seis citas en Champions y otro máximo de dos citas en Copa del Rey para ocupar el moderno coliseo. Son 27 el tope de partidos que disputa el Real Madrid en su casa. La próxima temporada habrá un encuentro extra, en marzo, con el duelo entre Brasil y España. El resto de días del año, el Bernabéu será un centro comercial y de eventos que sólo cerrará el 24 y el 31 de diciembre.
Créditos de confianza
Florentino Pérez ha solicitado dos créditos para levantar su obra, uno de 575 millones con un 2,5 de interés y otro de 225 millones con un 1,52 por ciento de interés. Hay que decirlo con claridad, porque es la verdad: el dirigente madrileño ha obtenido ese bajo coste de intereses porque se ha ganado internacionalmente durante décadas su eficacia como empresario y la seguridad de sus obras.
Esos 800 millones recibidos tendrán un promedio del 2,2% de interés. Ambos préstamos serán pagados hasta el mes de julio de 2049 y el coste total del proyecto ascenderá a 900 millones. Las cuentas son claras.
El caro crédito del descrédito
La situación del Barcelona ofrece un panorama totalmente opuesto. Hablemos con claridad. Somos suaves si decimos que la quiebra técnica es total y la ruina es absoluta, condiciones que abocan al Barcelona a tomar decisiones drásticas que le harán perder su poder.
La gestión de Laporta ha agravado aún más la dura realidad. Así lo reconocen muchísimos barcelonistas de pro. Algunos han creado una plataforma para denunciar la oscuridad de las obras, los cambios de los proyectos sin informar al socio y la falta de información general, posiciones ratificadas por los constantes enfrentamientos con el Ayuntamiento de Barcelona, que también ha denunciado estos cambios de los planes de construcción.
El coste de la reforma del Camp Nou se ha multiplicado por trece en dos lustros, desde que Bartomeu presentara un plan para remodelar el Camp Nou por 250 millones.
Cada cambio de presidente ha supuesto el frenazo al proyecto de turno y la creación de otro para llenar de ego al presidente en activo. Todos quieren constar como artífices de la idea aunque el coste sea impagable.
El resultado de estas egolatrías es que la remodelación que ataca ahora Laporta ha exigido un crédito por valor de 1.450 millones, con un interés medio del 7,11 por ciento. La carestía del préstamo es el precio que paga la entidad azulgrana por la desconfianza que ofrece el dirigente barcelonés y, por ende, el club.
Precio faraónico
Ese sobrecoste crediticio significará que los 1.450 millones pedidos a préstamo supondrán al final un coste de 2.800 millones de pago por rematar el estadio. Y la empresa azulgrana no podrá abonar ni el coste ni los intereses de esta cifra astronómica.
La constructora que debe llevar a cabo la remodelación del estadio, la turca Limak, es otro litigio del barcelonismo y del sector de la construcción. Nadie en Europa conoce a esta constructora, que según las grandes empresas europeas no consta entre las cincuenta primeras del continente. El peligro añadido es que nunca ha construido un estadio.
Deuda de 4.300 millones
Esos 2.880 millones de coste del estadio se sumarán a los 1.500 millones que ya debe el Barcelona. Porque la deuda no ha descendido con Joan Laporta. Al revés, no ha cumplido realmente el Fair Play financiero. Y los débitos se multiplicarán con la reforma del Camp Nou. Todos los números rojos hay que unirlos para entender la solución final que se busca.
Joan Laporta no ha cumplido siquiera las normas básicas de reducción de deuda. La masa salarial de La Masía debía descender, según exige la Liga, y el coste de los salarios ha aumentado en 30 millones durante el último año.
Vendidos 850 millones de patrimonio
En esta huida hacia adelante, Laporta vendió durante la última campaña activos del Barcelona por valor de 850 millones, patrimonio que ahora ya no existe y no produce dinero al club.
Hay aficionados que preguntan a El Debate: ¿Cómo pudo fichar la temporada pasada en esta situación? Fue Jaume Roures quién cedió 168 millones a Laporta para que hiciera las contrataciones de Lewandowski y compañía. Un dinero que ahora se debe a Roures y que el presidente debe sumar como deuda.
En esta realidad tan cruda, crítica, con una deuda de 1.500 millones a la que se añadirá un crédito de 1.450 millones que se convertirán en 2880 millones por pagar, no hay más remedio que vender, porque el Barcelona no puede abonar todas estas cifras, es imposible.
El cálculo realizado es vender el 49 por ciento de la propiedad de la entidad, dejando el 51 por ciento como potestad de los socios para no perder la condición de club de fútbol.
Es una trampa legal, porque todo el mundo sabe que la multinacional que adquiera el 49 por ciento de un equipo será el que realmente mande. Si pones el dinero será para hacer lo que tú quieres, no lo que quieran los que no ponen un euro. Goldman Sachs es una especialista en adquirir sociedades en quiebra.
Contratos dudosos
Es la única solución que ha encontrado Laporta para cubrir unas deudas que con el estadio remodelado se multiplicarán por tres, inasumibles. Hombres como Giró, Reverter, Llopis, Llauradó y otros se han ido de la entidad al observar cómo Laporta firmaba acuerdos dudosos con empresas turcas desconocidas en Europa y colocaba en la institución azulgrana a familiares, amigos y ejecutivos como los del Reus, al que hundieron.
La venta del 49 por ciento de la marca debe ser aprobada por los propios socios. En la última citación publica del presidente, que convocó a los mil senadores del Barcelona, solo acudieron 105. Y la deuda crece y crece. La comparación con el Real Madrid, al que el barcelonismo siempre alude en cada cuestión, no se lleva a cabo desde el Barcelona cuando se habla de gestión, de débitos y de futuro. Está dicho todo.