Jude Bellingham y cuando un futbolista sí nace para jugar en el Real Madrid

Costó 103 millones y aunque queda mucha temporada (y mucho contrato, que firmó por seis años) ese dinero parece estar ya rentabilizado. Al menos en lo que supone ilusionar a una afición y dar calidad a una plantilla. Y también por dar motivos para ver esta liga tan decaída en la que los jugadores buenos se van. Jude Bellingham es la indiscutible figura del fútbol actual. En España y en Europa. Es un ciclón enorme.

No se recuerda ni en el Real Madrid ni en la liga española –quizá solo comparable a la irrupción de Ronaldinho en el Barcelona en 2003– un caso como el del inglés. No ya por el lado de su enorme calidad, que ha demostrado que la tiene, sino por la ilusión y el aire fresco que ha traído en sus primeros partidos. Y no es una cosa de uno o dos encuentros aislados. Ya van seis.

Con seis goles, la media es muy fácil de calcular: un gol por partido. Solo ante la Real Sociedad –el encuentro en el que menos trascendencia tuvo– se quedó sin gol. Equilibra la estadística porque metió dos en Almería. Pero hay que tener una cosa clara, especialmente para cuando llegue la sequía: este ritmo goleador no es normal en ningún jugador y mucho menos en Bellingham, que es al fin y al cabo un centrocampista, no un '9' puro.

Lo que sí tiene Jude es esa mística que acompaña al Real Madrid. Lo corroboró en el estreno europeo del pasado miércoles cuando marcó en el último minuto y dio tres puntos clave ante el Union Berlín. Pero es que antes ya había hecho lo mismo –gol en el último minuto que daba el triunfo– ante el Getafe. En Vigo marcó en el 82'. Esto refleja ese espíritu que siempre ha acompañado al Madrid de no darse por derrotado y de creer hasta el final.

Un jugador especial

Bellingham tiene un aura que encanta en el Bernabéu. Ya tiene su canción, Hey Jude, algo que cientos de jugadores madridistas desearían. Al inglés se lo cantan con solo media docena de encuentros jugados. Pero es que su relevancia en el juego del equipo de Ancelotti y trascendencia en los resultados así lo merece. También le ayudan sus gestos, su defensa vibrante del escudo, su liderazgo en el terreno de juego y su comunión con la grada. Se le quiere porque se deja querer. Se acerca, mira a los aficionados, los hace partícipes de su felicidad.

Él sabe lo que vive y lo que siente. «Tengo la piel de gallina», dijo tras disfrutar de la vibración del Bernabéu al ganar en el último minuto en el estreno de Champions. Y eso que era el primer partido ante el Unión Berlín. Imagínate, Jude, lo mismo ante un Manchester City en unas semifinales (por citar el ejemplo más maravilloso del Madrid en décadas), algo que antes o después él protagonizará. «Estoy muy agradecido de jugar en este equipo. Hablo de los compañeros, el cuerpo técnico, de la mentalidad y la calidad que tienen», añadió el pasado sábado.

Mentalidad ganadora

Bellingham lo tiene todo. También una mentalidad diferente a la que estamos acostumbrados en España. Jude sabe que es líder y así lo vive. Da igual la edad, es una cosa que va intrínseca en el jugador. Es una mentalidad ganadora. Sin complejos. Tiene una personalidad arrolladora. Si aquella famosa frase de «nació para jugar en el Real Madrid» le viene perfecto a un jugador ese es Bellingham. Él, que no es de Chamartín sino de Stourbridge, al lado de Birmingham (el Real Madrid es universal), personifica perfectamente esa frase.

«Nunca entiendes lo que es este club hasta que juegas en él. Yo tengo ese honor y lo llevaré con orgullo», dijo también Jude. Cómo no le va a querer el madridismo con estas palabras que no son solo eso, palabras. Bellingham traduce lo que dice al terreno de juego. Convierte las palabras en hechos.

Al derbi

Este domingo, en el derbi madrileño, le viene el séptimo partido de la temporada. Y es el primer gran encuentro al que se enfrenta Bellingham en esta etapa de esperanza futbolística para él y su equipo. El Real Madrid visita el Metropolitano en un estado de felicidad contenida: ha ganado todos los partidos, el inicio es perfecto, aunque los resultados han sido ajustados y es solo eso, el comienzo. La otra cara es la de un Atlético triste, en crisis ya, del que dudan sus propios aficionados: viene de ser goleado en Valencia y de que le empaten en el último minuto (y con gol del portero) en Champions.