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Bellingham arrastra molestias en el hombro y en el Real Madrid preocupa la persecución física que sufre en los partidosAFP

A la caza de Bellingham: preocupación en el Real Madrid por la persecución al inglés

  • El Real Madrid y su cuerpo técnico están preocupados por la persecución a su estrella para frenar al líder por lo civil o por lo criminal

  • Se castiga a Jude por protestar esas acciones violentas y no se señalan penaltis claros cometidos sobre el mejor jugador de la Liga

Hay que frenar al Real Madrid como sea. Un líder que demuestra su potencial a pesar de jugar con ocho bajas y recurrir al plan C, a chavales de la cantera como Nico Paz y Gonzalo. Es la sensación que tiene la cúpula del club y la preocupación que alberga Ancelotti y todo su cuerpo técnico. El mejor futbolista de la Liga se llama Jude Bellingham y su demostración de superioridad es combatida por los rivales con entradas violentas que los árbitros permiten. Una situación que se agrava con penaltis cometidos sobre el inglés y que tampoco tienen sanción.

El colmo de esta realidad es que los colegiados castigan después las protestas de la estrella ante hechos violentos que son evidentes y solapados por los jueces de cada contienda.

¿Por qué lo permiten?

Bellingham estaba molesto después del partido frente al Granada. También sucedió en los encuentros ante el Cádiz y el Rayo Vallecano, una progresión de agresividad contra el inglés que aumenta porque los contrarios observan que los árbitros lo permiten. El futbolista más decisivo del Real Madrid es el objetivo de los oponentes. Las entradas son cada vez más alevosas. Buscan sus tobillos.

El colmo de esta persecución son las cargas y empujones descarados que sufre sobre su hombro lastimado para conseguir que se lesione. Lo decimos claramente: es la caza de Bellingham. Un acoso que se produce porque los colegiados no lo cortan de raíz.

Jude Bellingham es, sin duda, la gran figura de la LigaAFP

El aficionado se pregunta: ¿Por qué los árbitros no castigan una persecución que es evidente? Las acciones para lastimar su hombro son la visión más clara de lo que se busca. Y los colegiados lo ven, oyen y callan. No reprenden a los agresores. No muestran amonestaciones. Y esa permisividad acrecienta el ataque contra el británico.

Salvemos al soldado Jude

La impunidad en las acciones violentas contra Bellingham es palpable. El capítulo agresivo que Vinicius ha soportado durante cinco años con la aquiescencia arbitral se ha trasladado ahora al inglés, que es el mejor jugador no solo del Real Madrid sino del campeonato español. Se persigue a la figura del conjunto blanco con la admisión arbitral ¿Por qué?

Es esta persecución la que el Real Madrid denuncia gane o pierda. Porque cuando vence lo consigue a pesar del arbitraje. En Cádiz dominaba el partido y las primeras cartulinas amarillas las sufrió el conjunto atacante, el blanco, mientras se permitía toda la dureza de los amarillos ¿Por qué? Es esta injusticia constante la que la entidad del Bernabéu combate.

Todos recordamos la protesta de Modric a Munuera Montero en Cádiz. «Yo no he protestado nada ¿Por qué me tratas así?», decía el croata al juez del encuentro. Es esa diferencia de trato la que critica el Real Madrid. La que esgrimió Modric. La que comentaba Bellingham en el vestuario tras ser masacrado a patadas y empellones por el Granada en el Bernabéu. Una queja, la del británico, que ya había realizado en partidos anteriores. Ahora la subraya porque siente una persecución que los árbitros no están dispuestos a cortar.

Carlo Ancelotti conversa con Jude Bellingham en un partido del Real MadridEFE

Hay una verdad empírica. El estamento arbitral tiene al Real Madrid en su diana ¿Por qué? Porque el líder les cae antipático. Y se nota. Hasta es humano que sientan eso ¿Por qué, dirán ustedes? Porque el Real Madrid pide desde comienzos de siglo una reestructuración arbitral que a muchos les dejaría sin trabajo. Porque son muy malos. Y el Barçagate pone a muchos en otra diana más sucia.

La gota que ha colmado el vaso de la indignación madridista es la solución que toman siempre los árbitros que son muy malos, los que no dan el nivel: pitan mal, no castigan la violencia y al final sacan cartulina amarilla al futbolista que sufre las agresiones. Es de manual, el manual de los malos jueces. Bellingham fue amonestado ante el Granada por protestar las duras entradas que sufría y por pedir un penalti de libro que ni González Fuertes ni el VAR castigaron.

Este es otro frente que el Real Madrid combate un día sí y otro también. Emilio Butragueño, portavoz de la institución en los partidos, ha expuesto decenas de veces que la casa blanca no entiende por qué el árbitro no acude a visionar al vídeo del estadio las jugadas dudosas en las áreas. El penalti hecho a Jude era de manual de estudio para los jóvenes y lo alucinante es que el VAR tampoco lo sancionó. Es un problema paralelo al dilema arbitral.

Los responsables del VAR son también muy malos. O su ojeriza contra el Real Madrid que tanto les critica es patológica, obsesiva, enfermiza. Antipatía, sí. Es la única explicación. Porque no pitan lo que todo el mundo ve. El otro argumento tiene un sello: el caso Negreira.

Jude juega protegido

Bellingham juega con una protección especial en el hombro lastimado que se utiliza en la NFL estadounidense y que también usan diversos futbolistas de la Premier. Estamos seguros que, sin ese protector, el inglés ya habría caído en combate, porque las cargas que soporta en el hombro para lesionarle son brutales y los colegiados lo aprueban como parte del juego. Esto con Messi no pasaba. Le rozaban y señalaban falta. Diferencias de trato que el Real Madrid lleva denunciando todo este siglo y que el caso Barçagate y los pagos de 8,5 millones a Negreira y a su hijo han puesto en contexto argumental.

Una espiral preocupante

La preocupación del Real Madrid es que esta laxitud arbitral está convirtiendo la persecución a Bellingham en una espiral. La única manera de frenar al Real Madrid es la caza al inglés. Es el mensaje que comparten los rivales. Los árbitros lo saben, lo ven y callan. Y el culpable final es el que protesta, el que lo sufre. El culpable es el perseguido en el césped, por quejarse ¿A qué esto les suena? Desde Cristiano a Bellingham pasando por Vinicius.

El lema final es: salvemos al soldado Bellingham, el jugador que ha inyectado aire fresco a una Liga puesta en duda por la corrupción arbitral demostrada con los pagos del Barcelona a Enríquez Negreira durante veinte años. Lo mejor de este campeonato español es masacrado por los adversarios. Los árbitros no lo pueden permitir.