Las razones que han llevado a David De Gea al anonimato pese a haber tenido ofertas
Es ya más de medio año sin equipo para el portero español y la sombra de la retirada empieza a acechar
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El pasado 3 de junio David De Gea se vistió de corto por última vez. Era la final de copa ante el eterno rival, el Manchester City, y su equipo, el Manchester United, cayó derrotado por 2-1. El guardameta español pudo hacer más en el segundo gol, un disparo blandito desde la frontal, y dejó muchas dudas con su juego de pies, que fue la condena del triste fin de su etapa en el conjunto inglés.
Cuando el United apostó por el neerlandés Erik ten Hag como nuevo entrenador, sabían lo que traían. El exentrenador del Ajax apuesta, de manera radical, por salir con el balón jugado desde abajo, por lo que el papel del portero en los primeros pases es esencial. De Gea, portero de la vieja escuela, más enfocado en parar que en pasar, no se adaptó de nuevo a esa manera de entender el fútbol y quedó señalado en días clave, como la eliminatoria de Europa League ante el Sevilla en la que cayeron eliminados.
Esa inseguridad con el balón en los pies, sumado a una confianza cada vez menor bajo palos, donde dejó de parar todo lo que antes paraba, propiciaron su salida por la puerta de atrás del Manchester United. El fútbol ni tiene memoria ni espera a nadie y, tras doce temporadas (que se dice pronto) el equipo le ofreció una renovación a la baja, casi que propiciando su salida. Así ocurrió.
Con 32 años en ese momento –ya 33–, edad más que respetable para un portero, a quienes se les presupone más longevidad, De Gea se quedaba libre y a la espera de un equipo que le permitiera seguir su carrera. Novias no le debían faltar en principio pero, más de medio año después de eso, De Gea sigue sin equipo. Y casi que no suena para ninguno, habiéndose asumido ya su anonimato, su desaparición de la escena pública. ¿Por qué?
Quiere seguir en la élite
A los pocos días de conocerse el final de su etapa en el gigante inglés, De Gea hizo saber que su prioridad era seguir en Europa y, más concretamente, en un grande de Europa. Hace unos meses, en verano, dos clubes de la aristocracia europea como son Bayern Múnich e Inter Milán buscaban portero -el Inter como efecto carambola tras la marcha de su arquero, Onana, para sustituir a De Gea en Manchester-, pero finalmente optaron por otras opciones.
De Gea sigue esperando esa llamada que no llega. Los grandes clubes o no buscan portero, o lo buscan bajo diferentes parámetros –jóvenes, que cobren menos y con posibilidad de desarrollarse–. David espera y espera, pero la vida no se detiene y la arena del reloj va cayendo.
Opciones ha tenido, pero no eran acordes a sus expectativas. Arabia Saudí, como parece que a la gran mayoría de jugadores profesionales, llamó a su puerta. Respondían a sus exigencias salariales pero no a las familiares ni profesionales. Como había establecido previamente, la prioridad de De Gea es seguir en Europa y sabe que irse a Arabia Saudí, pese a llenarte los bolsillos, es caer en el olvido futbolístico.
También se le ha relacionado a clubes de un segundo escalón europeo, como pueden ser el Betis o el Newcastle, pero o no le ofrecen el –alto– salario que pide el portero español o no son el proyecto deportivo que espera. Con una dilatada carrera por detrás, De Gea se ve con el poder suficiente como para elegir su siguiente destino. No quiere aceptar cualquier cosa ni continuar por continuar; si lo hace, será bajo sus propios términos.
La opción de la retirada es, a cada día que pasa, mayor. El tiempo no hace prisioneros y, pese a que está en una edad más que buena para seguir, la ausencia de entrenamientos y de rutina con un equipo juega en su contra a la hora de negociar. Sería un poco cruel que un portero que ha estado tantos años en la élite se fuera así, como de incógnito.
Tendemos a darle mucha importancia al final, como si fuese lo único que trasciende, cuando lo relevante es el camino. Y De Gea no solo se irá, en el momento que sea, con un buen palmarés y muchas distinciones individuales bajo el brazo, sino también con la certeza de haber podido elegir. Un privilegio en peligro de extinción.