El Barça certifica su pesadilla antes de Navidad

El Barça llegaba a Múnich con la obligación de ganar. Enfrente el peor rival y el peor escenario posible: el Bayern, un equipo que le trae muy malos recuerdos y en un estadio en el que no han ganado nunca. Cinco visitas sumaban los culés antes de la de esta noche y ninguna victoria. Lo único que se alineaba con los azulgrana esta noche era que las gradas del estadio de Múnich se encontraban desiertas por los altos datos de covid. Xavi se encomendó a Dembélé, que fue titular por primera vez. Los azulgrana presentaba a cinco jugadores que vivieron en primera persona el 2-8.

Los culés se jugaban no solo el orgullo de pasar a octavos de Champions, sino una inyección económica para sus maltrechas cuentas. Los nervios se palpaban en el palco sabiendo bien lo que se jugaban y se trasladaron al césped a los dos minutos, cuando Ter Stegen regaló el balón a Lewandowski, al que tuvo que parar Busquets, ganándose la amarilla.

El Barça se quitó la presión inicial con un disparo de Jordi Alba. Los barcelonistas presionaban la salida de los alemanes y se fueron con todo arriba desde el inicio. Dembélé estrenó demarcación en banda izquierda, la que más peligro creaba. El jugador encaraba una y otra vez y era la presencia ofensiva del Barça. Los de Xavi buscaban a Ousmane, que llegaba a Múnich con la vitola de gran esperanza. 

En una contra liderada por Busquets y Jordi Alba encontraron a Memphis, que buscó a Dembélé pero mandó su disparo por encima del larguero. Primera vez que la conexión Memphis-Dembélé aparecía en Múnich. El Barça plantaba cara a los bávaros pero acusaba su falta de gol, su talón de Aquiles durante toda esta temporada.

Los visitantes atacaban, pero les costaba bajar y, en una de estas contras, Müller se plantó delante de Ter Stegen y buscó con un pase atrás a Lewandowski, pero el portero del Barça le quitó el esférico al fusilador oficial del Bayern cuando se disponía a marcar a placer el primer gol del encuentro. El Bayern avisó una vez, no habría más concesiones.

El marcador no se movía pero Jordi Alba decía basta. El lateral izquierdo, que forzó para estar en Múnich, aguantó 28 minutos sobre el césped. Otro contratiempo para los azulgranas, que acumulan más de 20 lesiones en lo que va de año.

Por si fueran pocos contratiempos, a los 33 minutos el Bayern decidió que era el momento de pasar a la acción.

Lewandowski midió en la carrera, recortó a Piqué en dos ocasiones y la puso para que Müller marcara uno de los goles menos estéticos de su carrera. Araújo sacaba bajo palos el remate del alemán, que el árbitro dio como válido. La diferencia entre culés y alemanes era que unos las metían y otros no.

El Bayern decidió soltar la cadena e ir a cerrar el partido ante un Barça que empezaba a rendirse. A los 40 minutos un disparo duro con la izquierda de Sané se convertía en el segundo gol, poniendo en evidencia el estado de forma de Ter Stegen, el bastión al que hace poco se agarraba el equipo azulgrana para salvar los partidos. Los culés se asomaban al precipicio si es que no estaban ya en caída libre.

En el descanso Xavi movió las piezas intentando obrar el milagro y dio entrada a Nico por Dest. Los azulgrana necesitaban marcar en la segunda parte tres goles, dos más que los que había conseguido en los cinco partidos anteriores, pero la segunda parte empezaba con una contra en la que los alemanas se permitieron fallar un gol cantado cuando Coman ponía un balón a Sané que remató con su pierna mala a puerta vacía pero la echó, inexplicablemente, a las manos de Ter Stegen.

La sensación que se mascaba en el Allianz Arena era que el Bayern liquidaría el partido en el momento en el que quisiera. El objetivo del Barça era aspirar a que el resultado no fuera a más. Sin embargo, hay deseos que no se cumplen y en el minuto 63 Davis encaró a Araújo desde la izquierda y, con un cambio de ritmo, le dejó atrás en un movimiento con el que el culé tan solo pudo levantar la mano pidiendo que el balón había salido, pero el esférico llegó a Musiala, que puso el tercero en el marcador. 

Los de Xavi enseñaban la bandera blanca, pidiendo el alto el fuego, pero los alemanes no se daban por aludidos y recurrían a las contras para castigar a los azulgrana, aunque para beneficio de los culés, sin éxito.

El técnico barcelonista siguió moviendo el banquillo, pensando ya en LaLiga, y dio entrada a Riqui Puig y Coutinho, ex del Bayern, por Dembélé, que pasó inadvertido en la segunda parte.

La paz la empezó a firmar el Bayern a diez minutos del final, cuando Nagelsmann sustituyó a Lewandowski. Los alemanes no se cansaban de tocar y el Barça solo podía aspirar a correr detrás del balón.

El resultado no se movió y el Barca certificó su pesadilla antes de Navidad, el adiós a la Champions. La crónica de una muerte anunciada. Ahora les espera la ronda previa de la Europa League, competición a la que vuelve 17 años después.