Champions League
La clave oculta de los octavos de Champions: nadie del Madrid quiere jugar en el PSG y sí al revés
Neymar, Mbappé, Di María, Keylor Navas, Ramos, Pochettino... todos tienen un pasado, un presente y un futuro que les une a su rival en la eliminatoria
Una de las más grandes diferencias entre el PSG y el Real Madrid es que nadie del Real Madrid quiere estar en el PSG y más de uno del PSG (¿acaso todos?) quisiera estar en el Real Madrid. La llamada del petrodólar es como la llamada de las sirenas de La Odisea, mientras que la llamada insonora del Madrid suena, valga la redundancia y a pesar de todo, como si Ben. E King te cantara Stand by Me mientras ves ese relato, El Cuerpo, de Stephen King llevado a la pantalla por Rob Reiner.
El Madrid es la niñez y la adolescencia y el PSG es una madurez oriental, ahíta de lujos de vuelta. El Madrid es El curioso caso de Benjamin Button en el ansia por la juventud de Scott Fitzgerald y el PSG es la aburrida existencia del sultán que cuenta riquezas como ligas francesas mientras sueña con ir de excursión en verano y encender una hoguera en el bosque y dormir con los amigos contando viejas historias de Di Stéfano y de Gento y de la Copa de Europa.
Allí en ese palacio se aposentó Di María para pasar su vida futbolística rodeado de oro
Antes de acabar en el PSG (ir al PSG es acabar [se]) Neymar sobrevoló Chamartín, pero no lo quería lo suficiente. Mbappé tenía las paredes de su cuarto empapeladas de blanco y quiso volar, pero lo encerraron en la torre del castillo, de donde aún espera ser rescatado.
El caso de Rabiot fue el de un rapto malvado de Las Mil y una Noches. Verratti iba a ir al Barça y le cerraron las puertas. Allí en ese palacio se aposentó Di María para pasar su vida futbolística rodeado de oro, como Keylor o como Messi para retirarse, como un Ramos inquieto que se dejó en Madrid la gloria y el elixir de la eterna juventud.
París decadente
Los responsables del equipo francés quieren hacer de él un Real Madrid parisino que no será jamás sino siempre una segunda y solo lucrativa alternativa que ni siquiera ha podido ser aún en el campo, tan lejos también de los tiempos de Raí, Weah o Ginola, aquellos que aún tenían el romanticismo de un París emergente y no decadente.
El PSG es un último destino lujoso o una próspera barcaza como la de Jabba el Hut donde a los jugadores díscolos se les ata como a la princesa Leia. Nadie quiere ir al PSG salvo de paso (como el mismísimo Pochettino) o al final. Lo que cuenta en esta eliminatoria también es eso, la clave apenas mencionada es tener que enfrentarse a la propia infancia, al verano de la felicidad que es el Madrid mientras lo que se desea es vivir en él.