El Madrid salva la primera derrota del año y se clasifica para octavos con un gol de Rüdiger en el último minuto

Otra vez el Shakhtar, pero no en Donetsk sino en Varsovia. Se escupía Trubin (otra vez Trubin y Lunin en las porterías, casi una pareja artística) en los guantes y luego se los frotaba en un gesto incomprensible, además de un poco sicalíptico. Le enfocó la cámara y casi se ruborizó, como si alguien le hubiera visto metiéndose el dedo en la nariz en un semáforo. Parecía el Madrid querer acabar rápido con la contienda en la búsqueda de un gol mañanero como el de Militao el sábado.

Hazard, Lucas y Nacho como novedades del once ancelottiano, que suena como felliniano, y que no mucho después se puso a tener la pelota con Kroos trazando líneas. Se acercaba el Shakhtar recordando los momentos felices, aquella juventud inolvidable de la semana pasada. Se recolocaban los madridistas corriendo: Valverde se movió como para dar un revés cortado en vez de un pase al centro del área ucraniano.

Rüdiger y Bud Spencer

Benzema se buscó un hueco dejando pasar la pelota para chutar sin espacio, con Trubin bien plantado. Valverde se interpuso en un atisbo de contra naranja. Rebañaba la defensa y la media los acercamientos contrarios como si fueran cucharas. Pero conseguían llegar con algunos espacios claros entre medias y lanzadas como de justa que paraba Rüdiger a mamporros, legales, deportivos, pero mamporros. Una apariencia de las tortas con la mano abierta de Bud Spencer.

Una imagen metafórica y no tanto que no asustaba al Shakhtar, que se procuraba saques de esquina y ocasiones con cierta facilidad a pesar de un dominio blanco que decrecía como el combustible en el indicador de un caza de combate. Por la izquierda es por donde mejor entraba el Madrid, como si ese lado estuviera más libre de maleza. Enlazaron los visitantes varias ocasiones consecutivas con Benzema y Rodrygo de protagonistas, y entre medias otra contra que Mudryk erró en el pase que asustó al salir de sus botas.

Terminó la primera parte con la sensación de un paseo ligero del Madrid (salvo por Nacho y Rüdiger) por Varsovia cuyo empate obligaba a aumentar el ritmo en la segunda que comenzó con golpe y sorpresa tras el gol rondante del Shakhtar que finalmente llegó con Mendy superado sangrantemente en el salto, perdido, con la portería de Lunin bombardeada y alcanzada.

La reacción de Ancelotti fue la salida al campo de Vinicius y Modric por Hazard y Tchouaméni. No había oportunidad de gol aparente en el apretón un poco como de pollos sin cabeza. Se les había puesto cara a los locales de matarifes, que se lanzaban con los guantes y el cuchillo. Lunin salvó por dos veces el increíble asedio del Shakhtar, que era la consecuencia del sopor que aplastaba a los blancos.

Los dos Antonios

Asensio, Camavinga y Alaba dentro. El Madrid jugaba despersonalizado, allanado a pesar de jugar a domicilio. No servía el centro y empezaron los de Ancelotti a ir de un lado a otro al llegar a los barrios de Trubin, atestados de vecinos enfadados en la calle. Se rebelaron Vinicius y Modric para apretar, como un cinturón, en el asedio. Se barruntaba la primera derrota de un Madrid esta temporada que la pasada anunciaba casi una victoria segura, pese a las apariencias.

De una clasificación a octavos asegurada y una previsión de dos partidos plácidos, a una apretura (todo eran apreturas) de tres equipos, evaporada la gran ventaja. Pero Kroos no quería eso y le dijo a Rüdiger que subiera y Rüdiger subió para rematar. Un prodigio de exactitud que terminó en conexión y nada más, pero que precedió al siguiente prodigio, la visión de rayos X de Kroos y la fuerza de su compatriota, los dos Antonios alemanes que en segundos hicieron el gol del empate del Madrid y no solo salvaron la primera derrota del año, sino que consiguieron la clasificación matemática para los octavos justo en el momento, la especialidad del Madrid, en que parecían imposibles.