Luis Enrique, Mbappé y una relación en el alambre de la que depende el futuro del PSG
Un año más, el conjunto francés deposita todas sus esperanzas en lograr la ansiada Champions League; se enfrenta a la Real Sociedad en octavos
Al-Khelaifi anuncia que el PSG abandonará el Parque de los Príncipes y quiere construir un nuevo estadio
Llega la parte del año en la que el Paris Saint-Germain se juega la temporada. Con el club parisino ha llegado un punto donde las competiciones nacionales 'dan igual', se dan por sentadas –aunque no tienen un dominio tan tiránico como se piensa– y todos sus objetivos se reducen a la competición europea. Con el PSG no hay medias tintas. O hay gloria o hay fracaso.
El cuadro parisino llega a febrero con una buena temporada a nivel de resultados –lideran la liga con 11 puntos de ventaja, están en cuartos de final de copa y ganaron la Supercopa–. Ahí no hay queja posible para Luis Enrique, pero el juego no está siendo deslumbrante. Y ahora se lo juegan todo. El primer paso les medirá a la Real Sociedad en una ronda, los octavos de final, en la que han caído las dos últimas ediciones.
En un verano en el que se fueron Messi y Neymar, además de Marco Verratti, su mejor centrocampista, el PSG es más de Mbappé que nunca. Un equipo construido por y para él, incluso acometiendo millonarios fichajes para traerle compañeros de la selección francesa con los que mantiene muy buena relación, como es el caso de Ousmane Dembélé y Randal Kolo Muani.
Aunque parezca ir en contra de los intereses del equipo, la sensación que da el PSG es que es un equipo construido más para ganar la liga francesa, y por extensión todas las competiciones nacionales, que la Champions League. Eso es porque son un equipo ultra ofensivo, que junta muchísimos jugadores de ataque y que no le importa que sus partidos sean un constante intercambio de golpes. Ahí, en contexto francés, tienen todas las de ganar. Son la mejor plantilla de largo.
Pero en Europa es diferente, y aunque el PSG tiene mejor plantilla que su rival en esta ronda, la Real Sociedad, a la larga ese plan no es sostenible en la Champions, cuando les toque enfrentarse a uno de los favoritos en la competición. Luis Enrique junta a muchos jugadores ofensivos en el once, ha llegado a juntar incluso a cuatro delanteros y opta por un plan de partido donde su estrella, Mbappé, tenga mucho volumen de participación. A riesgo de descuidar lo demás.
La relación Luis Enrique - Mbappé
Uno de los momentos más llamativos de la fase de grupos de la Champions ocurrió en los últimos minutos del duelo de la última jornada entre el Borussia Dortmund y el PSG. El equipo parisino, que empezó perdiendo el partido pero lo empató rápidamente, se pasó muchos minutos eliminado porque, en el otro encuentro del grupo, el Newcastle le estaba ganando al Milan.
Sin embargo, en un rápido giro de los acontecimientos, el Milan le dio la vuelta a su partido y eso provocaba la clasificación del PSG, aún empatando en Alemania. De meter un gol, y por tanto ganar el partido, el equipo de París pasaría primero de grupo, pero de encajarlo y perder el encuentro, el Milan le pasaría en la clasificación y quedarían eliminados.
Por tanto, pensando que había más a perder que a ganar, Luis Enrique ordenó a su equipo a dejar de atacar en los últimos minutos, a guardar el resultado. Y a Mbappé no le gustó esa decisión. Sus quejas fueron visibles y aireadas, lamentando la falta de ambición de su técnico. Ese fue el desencuentro más notorio que han tenido entrenador y estrella esta temporada.
Con Mbappé entrando en los últimos meses de contrato y con su futuro en el aire, las dudas sobre la compenetración de ambos están presentes en el entorno parisino. «No hay nadie por encima del equipo y del club» dijo en su día Luis Enrique, que suele evitar pronunciarse sobre el futuro de su mejor jugador. Ahora que el cerco sobre su continuidad se va estrechando y la exigencia sobre los partidos crece, habrá que ver hasta qué punto la relación entre ambos se mantiene estable.
París, ahora o nunca
La sensación con el PSG es que cada año se juegan mucho más que el resto de candidatos. Y esa exigencia juega en su contra, pues ninguna competición penaliza tanto el miedo a perder como la Champions League. No es solo que de sus resultados dependa el éxito de la temporada, como ocurre con el resto de candidatos, sino que está en juego la continuidad del proyecto.
Desde que Nasser Al-Khelaifi se hizo con el club de la capital francesa, la Champions siempre ha sido el objetivo prioritario. Pero, como un reguero de víctimas, los entrenadores van pasando y fracasando en su objetivo de traer la ´Orejona´ a París. Unai Emery, Pochettino, Thomas Tuchel, Ancelotti...todos murieron en el intento.
Sin saber si Mbappé continuará o no, la ventana al éxito está más reducida que nunca. Tener al que posiblemente sea el mejor jugador del planeta en tus filas es una oportunidad que no se puede desaprovechar. Si esa presencia será suficiente para superar los miedos eternos del PSG en la competición, para romper esa barrera invisible, está por ver. Llega febrero, vuelve la Champions y mientras el resto del mundo disfruta el regreso de la máxima competición continental, en París están por ver si el sueño continuará siendo pesadilla.