Gran partido del Atlético, pero botín insuficiente para la vuelta en Alemania

El factor ambiental, constantemente denostado en el fútbol moderno, sigue teniendo amplios y obvios márgenes para influir en las mentes de los futbolistas y los resultados de los partidos. Y pocos estadios aprietan tanto como el Metropolitano en un partido de eliminatoria europea. Uno de los grandes legados de Simeone es precisamente ese, el haber convertido su estadio en un fortín casi inexpugnable. Multitud de estrellas han ido allí solo para ver sus esperanzas vapuleadas. El Borussia Dortmund no fue una excepción.

«Ahora, Atleti, ahora» rezaba la pancarta con la que el Metroplitano recibió a los suyos. Y el mensaje no podía ser más certero. Madrileños y alemanes están realizando una temporada quizás algo por debajo de lo esperado, metidos de lleno en encarnizadas peleas por los puestos Champions que no les correspondían, y por eso la competición europea se les presentaba como una oportunidad. En el horizonte, nada más y nada menos que unas semifinales de la Copa de Europa.

Pese a la efusividad que desprendía la grada, en el césped el inicio del partido llamaba al control. El Dortmund, consciente de lo fuerte que es el Atlético en su casa en los inicios de partidos europeos, quiso bajarle revoluciones al encuentro. Ya fuese con el mediocentro, Emre Can, metiéndose entre los centrales para sacar el balón o con el lateral izquierdo, Maatsen, metiéndose dentro para ofrecer un apoyo más en esa zona. Los alemanes no querían que nada escapara a su control. Al minuto 5, el Atlético se adelantó en el marcador. Era su segunda ocasión clara. Por algo esta es la competición indomable.

Precisamente en una de esas ocasiones donde Maatsen apareció por dentro, el lateral ex del Chelsea dio un pase muy peligroso y deficiente que aprovechó Rodrigo De Paul para adelantar a los suyos. En los inicios de partido en el Metropolitano no se juega, se intenta sobrevivir.

Intentó reaccionar Edin Terzic, entrenador croata de los alemanes, cambiándoles las bandas a Jadon Sancho y Karim Adeyemi. Precisamente fue el extremo inglés quien intentó cambiarle la cara a los suyos, pero los de Simeone no perdían el control del encuentro.

Pocas cosas importan más en la Copa de Europa que la experiencia y el saber jugar. El Dortmund es, posiblemente, el peor de los ocho equipos que siguen vivos pero sus problemas en el Metropolitano no estuvieron relacionados con la calidad, sino con fallos infantiles e impropios de estos partidos. Si Maatsen regaló el primer gol, un error de comunicación entre Hummels y Schlotterbeck le entregó el segundo en bandeja a Samuel Lino, previa asistencia de un inspirado Griezmann.

Pasado el descanso, y pese a que el Dortmund dio entrada a Julian Brandt, el gran ausente en el equipo inicial, la presión del Atlético seguía dominando el duelo. Lo hacía, además, gracias a un ajuste clave de Simeone: si a Ryerson, lateral derecho, le saltaba Samu Lino (el carrilero), a Maatsen, lateral izquierdo, le saltaba Llorente (interior), permitiendo a Molina mantenerse atrás y atento en las ayudas ante Jadon Sancho (o Adeyemi, debido al constante intercambio de bandas entre esos dos).

El Borussia Dortmund no lograba inquietar en demasía a Jan Oblak, pero sí vivía con el balón constantemente y se iba acercando, poco a poco, al área atlética. Simeone, poco dado a dejar las cosas al azar, decidió intervenir. Fuera Morata, dentro Barrios y Llorente pasó a ser el delantero del equipo, con Griezmann cerrando por la izquierda en un 5-4-1.

El Atlético tenía la eliminatoria donde quería. El Dortmund parecía incapaz de meterse en la eliminatoria. Lino había tenido el 3-0 en sus botas. Todo era perfecto. Y entonces, de la nada, Sancho se inventó una gran conducción por dentro, el rebote favoreció a Sébastien Haller y el costamarfileño no perdonó. Fútbol, dinámica de lo impensado.

Aupado por ese gol que les había metido de lleno en la eliminatoria, el Dortmund se fue sin complejos hacia arriba. El eléctrico extremo Bynoe-Gittens mandó un balón al travesaño y congeló el corazón de los miles de hinchas locales. En los últimos segundos los alemanes volvieron a estrellarse contra la madera. También las tuvo el Atlético, aprovechando esa ingenuidad de los alemanes yéndose arriba y dejando autopistas atrás.

La vuelta será otra historia. Una, teniendo en cuenta las diferencias del Atlético actuando de local o visitante, muy diferente. Dortmund apretará. El botín: estar entre los cuatro mejores equipos de Europa. Que el Atlético recuerde el lema de sus hinchas: la oportunidad es ahora.