Real Madrid 3-1 Barcelona
El Madrid gana el Clásico al Barcelona en medio del delirio en el Santiago Bernabéu
Los blancos dominaron un encuentro donde solo por fases, sobre todo al final, los azulgranas tuvieron algo que decir antes de la puntilla de Rodrygo
La primera cosa notable fue la claridad con la que Tchouaméni se salió de un batiburrillo blanquiazulgrana en los medios igual que si saliese de un búnker, agachado, y luego se irguiese como un general que sale a la luz y al gris campo de batalla. Un Redondo negro. Intentaba tocar el Barcelona en esa hibridez xavinetista de 2022 que introduce la contra (¡oh!) en medio de la posesión que también dirige Lewandowski.
Vinicius y Mendy se afanaban por la derecha como dos galgos. En ese toque culé practicaba el Madrid el corte y la confección de la salida. Un ataque peligroso lo convirtieron los blancos en una jugada de precisión en su propia área que se escapó como el aire de un globo en la conducción y la retención heroicas de Kroos, quien solo en el momento justo soltó la pelota para Vini.
Marca Benzema
Ya lanzado el brasileño encaró a Ter Stegen, pero se adelantó demasiado el balón en la ultima pedalada. El portero azulgrana logró despejar tapando el hueco en el remate, pero el rebote le llegó a Benzema que venía por el centro para marcar el primero del Madrid y del partido. Jugaba de maravilla el Madrid abajo (con Mendy y sus vertiginosas virguerías) para luego soltar amarras arriba, amarras tirantes por el empuje de Vinicius, Benzema y Valverde.
Cómo era Valverde al trote. Tan efectivo como la línea defensiva de su equipo, un talento y un riesgo, para dejar fuera de juego a Lewandowski, que pudo marcar en la primera escapada que dejó el Madrid por la derecha. La mandó alta el polaco en la línea de gol (y en fuera de juego no señalado) en el pase cruzado de Raphinha.
Todo en el Barsa era Lewandowski que tiraba de su equipo como Sísifo. En ese esfuerzo se recompuso el Barcelona, mientras se descompuso la idea y la forma madridista de su principio dominador. La queja y la incomodidad de Vini era un síntoma. Pero un malabarismo un poco apurado de los blancos en el centro desembocó en un despeje hacia atrás de Eric García que dejó a Vinicius delante de Ter Stegen.
Atrayendo barcelonistas, retuvo la jugada el brasileño, de taconazo de maestro para Aureliano que abrió a Mendy y desde esa izquierda el francés la dejó franquísima para el cañón de Valverde y el segundo del Madrid. Celebró el uruguayo primero con la alegría de un niño y luego como Jean Claude Van Damme después de darle un patadón en el estómago a su contrincante en Kickboxer: un Xavi en la banda con el gesto dolorido de Tong Po.
La locura de Modric
Estaba enrabietado Modric por salir a la luz. Y cuando lo hizo el Madrid se volvió magia, siempre desde un lado, desde el lugar más imprevisible, al límite, cayéndose, rodeado, aplastado es cuando hace saltar la sorpresa, como en Las Gaunas. Precisos patadones, sombreros, cambios de ritmo que acabaron con el gol de Benzema anulado por fuera de juego.
Había salido el Madrid como a las 16.15h., pero más sabio. Un pase que dio Pedri, un pase normal, no se crean, casi hace que se desmaye el locutor. Lo que sí provocó alaridos in situ fue la aparición de Kroos desde su propia área, como si fuera a caballo y con un casco con pincho en la cabeza. Salió Gavi al campo como un quinqui, un niño quinqui del que Mendy se rio. No tanto Vinicius.
Esperaba el Madrid confiado en su poderosa defensa, sin percutir en la no tan poderosa defensa rival, para lanzar la caballería pequeña, pero pesada, de Vini, Valverde (un prodigio de fuerza e inspiración) y Benzema. Había una defensa de cuatro y otra que se acercaba en las ayudas metiendo piernas fundamentales para descolocar las cabezas visitantes. Luchaba valerosa y virtuosamente el Madrid. Lo de Modric era esplendoroso y emocionante.
Con el taconazo en medio del área destruyó varios esquemas de fe culés. El tacón bonito y lavado y planchado y peinado como la novia con la que comparaba Cela a La Coruña. Tchouaméni rebañaba en el primer cuarto. La brillantez de la defensa madridista contrastaba con el patadón posterior que le entregaba la iniciativa al rival. Se fue Modric por Camavinga en loor de madridismo, el Astérix de estos cómics de Ancelotti.
Ancelotti y Rodrygo
Gavi no plegaba la navaja y el árbitro le mostró la amarilla, menos es nada. Tanto insistir en el juego trasero propició el gol del Barcelona en medio de la superioridad blanca, que ya era menos. Un balón se fue paseando amenazando empate como tormenta, hasta que apareció el providencial Rodrygo, por decisión de Ancelotti y a cambio de Vinicius, que siempre rasca, está vez la planta del pie de Eric García. Le pisó el central al delantero y a posteriori fue el árbitro a verlo para señalar el penalti que el mismo brasileño goleador convirtió en medio del delirio del Bernabéu, que celebraba el triunfo, más grande por el pequeño susto final, y de paso ya cantaba el Balón de Oro que recibirá este lunes Karim Benzema.
Ficha técnica:
Barcelona 1: Ter Stegen; Balde (Alba, m. 60), Eric García, Koundé, Sergi Roberto; De Jong, Busquets (Gavi, m. 60), Pedri, Dembélé (Ansu Fati, m. 73), Raphinha (Ferran, m. 60), Lewandowski.
Goles: 1-0 (Benzema, m. 12). 2-0 (Valverde, m. 35). 2-1 (Ferran Torres, m. 83). 3-1 (Rodrygo, m. 91. P.)