El Atlético de Madrid regresa como se fue y vuelve a exhibir su gran pegada en el Metropolitano

Para aspirar a cosas importantes, hacerse fuerte en casa se convierte en una obligación que se debe de empezar a notar desde el primer día. Y en ese sentido, el Atlético de Madrid es todo un maestro cuando juega ante su gente. Los de Simeone lograron la segunda victoria de la temporada en casa frente a un impotente Valencia gracias a los goles de Gallagher, Griezmann y Julián Álvarez (3-0).

Había ganas de fútbol en el Metropolitano. Se palpaba en el ambiente y se pudo comprobar rápidamente porque el estadio estaba lleno hasta la bandera. El sentimiento colchonero es más importante que cualquier cosa y dio igual que el partido se jugara a las 21:00 en un domingo. Los aficionados nunca van a abandonar al Atlético de Madrid y más si se enfrentaba al Valencia, un equipo histórico que en la actualidad está en horas bajas.

Para enfrentarse al conjunto valencianista, Simeone apostó por hacer algunos cambios respecto al once titular que ganó en San Mamés. En ese sentido, Conor Gallagher disfrutó de su primera titularidad en el Metropolitano y Oblak, César Azpilicueta y Sorloth dejaron en el banquillo a Musso, Reinildo y Julián Álvarez. Quedó claro que el técnico argentino quería conseguir su segunda victoria del curso en casa y, de paso, afianzarse en la zona Champions.

El balón echó a rodar y desde los primeros minutos se vio muy cómodo al Atlético de Madrid. Los pupilos de Simeone sabían que debían de tener el balón para buscarle las cosquillas al Valencia y así arrancaron el duelo. El plan del conjunto visitante era el mismo que llevan a cabo la mayoría de equipos de la máxima categoría del fútbol español. Ceder el protagonismo al rival, esperar atrás y buscar, tras pérdida, los contraataques.

La idea del Atlético se confirmó según avanzó el partido. Los colchoneros no dieron un balón por perdido y cuando llegaban a línea de fondo centro lateral para buscar los remates de cabeza del gigantón Sorloth. El noruego le ganó las marcas con facilidad a los zagueros valencianistas, pero el problema para él se llamaba Giorgi Mamardashvili. El meta georgiano tenía ganas de demostrar que el Liverpool (al que se incorporará en julio de 2025) había acertado con su fichaje. Y así lo hizo. El cancerbero estaba salvando al Valencia. Nada nuevo en la oficina.

Hasta que llegó el minuto 39. El Atlético trazó una jugada de fútbol total y Conor Gallagher la culminó de la mejor manera posible. El inglés recibió un pase exquisito de Rodrigo de Paul y definió raso con el interior. Su disparo se coló en la esquina inferior derecha de la portería de Giorgi Mamardashvili y el enfado de Rubén Baraja fue monumental. El Atlético se merecía el gol. Estaba siendo superior al Valencia. Y el Metropolitano coreó con ganas el tanto del futbolista inglés.

Griezmann mata el encuentro

Rubén Baraja no estaba contento con la actuación de su equipo y para tratar de ofrecer una mejor versión, el técnico dio entrada al joven Barrenechea y dejó en la caseta a Hugo Guillamón. La idea era mejorar con balón, pero pronto se vio que el Atlético de Madrid quería más y que iba a ir a por el segundo gol.

Y ese segundo tanto, el de la tranquilidad, llegó en el 54'. El Atlético estaba jugando con mucho dinamismo y Antoine Griezmann mandó al fondo de las mallas un pase de cabeza de Samu Lino. El francés se sumó a la fiesta atlética. Siempre aparece cuando su equipo le demanda. Y el Metropolitano celebró con ganas el gol de uno de sus mayores ídolos.

Simeone quería más y metió más leña en el asador. Sorloth y De Paul se fueron al banquillo y en su lugar entraron Julián Álvarez y Ángel Correa, uno de los grandes agitadores de la Liga saliendo como suplente. La misión era anotar el tercero lo antes posible y seguir hundiendo al Valencia, que necesitaba un gol para afrontar los minutos finales con algo de vida.

Y para tratar de meter miedo al Atlético, Rubén Baraja dio entrada a Sergi Canós y a Jesús Vázquez para ganar algo de frescura en ataque. Pero pasó exactamente lo contrario. Porque a la hora de la verdad, el conjunto colchonero fue el que buscó con más intencionalidad el tercero de la noche. Y cuando el partido llegaba a su fin llegó el picotazo de Julián Álvarez. Sólo faltaba él. Y el Atlético redondeó una noche perfecta para afrontar con optimismo el debut en Champions contra el RB Leipzig.