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Rafael Nadal y Alexander Zverev

Rafael Nadal y Alexander ZverevAFP

Nadal contra Zverev, las claves de una semifinal inédita en Roland Garros

Ambos jugadores llegan a la penúltima ronda del torneo tras haber superado sendas pruebas reveladoras de su gran condición a la espera de otro gran partido de tenis

Después de caer derrotado ante Shapovalov y ante el dolor en Roma, se supo que Nadal viajaría con su médico personal, Ángel Ruiz Cotorro, a París. Esto trascendió como si el doctor fuese una garantía para ese pie roto, incluso más que una verdadera solución, un apoyo, nunca mejor dicho. Antes de cada partido el galeno de Nadal le inyecta un antiinflamatorio directamente en el pie para que no le duela como contra el canadiense, porque curarse ya se sabe que no se cura.

El dolor invalidante

Nadal siempre ha dicho que ha jugado con dolor. Así que no puede imaginarse lo que tiene que ser esa punzada que todos los traumatólogos y especialistas coinciden en afirmar que es invalidante incluso para caminar. Sin ese dolor, el Nadal de 2022 es invencible como demostró desde principio de año hasta que se fisuró una costilla en el duelo con Alcaraz en semifinales.

Ese tórax herido le hizo volver a empezar a toda prisa para llegar a Roland Garros

Hasta con esa pequeña rotura el mallorquín tuvo sus opciones de victoria para un pleno impresionante que no llegó por poco, pues hasta con el pie y la costilla rotas tuvo sus opciones ante Fritz en el desierto de California. Ese tórax herido le hizo volver a empezar a toda prisa, tras la lenta convalecencia para llegar a tiempo a Roland Garros y, aunque de nuevo no parecía posible, ha llegado.

Rafael Nadal durante su partido de cuartos de final contra Novak Djokovic

Rafael Nadal durante su partido de cuartos de final contra Novak DjokovicAFP

Un Djokovic en plenitud era demasiado pronto para una ronda de cuartos sin apenas bagaje sobre arcilla y tras un duro partido a cinco sets contra Auger-Aliassime, pero el serbio ya es historia. Zverev es el siguiente obstáculo, el mismo talentoso tenista que repite semifinal y subió un escalón personal en su partido contra Alcaraz, el jugador del momento, siempre con permiso del campeón en Australia, al que primero encerró y, a pesar de que se escapó un tiempo, consiguió volver a meterlo en la jaula con destreza y la tutoría del bicampeón en París, Sergi Bruguera.

El revés/flecha

El servicio y ese revés/flecha lanzado desde las nubes son las mayores armas del doble campeón en el Masters. También los brazos y las piernas larguísimas que mueven su envergadura con agilidad pasmosa y una mente maravillosa casi recién descubierta. Algo curioso es que la derecha (izquierda) de Nadal (que supera a Sascha en enfrentamientos por 6-3 y 4-1 en la tierra: ese uno fue en Madrid, el torneo predilecto del teutón y el menos favorable al español) parece el antídoto perfecto para devolver casi maquinalmente ese golpetazo, y que al mismo tiempo esa forma de devolver, el liftado mítico que sube avasallando a sus rivales, no se eleva tanto delante de un jugador de casi dos metros que puede encarar esa pelota a la altura adecuada.

La sabiduría de Nadal sube como el bote de su pelota, mientras el escafoides ha acelerado físicamente la cuenta atrás

Pero eso Nadal, el mejor jugador, lo sabe. Lo sabe todo. Sabe lo que tiene que hacer en cada momento para superar a sus rivales, tengan la forma, la inteligencia o el talento que tengan. Da la impresión de que solo ese pie se interpone entre el campeón de 21 Grand Slams y la eternidad, una mayor de la que ya siempre tendrá. También sabe que su sabiduría sube como el bote de su pelota, mientras el escafoides ha acelerado físicamente la cuenta atrás.

Alexander Zverev golpea de revés durante su partido de cuartos contra Carlos Alcaraz

Alexander Zverev golpea de revés durante su partido de cuartos contra Carlos AlcarazAFP

Lo de Nadal ya es una carrera sin un segundo que perder para alcanzar el nirvana tenístico, el estado en que aún puedan aunarse la perfección física y mental y que todos lo veamos casi como cuando Neo descubría en Matrix que era el elegido y peleaba sin mirar y paraba las balas con la mirada. Eso no va suceder contra Zverev, el gran tenista alemán, que ha dado su primer gran paso en un Grande, más que por la ronda por la forma, y no quiere parar aquí. Quiere y puede no hacerlo, pero ha de conseguirlo encerrado en ese rectángulo desierto donde el español es como un morador de las arenas.

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