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Vecinos del Palmar, Murcia, celebran la victoria de Carlos Alcaraz en la final del torneo de Roland Garros que ha disputado ante el alemán Alexander Zverev, hoy domingo en la pedanía murciana de el Palmar, el pueblo de Carlos Alcaraz. EFE/Marcial Guillén

Vecinos del Palmar, Murcia, celebran la victoria de Carlos Alcaraz en la final del torneo de Roland GarrosEFE

Más de un millar de vecinos sufrieron y disfrutaron con Alcaraz en El Palmar

Carlos Alcaraz ganó su primer Roland Garros y mantiene el idilio español con París. El murciano sobrevivió a una batalla física y tenística contra un totémico Zverev y cumplió el sueño que siempre quiso vivir, que no era otro que coronarse en la ciudad del amor (6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2, en 4h 18m).

Más de un millar de personas vieron juntas en una pantalla gigante instalada en El Palmar la final que el murciano Carlos Alcaraz Garfia, vecino de la localidad, disputó y ganó frente al alemán Alexander Zverev para conquistar el título de Roland Garros en un día especial, el de la Región, en el que se coronó al joven tenista, de 21 años y número 2 del mundo, como campeón de su tercer Grand Slam.

Alcaraz, quien ya había vencido el Abierto de Estados Unidos en 2022 y Wimbledon en 2023, hizo vibrar y también sufrir a quienes se dieron cita en la avenida Pintor Pedro Cano para seguir el encuentro a través de esa pantalla montada por el Ayuntamiento de Murcia con el respaldo de la junta municipal de El Palmar.

El Consistorio colocó 800 sillas y repartió 800 abanicos para combatir el calor reinante con temperaturas que superaron con creces los 30 grados a la hora en la que se disputó el choque, desde las tres de la tarde. Además, Estrella de Levante, como patrocinador del evento, aportó 500 sombreros de paja para protegerse igualmente del sol.

Las más de cuatro horas que duró el encuentro, una final intensa y repleta de alternativas, fueron seguidas con mucha expectación y con los aficionados aplaudiendo cada punto conseguido por Alcaraz. Todo ello en un espectáculo que contó con animación.

El delirio llegó con su remontada final y, sobre todo, cuando certificó su victoria en la pista Philippe Chatrier, la central del estadio de París. A más de 1.300 kilómetros de distancia se vivió con un interés inusitado y también con tremenda alegría.

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