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Aryna Sabalenka durante su partido con Jasmine Paolini en las WTA Finals

Aryna Sabalenka durante su partido con Jasmine Paolini en las WTA FinalsEFE

Gradas vacías aun 'regalando' entradas: el pinchazo del tenis femenino cuando se separa de la ATP

Las WTA Finals 2024, que reúnen a las ocho mejores tenistas de la temporada, se están celebrando en Riad, Arabia Saudí, por primera vez en la historia. Sin embargo, a pesar del despliegue y las expectativas, el evento está destacando por un problema notable: las gradas medio vacías. Ni siquiera el regalo de entradas ha logrado atraer al público saudí, y la imagen de las canchas semi desiertas está dejando al descubierto las dificultades de la WTA para llenar estadios y captar espectadores en sus torneos independientes de la ATP.

Resulta alarmante que tenistas de la talla de Iga Swiatek y Aryna Sabalenka, figuras destacadas del tenis femenino, se presenten ante un público tan reducido en un torneo de esta magnitud. Cabe recordar que en esta edición se reparte el mayor premio económico de la historia en un torneo femenino. Las participantes en esta edición son Sabalenka, Swiatek, Gaff, Pegula, Paolini, Zheng, Rybakina y Krejcikova.

Es cierto que en el país saudí no tienen una gran tradición ni interés en el deporte femenino, pero si comparamos como el Six Kings Slam que se disputó hace un mes en la misma ciudad en la que acudieron 8.000 personas a cada partido, con las WTA Finals que es un torneo más importante, el resultado es alarmante.

La comparación con las ATP Finals, el evento masculino que sigue el mismo formato es inevitable y desfavorable para el circuito femenino. En Riad, jugadoras de altísimo nivel como Iga Swiątek, Aryna Sabalenka y Coco Gauff compiten por el título en la cúspide de su carrera, pero la respuesta del público ha sido mínima. El caso de Gauff es un reflejo del problema: en su último partido, la número tres del mundo apenas logró atraer a unos 400 espectadores, en un estadio con capacidad para miles de personas. Y así se ha repetido a lo largo de los partidos de la round-robin.

A diferencia de las ATP Finals, que tienen su sede establecida en Turín hasta 2025 y gozan de una planificación anticipada, las WTA Finals enfrentan una realidad mucho menos organizada. Hasta que se confirmó Riad, la sede era una incógnita, y esta falta de previsión viene siendo una constante desde hace varios años. Mientras que el torneo masculino cuenta con una audiencia sólida y planificación estratégica a largo plazo, el evento femenino parece improvisado, sin una sede fija y con promoción insuficiente.

Curiosamente, este problema de falta de seguimiento del tenis femenino contrasta con la época dorada de los años 90 y principios de los 2000, cuando tenistas como Steffi Graf, Martina Hingis y las hermanas Williams dominaban titulares y mantenían un interés mundial. En aquel entonces, el circuito femenino podía sostenerse por sí solo y hasta competir con el masculino en cuanto a popularidad.

Esta es solo una manifestación de un problema más amplio para la WTA: su incapacidad para posicionarse y promover sus torneos de manera competitiva. Aunque en los años 90 y principios de los 2000 el tenis femenino gozaba de un alto nivel de seguimiento, los tiempos han cambiado, y la brecha de visibilidad y relevancia entre la ATP y la WTA se ha ensanchado. Los torneos independientes de la WTA a menudo sufren de una escasez de espectadores y cobertura, mientras que aquellos en los que la WTA se une a la ATP –como los Grand Slams o como algunos torneos de categoría Masters 1000– mantienen una audiencia global que respalda a ambas partes.

El caso de las WTA Finals en Riad es un síntoma de los problemas estructurales de la WTA para captar y retener audiencias. Si bien los organizadores ofrecieron entradas gratuitas con la esperanza de llenar las gradas, la respuesta fue mínima. Esto lleva a una reflexión sobre si el tenis femenino puede sostenerse con éxito sin una colaboración más estrecha con la ATP, especialmente en eventos de alta categoría.

Iga Swiatek durante su partido contra Barbora Krejcikova en las WTA Finals

Iga Swiatek durante su partido contra Barbora Krejcikova en las WTA FinalsEFE

La WTA, que nació con un espíritu pionero para dar visibilidad al deporte femenino, enfrenta el desafío de adaptarse a un mercado mucho más competitivo y segmentado. La ATP, con un calendario planificado y un sistema de comercialización consolidado, cuenta con una ventaja estratégica y económica que la WTA no ha logrado igualar. La falta de un compromiso a largo plazo con una sede para las WTA Finals, así como de una estrategia promocional que genere interés constante, ha derivado en la actual desconexión entre el circuito femenino y sus potenciales seguidores.

Además, la posibilidad de una fusión entre la ATP y la WTA ha sido discutida en varias ocasiones, con la esperanza de que ambos circuitos puedan beneficiarse mutuamente al unificar recursos, logística y esfuerzos de marketing. Sin embargo, esta opción aún parece lejana, y el tenis femenino sigue lidiando con dificultades en soledad.

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