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El presidente Sánchez tiene mucho que reflexionar sobre las turbulencias que vienen.

El presidente Sánchez tiene mucho que reflexionar sobre las turbulencias que vienenEduardo Parra - Europa Press

Malas perspectivas

Los nubarrones que la guerra de Ucrania trae a la economía española

La tormenta perfecta se acerca con una inflación creciente y permanente, gastos como las pensiones que están ligados a ella y un crecimiento del PIB menor del esperado que disminuirá nuestros recursos para afrontar la crisis

Los analistas coinciden en que la guerra de Ucrania producirá dos efectos bomba en la economía española: un menor crecimiento del PIB y un incremento de la inflación. Hasta ahora esperábamos que la recuperación de la economía fuera reduciendo nuestro elevadísimo porcentaje de deuda, récord en Europa, y que la inflación empezará a disminuir en marzo, pero la guerra ha hecho saltar todo por los aires. Los nubarrones que vienen para la economía española tienen muy mal aspecto.

España es ahora mismo un país muy vulnerable. «Si el Banco Central Europeo sube los tipos de interés, que es lo más probable, lo sufrirán por ejemplo las hipotecas de tipo variable, que son las habituales en la vivienda en propiedad que tienen la mayoría de los españoles. La deuda pública también nos pone en una situación muy delicada, porque es muy elevada (118,7 % sobre el PIB, entre las líderes de Europa) y nos saldrá cada vez más caro financiarla (sobre todo si el Banco Central Europeo deja de comprarla). Por último hay muchos factores cuyo coste se incrementa al ritmo de la inflación (pensiones, salario mínimo interprofesional, ingreso mínimo vital), de modo que aumentará el gasto público», indica Javier Díaz-Giménez, profesor del IESE.

Imagínense la que se viene encima. Ante los nubarrones, desde luego una buena medida sería eliminar gasto público inútil. No hay que olvidar, entre otras cuestiones, que el Gobierno español tiene veintitrés ministerios y más de 760 asesores. «Tenemos un Estado muy caro», admite Díaz-Giménez.

Aunque no representara mucho sobre el total, reducir el gasto del Gobierno aliviaría algo la carga; sobre todo daría ejemplo frente a un peso de la subida de la inflación y el menor crecimiento que van a notar sobre todo la clase media y los más desfavorecidos.

Si el gasto público no disminuye, Díaz-Giménez entiende que el Gobierno no tendrá más remedio que intentar recaudar más. Señala que tendrá difícil hacerlo si no emprende una campaña de concienciación y consigue reducir la economía sumergida. En España presenta una tasa muy superior a la de Europa y el profesor piensa que es algo que puede modificarse.

Reducción de gasto público

La comparecencia ayer del comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, pudo ser un balón de oxígeno para el Gobierno y una tabla de salvación para la economía española. Como se puede leer en el artículo que hay bajo estas líneas, por un lado, anticipó la posible continuación de la suspensión de las reglas fiscales europeas que iban a retomarse el año que viene (objetivo de deuda del 60 % sobre el PIB y déficit del 2 % para los países). Por otra parte, apuntó que los países más endeudados (como España) tendrán que tomar medidas para reducir el gasto público.

Nuestro país tendrá que aplicar sus propias medidas ante un horizonte que se presenta duro. Además, se verá afectada por el contexto. Ante la subida de la inflación, Europa tendrá probablemente que dejar de comprar deuda y subir los tipos de interés, como se decía antes. Además, se está planteando destinar nuevos fondos para pagar las consecuencias de la guerra de Ucrania.

Uno de los más afectados por la guerra será Alemania. La locomotora de Europa es muy dependiente del gas ruso. Por un lado, a Javier Díaz-Giménez no le preocupa su mal momento: «Si hay un país en Europa con capacidad de amortiguar el impacto de una recesión, ese es Alemania». Al mismo tiempo recuerda que el país germano ya vio contraerse su economía en el cuarto trimestre del año pasado, antes de la guerra, y que «si Alemania no funciona, Europa se resiente». Los germanos se arrepienten ahora de haber cerrado las nucleares y tener una conexión tan fuerte con el gas ruso. Tanto ellos como Europa deben reducir su dependencia energética de terceros países.

¿A las puertas de una recesión global?

Díaz-Giménez cree que no, pero afirma sin dudar que el crecimiento económico será menor: «Seguro que el próximo informe del Fondo Monetario Internacional da unas previsiones de crecimiento económico menores para todos los países, pero no hablaremos de recesión a menos que el conflicto se desboque».

Y aquí es donde reside una de las principales incógnitas. Nadie sabe cuánto va a durar el conflicto, cuál va a ser su intensidad, si va a extenderse a otros lugares, y, por tanto, nadie puede predecir con exactitud cuáles van a ser las consecuencias económicas. Como buen analista, Díaz-Giménez piensa en varios escenarios: si Putin gana y se instala un Gobierno títere en Ucrania, calcula que el PIB global puede caer entre medio punto y un punto; si Putin se retira o desaparece de la escena, estima que el PIB global caerá entre cero y medio punto.

Mientras ese escenario se aclara, el rublo cae, en Rusia se suben los tipos de interés para estabilizar la moneda y sus compatriotas sufren las consecuencias, y en el mundo sube el precio del petróleo, la electricidad, la inflación se convierte en permanente y probablemente acelerará una retirada de estímulos por parte del BCE y subida de tipos de interés. En definitiva, estamos ante una guerra que nos afectará a todos, y a los españoles, especialmente. Sería bueno que el Gobierno tomara nota y adoptara medidas útiles para el país.

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