Comodín ruso
El Gobierno de Sánchez se excusa en «la guerra de Putin» para justificar la deriva económica
El nuevo relato apunta a la guerra en Ucrania como lastre económico y se olvida de que los datos ya eran malos antes del conflicto
El comité federal del PSOE se celebró entre el azul y el amarillo de Ucrania. Dejó a un lado el rojo y el puño en alto tan utilizado en otras ocasiones para reivindicar ese tufo marxista al que renunció Felipe González en su segundo descenso socialista.
«Vienen tiempos duros. La guerra de Putin va a hacerlo todo más duro y difícil y sin duda va a tener impacto en los precios. Pero estoy seguro de que España y Europa saldrán reforzados», proclamaba Sánchez desde ese cuartel de Ferraz, donde tiempo atrás el movimiento de urnas le devolvió también a él a la presidencia de su partido.
En sus palabras justificaba la subida del IPC, de la gasolina, de la vivienda, la caída de la bolsa y hasta el precio de la luz. El relato del Gobierno empieza a transformar la realidad para que el español crea que «la guerra de Putin» fue el principio del fin y que antes España era un paraíso sin pecado.
Nadia Calviño también ha encontrado en la invasión de Ucrania una justificación perfecta a los problemas que tiene su Ministerio para controlar los precios del gas y la luz. En la comodidad de TVE recordó a los españoles que «estamos en un momento difícil y vienen tiempos difíciles por la guerra de Putin».
La simplificación a que todos los males de España son por «la guerra de Putin» ya habita entre los españoles, la excusa perfecta para no poner en marcha nuevas medidas y seguir fiando España al mejor postor.
2018-2022
Desde que Sánchez llegó a la Moncloa hasta el 24 de febrero, día del inicio de la invasión de Ucrania, el recibo de la luz había subido un 45 %.
Al menos, en Europa el discurso que incluye «la guerra de Putin» suma más actos que gestos como que «Rusia nos obliga a tomar medidas» según el canciller alemán Scholz. Mientras que en España se le niegan en primera instancia armas a Ucrania para no herir sensibilidades entre los socios comunistas de Sánchez.
El comodín de la «guerra de Putin» no debe esconder que el precio de la gasolina en junio de 2018, cuando Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno, estaba en 1,3 euros en el caso de 95 y a 1,2 euros el diésel. El 17 de enero de 2022, antes del conflicto, el precio de la gasolina de 95 era de 1,5 euros y el diésel de 1,40 euros.
En el caso de la luz, «la guerra de Putin» no ha hecho más que empeorar los datos que ponían a España como el país de la UE en el que más caro estaba el kWh. Estos días supera los 500 euros, pero el día anterior a la invasión rusa era de 200 euros por megavatio hora, muy por encima del de aquel 2 de junio de 2018 en el que los focos que alumbraban a Sánchez consumían a 60 euros kWh.
El IPC de junio de 2018 era del 2,3 % mientras que en enero de 2022 ya estaba escalado en el 6,1 % sin que la «guerra de Putin» influyera mucho en el precio de la cesta de la compra de los españoles.
El comodín de Putin
La parte socialista del gobierno de Pedro Sánchez ha decidido maquillar con la sangre de la guerra los males que lleva sufriendo España desde hace años. La parte comunista sigue buscando cómo apoyar a Rusia sin que se note su desnorte. Aunque los datos son evidentes y la pandemia ha ralentizado todas las economías de Europa, España es la que más tarda en recuperarse a pesar de las palabras de Calviño que ha reconocido que es «una lástima» que el conflicto afecte a España en un momento en el que protagonizaba una «fuerte recuperación», con unas perspectivas macro muy optimistas.
El comodín de Putin para justificar la subida confiscatoria de impuestos, el incremento desmedido de precios, el vaciado de las arcas del estado o el recorte de libertades. Los problemas de España no tienen nada que ver con la «guerra de Putin» aunque, es cierto, que acentúa todos los que ya tenía.