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Ilustración Nadia Calviño

Los precios de los alimentos pueden caer como un misil sobre la estrategia de optimismo del Gobierno si no se reducen con la celeridad que esperan Sánchez y Calviño.Lu Tolstova

La semana económica

El Gobierno aplaude la caída de la inflación, pero el precio de los alimentos sigue subiendo

Los implicados llevan tiempo pidiendo medidas de alivio para ellos y para las familias, pero cada vez hay más factores que encarecen los alimentos

La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, se ha mostrado muy satisfecha por el menor crecimiento de la inflación en noviembre. El aumento de los precios en un 6,8 % respecto al mismo mes del año pasado sigue siendo elevado, pero es algo menor que el dato de octubre y le parece una buena noticia. La inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos no elaborados, sigue sin embargo subiendo, y eso es algo preocupante para las familias.

La ministra espera que la subyacente empiece a bajar en 2023, pero su incremento del mes pasado ha estado en buena medida basado en la subida de los precios de los alimentos. El coste de la cesta de la compra crece desde hace tiempo. El azúcar había subido un 42,8 % en octubre respecto al mismo mes de 2021, las harinas y los cereales un 37,8 %, la mantequilla un 34,1 %, las legumbres y las hortalizas frescas un 25,7 %, los huevos un 25,5 %... La Navidad también se presenta más cara. En noviembre los precios de los dulces navideños ya costaban un 8,9 % más, y los espumosos estaban un 8,4 % por encima del año pasado, por poner algunos ejemplos.

El sector de la alimentación lleva tiempo pidiendo medidas al Gobierno para aliviar la subida de los costes a las empresas productoras y distribuidoras y a las familias. Entre ellas se encuentra la inclusión de productos básicos de la cesta de la compra como la carne, el pescado, los aceites, el agua, la pasta seca y las conservas en el IVA superreducido del 4 %.

Es solo una de las medidas que han pedido y que parecería razonable para contener el aumento de los precios, pero el Gobierno de momento no la lleva a cabo, principalmente porque supondría disminuir la recaudación.

Los productores y los distribuidores han visto cómo se han disparado sus costes por la escasez de materias primas como los cereales, el precio de los fertilizantes y el de la energía, azuzados por la pandemia y los conflictos internacionales. El ministro de Agricultura, Luis Planas, cree que podemos haber llegado al pico de encarecimiento y que los próximos meses la situación puede mejorar. La realidad es que todo depende de cómo se desarrolle el contexto internacional.

En medio de este panorama tan complicado, al Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa que penalizar al sector de la alimentación con treinta nuevas medidas y cargas regulatorias en el último año, según ha contabilizado la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged). Su situación económica se complicará aún más con el nuevo impuesto al plástico. Anged y doce organizaciones más del sector agroalimentario, la industria, la distribución y los envases piden desde verano que se retrase su aplicación al menos un año, hasta enero de 2024.

Las propuestas están encima de la mesa, pero el Gobierno no las aborda, y las empresas acaban repercutiendo en los precios el incremento de sus costes para poder sobrevivir, dar un buen servicio y mantener los empleos. Al menos de momento parece que no vuelve a plantearse la ocurrencia de Yolanda Díaz de controlar los precios de los alimentos. Quizá ya le hayan explicado que los márgenes de las empresas de distribución son muy estrechos y no están precisamente lucrándose con la subida de la inflación (como sí está haciendo el Gobierno).

Por cada euro que vende Mercadona, gana entre uno y tres céntimos antes de impuestos. Hace unos días preguntamos a Nadia Calviño si la subida de los precios de los alimentos en el último IPC podría traer de nuevo al debate público la ocurrencia de Yolanda Díaz. La ministra prefirió responder que espera que la inflación subyacente baje en los próximos meses, pero si no sucede y el Gobierno ve que la ocurrencia de Díaz puede darle votos, no descarten que alguien vuelva a lanzarla.

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