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Paolo Gentiloni, Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios

Paolo Gentiloni, Comisario europeo de Asuntos Económicos y MonetariosEFE

Criptodivisas

Cinco motivos para decir no al bochorno del euro digital

La propuesta de la UE es un nuevo método de control en un futuro que quiere ser descentralizado

El romano Paolo Gentiloni tiene prisa. El periodista y Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios lleva meses maniobrando para poner en marcha lo antes posible el euro digital.

En una época donde la Web 3 va a permitir la descentralización total y que cada persona pueda disponer de sus datos en la red sin que otras empresas hagan negocio con ellos, la Unión Europea quiere subirse al carro de esta tecnología de una manera que roza la inmoralidad.

El bitcoin tiene mucha culpa en todo esto. Las criptomonedas se han convertido en el enemigo a batir por parte de los gobiernos de medio mundo mientras el otro medio gira el guion y las hace moneda oficial o su pasaporte a la Casa Blanca.

Y justo en el momento preciso en el que ser humano ha decidido liberarse de las cadenas tecnológicas reinventando la tecnología, llega Gentiloni y dice desde el púlpito de Bruselas que el euro digital «puede beneficiar a las relaciones comerciales, reducir los riesgos cambiarios y, en última instancia, reforzar nuestra soberanía».

Centralización

Que nada sea de nadie. Con este espíritu se puso en marcha la Web 3 para sustituir a la Web 2 donde el usuario era esclavo de los datos que cedía a miles de empresas que traficaban con ellos hasta hacerse billonarias.

El euro digital no es el bitcoin ni ether. Es una moneda centralizada, es decir, al cuidado del BCE y de otros bancos que serán los guardianes de su valor. Nada de que su cadena de bloques para verificar operaciones se distribuya por todo el planeta para seguridad de todos.

Riesgos cambiarios

Gentolini ha transmitido miedo a Europa asegurando que el euro digital reducirá los riesgos cambiarios. El gran riesgo lo asumió Europa cuando aceptó el euro y el café pasó a costar un 30 % más de un día para otro.

Las finanzas de 2023 ya suponen un riesgo cambiario porque las monedas tienen establecido un valor fiduciario, es decir, basado en la fe que tenemos en los países y en los bancos centrales. Dinero que pierde valor cada año y que queda a expensas de las ganas de imprimir billetes que tengan los países. Si tenemos ya todo eso, ¿qué puede mejorar una nueva moneda basada, precisamente, en lo mismo?

Soberanía

La soberanía de los países no la reforzará el euro digital. Eso lo tienen que hacer sus gobiernos, sus políticas económicas y sociales. Fue el euro el que facilitó el mercado común en Europa y el que ha estado décadas teniendo más valor que el dólar.

Un país no es más soberano por tener una moneda extra disfrazada de tendencia que no es más que otro método de pago digital con el único fin de tener controlada a esa población joven que no va a tocar un billete de euro en su vida.

Control

Ese control es lo que desea Europa. Nadie debe pensar que con el euro digital podrá hacer lo mismo que con el bitcoin. Los estados no podrán parar el desarrollo de las criptomonedas porque no tienen a quien atacar al ser un modelo descentralizado. Rastrear en qué se gasta la gente su dinero mediante el euro digital será más fácil. Cuánto ganan y cuánto se gastan. Se cierra el círculo del control.

Libertad

Desde China llegan voces asegurando que su moneda tendrá fecha de caducidad. Terrorismo económico de estado en un país donde todo vale. El problema es que Europa asuma una moneda digital y sea capaz de intervenirla cuando crea oportuno.

Bizum, Paypal o el pago con una tarjeta de crédito desde el móvil no es más que un apunte contable en la cuenta del propietario del dinero. El euro digital es el mismo perro, pero con otro collar.

Las criptomonedas se acabarán autorregulando, pero nada impedirá que sean el refugio de muchas personas para las que la criptoeconomía será su economía y no la nueva estafa piramidal que algunos quieren hacer creer a la población.

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