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19 de septiembre de 2024

Una mujer sale de un supermercado con un carro de la compra en Mejorada del Campo, Madrid.

Una mujer sale de un supermercado con un carro de la compra en Mejorada del Campo, Madrid.EP

Los precios han subido en el primer semestre un 2,2 %

En procesos inflacionarios tan altos como los que hemos tenido, vemos que efectivamente da la sensación de que la inflación desaparece

Todos los días hay discusiones en todos los medios de comunicación –afines o no al sanchismo– respecto a la inflación. Un tema muy controvertido y en el que cada uno pretende arrimar el ascua a su sardina para que esta se haga en su tiempo.

La sardina, aquí el IPC, tiene innumerables formas de verse, porque cualquiera que utilicemos es la correcta siempre que usemos los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Es verdad que, si vemos la serie de los últimos 12 meses del Índice de Precios al Consumo, nos va a salir que la inflación está en un 1,9 %. Si solo lo queremos ver de ese modo, podemos decir que por fin la inflación se ha parado y ya no estamos en proceso inflacionario.

Pero si en lugar de utilizar el IPC, utilizamos la inflación subyacente que quita el efecto de los alimentos y de la energía, estamos en un 5,9 %. Entonces tenemos un problema serio.

¿Quién tiene la razón entonces?, ¿los que solo hablan del IPC, los que solo hablan de la subyacente?

Si solo se usa uno de los términos estamos «manejando» la información y la estamos «utilizando» para nuestros intereses. La realidad es que queda todavía camino para poder dormir tranquilos y pensar que el mal sueño de la inflación ya ha pasado. Hoy voy a tratar de mostrarlo haciendo otro análisis sencillo a la par que fácil de entender.

En procesos inflacionarios tan altos como los que hemos tenido, a medida que se avanza en el tiempo y van saliendo meses de inflación muy alta y entran meses de subidas de precios menores, vemos que efectivamente da la sensación de que la inflación desaparece. Lo que no nos damos cuenta es de que los precios siguen subiendo, todo se sigue encareciendo, pero con la diferencia de que, en lugar de tasas muy altas, esto se produce a niveles mucho más pequeños.

Cuando hace un año en un solo mes la inflación subía un 2 % y ahora lo hace solo un 0,6 %, la estadística nos diría que la inflación ha bajado en 1,4 puntos, pero realmente los precios del mes han subido un 0,6 %. Esta es la paradoja de la estadística que muchas veces ni los doctores en economía con tesis copiadas ni los presidentes que reciben un curso de dos horas son capaces de ver más allá.

La inflación en España sigue ahí, mucho más baja que hace un año, pero por ello es mucho más peligrosa: si crees que la has vencido, cuando te quieras dar cuenta se te ha vuelto a ir de las manos.

El BCE, al menos ahora, lo tiene muy claro y aunque haya gente que siga diciendo que hay que parar la subida de tipos de interés, el BCE no va a hacer caso y seguramente en julio suba otro 0,25 % los tipos y en septiembre dependerá del resultado de julio/agosto, pero muy posiblemente suba todavía otro 0,25 %.

La inflación, como ya he dicho muchas veces, es el peor impuesto para las clases bajas, a las que lleva a situaciones de exclusión social y de pobreza, como está pasando con este Gobierno que se las da de social y lo que está haciendo es hundir a los más humildes de este país.

Los precios en los seis primeros meses del 2023 han subido un 2,2 %, que de mantenerse esta tensión de precios nos llevaría a una subida al 31 de diciembre de un 4,4 %. Fijémonos en que si en los próximos seis meses los precios no subiesen nada, terminaríamos el año en dos décimas por encima del 2 %, y todos sabemos que esto es imposible que suceda.

Pero este 2,2 % se produce con una bajada anual del 1,6 % del vestido y calzado, que desde que llegó el sanchismo ha subido un 24 % y que en lo que va de año está ayudando a bajar la media de los precios. Ropa y calzado sufren en sus ventas cuando el consumo se reduce, porque todo el mundo usa su ropa de la temporada anterior si es necesario y los zapatos aguantan más.

Este subíndice lo que nos está marcando es una caída clara de las ventas y, por tanto, una reacción clara de que la economía se puede estar parando.

El otro subíndice que cae, el energético, lo hace un 4,6 % en al año, fundamentalmente por el nuevo modelo de cálculo del INE, que no ha querido mantener dos datos paralelos este año.

La mala noticia es que los precios de los alimentos, que suben un 4,4 % y que están todavía fuera de control, han sido superados en crecimiento por las comunicaciones, que han subido en lo que va de año un 4,8 %, y por los restaurantes y hoteles, que siguen descontrolados y que suben en seis meses un 4,6 %. El efecto turismo extranjero está favoreciendo, de forma sustancial estas subidas de precios.

Por lo tanto, si después de ver estos datos alguien cree que la inflación está parada y que ya podemos dormir tranquilos será mejor que, para evitar dormirse y despertar con pesadillas, metan la mano en el orinal. Además de no dormirse tendrán otras sensaciones casi tan desagradables como las de saber que queda mucho trabajo por hacer para controlar esta «maldita inflación».

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