La semana económica
Hacia la «arabización» de Telefónica, o no
Los tres próximos meses son claves para saber cómo influye en la compañía española la entrada en su accionariado de la principal empresa saudí de telecomunicaciones
Telefónica y el Gobierno han dicho que no supieron hasta la noche anterior que Saudi Telecom Company (STC) entraba en tromba en el accionariado de la compañía española, pero cada vez hay más elementos que apuntan a que todos lo sabían antes.
A la información suministrada por algunas fuentes a este periódico en torno a la intermediación del socialista Javier de Paz en la operación, hay que sumar aspectos empresariales que añaden coherencia a la tesis de una acción orquestada. Uno de ellos es que «Telefónica llevaba tiempo buscando un accionista de referencia, y de este modo ya lo ha encontrado», indica César Sánchez-Grande, analista bursátil que sigue a la compañía española en Renta 4.
Con el 9,9 % del capital social que podría conseguir STC, se convertiría en el primer accionista de la compañía, muy por delante de BBVA (4,87 %), BlackRock (4,48 %) y CaixaBank (3,50 %). Telefónica tiene un accionariado muy fragmentado, algo que en principio no es bueno para la estabilidad de la empresa, indica el analista.
La fragmentación disminuiría con este accionista principal, y eso en principio podría ser positivo. Así se ha reflejado en la Bolsa, que ha visto subir la acción de Telefónica en estos días, valorando el tamaño de la inversión de STC (2.100 millones de euros) y que los saudíes hayan manifestado su confianza en la empresa y en sus gestores.
Los accionistas, que son quienes mandan en la compañía desde que se privatizó Telefónica, están satisfechos, pero es un hecho que la incertidumbre reina en torno a la empresa y dentro de ella.
El día que se conoció la operación, el martes, Comisiones Obreras (CCOO) tuvo que lanzar un mensaje de «serenidad» a los trabajadores de la plantilla «ante las continuas llamadas, correos, WhatsApp, etcétera que se están produciendo por la inversión del fondo soberano de Arabia Saudí en Telefónica». «Estamos acostumbrados a lecturas de todo tipo cuando se dan situaciones como esta: desde las más catastróficas (hace no tanto tiempo un responsable de una fuerza sindical en Madrid decía que ya estábamos en manos de Deutsche Telekom y era casi nuestra tumba) hasta las más optimistas ahora, que piensan que el petróleo nos ampara a todos», indican desde el sindicato.
Para frenar el catastrofismo que a menudo invade al español medio, el sindicato destacaba en su nota que los convenios colectivos y leyes laborales prevalecerán ante cualquier situación que llegue, y que el Gobierno ya puso límites a la posibilidad de que las compañías estratégicas puedan quedar en manos de extranjeros. En cualquier caso, pide a la empresa que les mantenga informados. Por otra parte, desde CCOO afirman confiar plenamente en el presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete: «Ha desarrollado una gestión transparente y muy comprometida con la marca de la empresa, y ha mostrado un estricto respeto a la representación y a los trabajadores», señala la delegada de CCOO.
Pallete tiene ahora un auténtico papelón por delante. Parte de la influencia que pueda tener STC en Telefónica podría empezar a verse en la presentación del nuevo plan estratégico de la compañía que tendrá lugar el próximo 8 de noviembre. En principio la entrada de los saudíes no tendría por qué reflejarse, pero al parecer han mostrado su interés en él durante la visita que estos días han hecho a Arabia Saudí Álvarez-Pallete y el consejero delegado de Telefónica, Ángel Vila.
Los tres próximos meses son decisivos para saber qué ocurre con el 5 % de Telefónica que STC ha adquirido a través de derivados financieros (el otro 4,99 % ha sido compra directa de acciones). En este tiempo, el Gobierno ha de decidir si acepta o no la compra teniendo en cuenta la legislación antiopas sobre empresas estratégicas por parte de inversores extranjeros que se aprobó en julio y entró en vigor el 1 de septiembre. Los saudíes tendrán que pedir permiso al Ministerio de Defensa, al estar la teleco española relacionada con la seguridad nacional.
Si la propuesta sale adelante, los saudíes estarán satisfechos mientras la empresa vaya bien y siga dándole la elevada rentabilidad por dividendo que le otorga en la actualidad. Les permitirá seguir diversificando sus ingresos más allá del petróleo, de Oriente Medio, y en un sector como el de las telecomunicaciones, que les interesa mucho. En esa línea han dicho que es «pronto» para plantearse pedir un puesto en el consejo de administración, pero a nadie le resultaría extraño que lo hicieran en un momento determinado, teniendo en cuenta que serían el primer accionista. Más aún si en un momento determinado quieren influir en la estrategia de la compañía. De momento han dicho que valoran mucho su tecnología y a sus directivos, pero no hay que olvidar la acción de Telefónica valía 26 euros en febrero del año 2000 y en la actualidad cotiza a 3,85 euros.
Especialistas como el profesor del IESE José Ramón Pin Arboledas explican esta baja cotización diciendo que Pallete, que antes de presidente había sido director financiero de Telefónica, se ha centrado en reducir la deuda de la compañía para aumentar el beneficio. Es un directivo enfocado en los números. Su predecesor, César Alierta, se orientaba al crecimiento de la empresa, que lleva a los accionistas a invertir por la generación de expectativas. Pin Arboledas también habla de la inestabilidad política en España como causa de la baja cotización de la Bolsa.
Sea lo que sea, está claro que los saudíes han aprovechado la baja valoración de la acción de Telefónica para entrar en una compañía que es mucho más grande que la suya. Como explica César Sánchez-Grande, la teleco española es 2,2 veces más grande que STC: Telefónica gana en ventas por 40.000 millones a 18.000, y en ebitda (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) por casi 13.000 a 6.200 millones. Ahora la clave es que se entiendan bien y que Telefónica siga creciendo en la trayectoria que le ha consolidado como una de las grandes empresas de telecomunicaciones del mundo.