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José María Rotellar

La necesaria independencia estadística

Confío en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca se explique detalladamente

Actualizada 04:30

La estadística es una ciencia esencial para poder tomar decisiones en el día a día y ver los efectos que éstas producen, sus posibles desviaciones y correcciones a realizar. Especialmente importante son todas las estadísticas oficiales que miden la actividad económica y el mercado de trabajo.

Por eso, es vital que los organismos estadísticos sean completamente pulcros e independientes en su labor, de manea que no se produzcan filtraciones, en primer lugar, y, en segundo lugar, que los datos obedezcan al máximo rigor técnico. Es decir, puede haber equivocaciones, pero no manipulación si lo que se quiere es contar con una estadística fiable y comparable en el contexto nacional e internacional.

Las revisiones de algunos de sus indicadores son normales y habituales, conforme se va contando con una información más fina que permite ajustar dichos indicadores, para que estos últimos den la imagen más real de la evolución de la magnitud medida. De esta manera, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de cuatro años, que comienza con el avance del PIB en contabilidad nacional trimestral, continúa con los principales resultados, le sigue la publicación de los principales agregados de la contabilidad nacional, y así sucesivamente hasta que el dato se asienta y se pueden construir de manera perfecta el marco input-output del ejercicio en cuestión, al cabo, como digo, de alrededor de cuatro años.

Por tanto, nada que objetar a que se produzcan revisiones al respecto, que es normal. Ahora bien, esas revisiones buscan mejorar el dato conforme se cuenta con un mayor número de indicadores para poder ajustarlo, pero la revisión es una mejora del dato, hacia arriba o hacia abajo, en términos de exactitud, pero sobre la base de un dato inicial calculado también de manera muy escrupulosa y técnica y que, por tanto, estará siempre bastante cerca del dato definitivo. Es decir, es normal que, por ejemplo, en el dato del PIB que arroja la contabilidad nacional, pueda producirse una modificación al alza o a la baja, de unas décimas, difícilmente más allá del medio punto, muy complicado que llegue al punto, pero, desde luego, de esa magnitud máxima. Una revisión mayor supondría o que el dato inicial estaba pésimamente calculado o que la revisión puede adolecer de criterios técnicos. En ambos casos, el problema sería grave: en el primero, de pericia técnica; en el segundo, de independencia.

Pues bien, desde algunas personas del entorno gubernamental, algunas incluso que asesoran al Gobierno, se ha llegado a avisar de que el lunes dieciocho de septiembre el INE revisará al alza el dato de PIB de 2022 adelantado por la contabilidad nacional trimestral, por agregación, en marzo, y alguno llega a decir que lo hará en una magnitud de ocho puntos. Como digo, que pueda sufrir una revisión el dato, es normal y habitual, dentro del rigor estadístico. Ahora bien, en primer lugar, no parece muy lógico que desde personas cercanas al Gobierno se anuncie que se producirá la revisión, porque el dato está embargado hasta la publicación de la nota por parte del INE. ¿Tienen ya el dato esas personas? Si es así, ¿por qué? Y si lo tienen, ¿por qué desvelan, aunque no den la cifra exacta, que habrá una revisión? Es vital guardar las formas y un anuncio así no es lo mejor para la independencia de los organismos estadísticos.

Por otra parte, esa revisión, como digo, es normal que pueda producirse, pero en magnitudes pequeñas. Por ejemplo, en 2020 no se produjo variación alguna: en marzo de 2021 la contabilidad nacional trimestral dio, por agregación, un crecimiento del PIB de 2020 del -10,8 % y los principales agregados de la contabilidad nacional de 2020, publicado en septiembre de 2021, confirmó esa cifra.

Valoración del PIB

Valoración del PIB

En septiembre de 2022, por ejemplo, sí que se produjo una variación sobre el dato adelantado por la contabilidad nacional trimestral, en este caso, al alza. Del 5,1 % de crecimiento inicial se pasó al 5,5 %. Es una revisión ya de cierta magnitud, pero nada que objetar al respecto, entra dentro de lo normal.

Valoración del PIB

Valoración del PIB

Por tanto, que ahora, el dieciocho de septiembre, el INE revise, al alza o a la baja, el dato de crecimiento económico entra dentro de lo normal, pero, desde luego, no una subida de ocho puntos. El dato del avance de la contabilidad nacional para 2022, publicado en enero de 2023, fue del 5,5 % en términos de volumen, ratificado con los principales resultados de la contabilidad nacional trimestral de 2022, publicados en marzo de 2023. Ahora, puede haber revisión, pero una de la magnitud de ocho puntos resultaría, cuando menos, increíble, en el sentido estricto que señala el diccionario de la RAE.

Si dicha revisión de ocho puntos se produce -o incluso una superior a un punto, porque más de un punto ya sería inaudito, sorprendente y chocante- deberá explicarse detalladamente por qué se da esa gran variación. ¿Realmente la economía española habría crecido en 2022 un 13,5 % en términos de volumen? Y, aunque sólo fuese un punto, ¿habría crecido realmente al 6,5 % en esos términos constantes. Desde luego, parece imposible. Ni siquiera parece alcanzable ni en términos corrientes, cuando menos al tratarse de cantidades constantes, en términos de volumen. Puede que el asesor que señaló que podría revisarse al alza en ocho puntos no haya expresado bien su afirmación, por problemas de espacio de las redes sociales, y quisiera decir que puede incrementarse el dato un 8 %. Eso haría que el 5,5 % fuese un 5,94 %. No parece tampoco muy ajustado a la evolución económica que hemos visto, pero podría entrar dentro de lo que es una revisión habitual y razonable. Otra explicación sería que intencionadamente se hubiese querido lanzar una posible revisión de ocho puntos para que si, finalmente, se queda en dos o tres nos parezca normal. Tampoco lo sería. Como digo, llegar al punto parece muy difícil, y más de un punto, increíble.

Por eso, si realmente se produce una subida de una magnitud superior al punto porcentual, deberá explicarse muy bien el motivo. Y si se debe a un cambio metodológico, deberá explicarse y publicarse la serie transformada, para poder comparar los datos con datos homogéneos anteriores, para no perder la trazabilidad de la serie. Todo ello debería estar técnicamente muy detallado, para justificar un cambio de tal magnitud.

El INE es un organismo muy serio y no puede dejar que haya ni una sombra de duda sobre los datos que ofrece. Nos jugamos el prestigio estadístico de casi dos siglos –desde el primer antecedente del INE, la Comisión de Estadística del Reino, creada bajo el reinado de Isabel II, el tres de noviembre del 1856– y el rigor de las cifras, y el Gobierno debe comprender que la independencia estadística es sagrada y que no se debe producir ni intromisión ni pérdida de comparación –como por ejemplo ha sucedido en el paro registrado al no conseguir todavía el Ministerio de Trabajo publicar cuántos fijos discontinuos están en período de inactividad y no engrosan las listas del paro registrado–. También es positivo que entienda que no se puede deslizar ningún detalle de ninguna publicación hasta el momento en el que se publique oficialmente. El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en «su» CIS estadístico. Estoy seguro de que el INE, sus directivos y profesionales velarán por el mantenimiento de esa independencia, pero no está de más advertir de los riesgos que cambios abruptos y no explicados en los indicadores pueden tener para el prestigio, la credibilidad y la confianza en los organismos estadísticos.

Confío en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca se explique detalladamente, con toda base técnica y que permita la comparación homogénea de las series. Seguro que así será, porque lo contrario sería gravísimo.

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