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Los ministros de Finanzas de la UE acuerdan la vuelta de las reglas fiscales que limitan la deuda y el déficit

El Consejo Europeo terminó reuniéndose por videoconferencia para zanjar por fin la reforma antes del fin de la presidencia española

Este miércoles, los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea han alcanzado un consenso sobre la reforma de las reglas fiscales de la UE. Este acuerdo llega después de un periodo de cuatro años en el que estas reglas estuvieron en pausa debido a la pandemia de COVID-19.

Con este nuevo acuerdo, se restablecen los límites en la deuda y el déficit de los Estados miembros.

La reunión, que se llevó a cabo mediante videoconferencia y duró casi dos horas, culminó con éxito una vez que Italia decidió retirar sus objeciones. Italia había solicitado más flexibilidad fiscal para fomentar la transición ecológica en su industria.

La presión para alcanzar un acuerdo en esta reunión virtual había ido aumentando en las últimas semanas. España se jugaba mucho, pero ha salido ilesa: el pacto representa un logro significativo para la presidencia del Consejo Español, que se había fijado como meta alcanzar un acuerdo antes de fin de año. No obstante, fueron Francia y Alemania quienes tomaron las riendas las negociaciones, puentenando a Nadia Calviño.

A través de su cuenta de X, anteriormente Twitter, la presidencia de España del Consejo celebró: «¡Otro hito histórico bajo @eu2023es! @EUCouncil ha acordado un nuevo marco de gobernanza económica que asegura tanto la estabilidad como el crecimiento, con reglas que son equilibradas, realistas y adecuadas para los desafíos actuales y futuros».

Nuevas medidas

En contexto, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE fue suspendido al comienzo de la pandemia de COVID-19.

Esta pausa permitió a los gobiernos aumentar el gasto para combatir la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Con la reintroducción del PEC, la Comisión Europea propuso una reforma debido a preocupaciones sobre la inflexibilidad y la dificultad de aplicar las reglas anteriores, que exigían reducciones de deuda a velocidades poco realistas, corriendo el riesgo de sumir a los países de nuevo en la recesión.

Ahora, uno de los aspectos centrales del acuerdo es la reducción gradual y sostenida del déficit y la deuda pública. Esta aproximación permite a los países miembros disminuir su endeudamiento de manera progresiva, sin comprometer el crecimiento económico.

Paralelamente, se ha prestado especial atención al impacto contra-cíclico de las políticas fiscales, permitiendo a los Estados adaptar su gestión económica a las fluctuaciones del ciclo económico. Esto es crucial para evitar políticas que puedan agravar las recesiones, asegurando una respuesta fiscal flexible y sensible a las condiciones económicas cambiantes.

Otro pilar importante del acuerdo es la protección de las inversiones en áreas estratégicas como lo verde, digital, social y defensa. Se establecen salvaguardas específicas para asegurar que estas áreas críticas no se vean afectadas negativamente por las medidas de austeridad, reconociendo su importancia para el futuro sostenible y tecnológicamente avanzado de Europa.

También se ha introducido la posibilidad para los países de presentar planes fiscales de cuatro años, extensibles a siete años. Este enfoque flexible permite a los Estados miembros planificar y ejecutar inversiones y reformas estratégicas de manera más efectiva, alineándolas con sus necesidades y prioridades específicas.

Para simplificar y clarificar el marco fiscal, también se ha adoptado un único indicador, la senda de gasto, que servirá para evaluar el cumplimiento fiscal de cada país durante el periodo de ajuste. Esta medida busca hacer el proceso más transparente y fácil de entender tanto para los responsables de las políticas como para el público.

Además, se han incorporado salvaguardas con umbrales de referencia específicos para garantizar una reducción efectiva media anual de la deuda, diferenciada según el nivel de endeudamiento de cada Estado. Así mismo, se establece un margen de déficit estructural y una velocidad de ajuste del déficit estructural primario, ofreciendo cierta flexibilidad en caso de extender el periodo de ajuste fiscal.

Finalmente, se ha previsto un régimen transitorio hasta 2027, que atenúa el impacto del aumento de la carga de intereses y protege la capacidad de inversión de los países.

En vísperas del acuerdo, los ministros de Finanzas de Francia y Alemania, Bruno Le Maire y Christian Lindner, expresaron en París su confianza en alcanzar un consenso. Ambos se reunieron para cenar y abordar los últimos puntos pendientes del acuerdo. Le Maire mostró seguridad sobre la consecución del acuerdo, mientras que Lindner, al lado de él, sugirió usar la palabra «solución» en lugar de «acuerdo», señalando una actitud más cautelosa de Alemania hacia el último texto propuesto.