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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado por la vicepresidenta tercera, Teresa RiberaEFE

Sánchez da salida a Ribera, que también ha dejado de ser un activo para el PSOE

La ideología verde de la ministra ha resultado tóxica para núcleos importantes de votantes, como los agricultores

La hasta ahora ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, encabezará la lista del PSOE para las elecciones europeas con un futuro incierto. No está nada claro que pueda convertirse en comisaria de Energía, como es su deseo, y cobra fuerza la percepción de que Sánchez «se la ha quitado de encima», indican fuentes del sector.

Según las mismas fuentes, Ribera tiene muy difícil ser la próxima comisaria europea de Energía por varios motivos. El primero es que Josep Borrell quiere seguir como Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Si quiere seguir, seguirá, más aún estando como está en un cargo sensible por los conflictos actuales. Si continúa, no es probable que se le dé a España otro cargo, porque en Europa los cargos se reparten, como se vio con Nadia Calviño y el Banco Europeo de Inversiones.

El segundo motivo es el nuevo escenario que parece que va a surgir en el Parlamento Europeo tras las elecciones de junio. Las encuestas apuntan a que no habrá suma de mayoría absoluta de populares y socialistas por primera vez desde el año 1979. El tercer grupo estará más escorado hacia la derecha, y ahí no encaja bien la ideología verde de Ribera.

A este nuevo arco parlamentario hay que unir la difícil política energética de Europa tras el estallido del conflicto en Ucrania y el demoledor informe Draghi encargado por Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, que se publicó hace unos días. En él el ex presidente italiano del Banco Central Europeo apuesta por un giro radical para que la UE recupere su competitividad. Implicaría, entre otras cosas, ralentizar el proceso de descarbonización de la energía. En ese contexto pinta poco una defensora a ultranza de la ideología verde como Teresa Ribera.

Si no prospera la candidatura de Ribera a la Comisaría de Energía, a la ministra le espera un futuro gris en la Comisión, pero al Gobierno le vendrá bien deshacerse de ella. La política energética de Ribera ha tenido unos efectos tóxicos sobre los principales afectados de su ideología verde, entre los que destacan los agricultores.

Ribera ha dejado de ser un activo para el Gobierno, y por eso se marcha. La pregunta es quién le sucederá. Algunas fuentes hablan de su número 2, Sara Aagesen, con fama de algo más moderada y menos impertinente que Ribera. Ha sido la artífice del plan energético del Gobierno para los próximos años, pero al parecer no está del todo bien vista en Moncloa. Otro candidato es Manuel de la Rocha, director de la Oficina Económica de Moncloa. Sonó como posible ministro de Economía y su no elección podría verse compensada con la sucesión de Ribera.

Otras fuentes apuntan a Natalia Fabra, consejera de Enagas en representación del PSOE, y experta en cuestiones energéticas, aunque algunas fuentes la descartan.

Ribera no deja buen recuerdo en las grandes empresas del sector, donde ha sembrado una fama de arrogancia, algunos la han considerado «insoportable» y se ha caracterizado por su odio a los hidrocarburos. A pesar de ello, las grandes empresas no han tenido nada que ver en el relevo.

Por supuesto en el PSOE piensan lo contrario. Estiman que el papel de Ribera en la solución de la crisis energética por la dependencia del gas ruso, su imaginativa excepción ibérica y el tope al precio del gas le han servido para ganarse una reputación en Bruselas, aunque la llegada de gas ruso a España batió récord en 2023, con un aumento del 30 % respecto al año anterior. No obstante el Gobierno propondrá a Ribera como comisaria de energía previsiblemente a final de junio.

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