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José Manuel Cansino

Medir nuestra productividad: difícil, pero inaplazable

En los últimos quince años España ha ido separándose de la media de los siete economías europeas más avanzadas

Actualizada 04:30

El nivel de bienestar económico de los españoles se aleja del promedio europeo. Naturalmente podemos reconfortarnos diciendo que disfrutamos de otros beneficios intangibles como el clima, la gastronomía o el patrimonio cultural. Puede que sea cierto pero puede que los demás también estén convencidos de disfrutar de sus propios intangibles.

Si volvemos a la métrica económica y tomamos como referencia el PIB por persona en edad de trabajar (lo que permite tener una idea robusta de la capacidad potencial de las economías), la economía española muestra un comportamiento muy preocupante. En los últimos quince años España ha ido separándose de la media de los siete economías europeas más avanzadas. Desde una posición que en 2007 se situaba unos cinco puntos por encima de la media hemos pasado a estar –en la actualidad– trece puntos por debajo. Los datos los aporta Rafael Doménech, economista Jefe de BBVA Research y uno de los mejores profesionales en España. En definitiva, hemos perdido diecisiete puntos de convergencia en quince años; más de un punto por año.

Productividad empresarial

Productividad empresarial

Naturalmente si en lugar de compararnos con las economías más avanzadas lo hacemos con la media de la Unión Europea (UE) y con la de la zona euro, las diferencias son menos acusadas pero la fotografía sigue sin favorecernos. Efectivamente, el Instituto de Estudios Económicos recuerda que la renta per cápita española se situó en 2023 por debajo del 90 % de la media de la UE. Lo preocupante es que poco antes de la pandemia, en 2018, estábamos en el 92,5%. Más de tres puntos de caída.

La productividad es la más importante fuente de prosperidad económica

La productividad de nuestra economía ofrece la principal explicación de este alejamiento de los niveles de bienestar (la otra explicación está en nuestra tasa de ocupación). Efectivamente la productividad es la más importante fuente de prosperidad económica; un término muy poco usado engullido por el de progreso.

En la importancia de la productividad se concitan consensos muy amplio pero en su medida, disensos no pequeños tanto en su medición agregada como en su aplicación a la gestión empresarial. Esto último hace que su papel en los cuadros de mando de las empresas sea discreto tirando a marginal.

Una razón para el escapismo de la productividad está en que no pocas veces se limita a medir la de los empleados a partir del cociente entre lo producido (idealmente en unidades físicas) y las horas efectivamente trabajadas. Esta medida es la que se conoce como la productividad aparente del trabajo, es la más usada por la oficina de estadística de la UE y busca medir el valor creado por la plantilla de la empresa. En 2022 este valor en España sólo alcanzaba al 76% de la media de la UE y al 63% del registrado en Alemania; una significativa distancia que se mantenía desde el año 2000 como señaló Javier García-Arenas en una investigación para el servicio de estudios de CaixaBank.

Pero la productividad no es sólo la que aporta el trabajo; también la que se deriva de la capitalización física de cada empresa y de la economía en general. Para medirla habría que tomar una medida del valor de lo producido y del capital utilizado. Esta medida es más compleja y por eso escapa frecuentemente de los indicadores de gestión empresarial.

Aún hay más. Me refiero a un tercer componente de la productividad denominado productividad total de los factores (PTF) y que no se deriva ni de un cambio en la plantilla ni en la cantidad de capital físico operativo. Con frecuencia un aumento en la PTF puede derivarse de un cambio en el modelo de gestión de la empresa, de la mejora en el valor de la marca, del aprovechamiento de las bases de datos a partir de herramientas de inteligencia artificial o de la aplicación de un software adecuado. En definitiva, la PTF está muy relacionada con los activos intangibles de una empresa o país y, si ya es compleja la métrica de la productividad del capital, medir la PTF supone adentrarse en decisiones que requieren adoptar criterios contables complejos y sujetos a controversia.

Ahora bien, la dificultad de medir la productividad no debe convertirse en un obstáculo insalvable que impida a nuestras empresas mejorar su eficiencia o a nuestro bienestar seguir alejándose de nuestras referencias como nación. Cada componente de la productividad contribuye al valor global. De hecho, el propio García-Arenas cuantifica el aumento anual promedio de la productividad en España en el 2,4 % para el periodo 2014 a 2019. De esta cifra global el 1,6 % lo aportó la productividad del trabajo, el 0,5 % la del capital y el 0,3% restante la PTF.

Por último; geográficamente hay una marcada diferencia entre niveles de productividad entre las regiones europeas. Estas diferencias condicionan muy directamente los niveles de bienestar en cada una de ellas. Por ejemplo, para las regiones que agrupan al 20 % de las menos productivas, la productividad media para 2022 fue de 30,1 euros de PIB per cápita por hora trabajada en Paridad de Poder de Compra mientras que para el grupo del 20 % de regiones más productivas, el mismo valor fue de 53,8 euros. La diferencia, además, tiende a agrandarse en los últimos años como señalan Oriol Aspaschs y Erik Solé. En clave nacional las regiones del norte se incluyen en la zona de productividad media (sólo la región vasca alcanza el nivel de máxima productividad) mientras que las regiones del sur aparecen fotografiadas con niveles bajos de productividad. En perspectiva europea, casi todas las regiones españolas muestran una considerable distancia de las más pujantes concentradas en un 82% en Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Alemania y Austria.

El gobierno acaba de crear un Consejo para promover la mejora de la productividad. El mismo gobierno incapaz de localizar al prófugo de la justicia Puigdemont, afronta el reto de ponerle números a esta viscosa magnitud. Al menos ha puesto a su frente a un reputado economista; Juan Francisco Jimeno.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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