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José Manuel Cansino

De Almaraz a la planta nuclear de Google

Estados Unidos acaba de prorrogar, por un periodo de cuarenta años, el funcionamiento de dos centrales nucleares gemelas a la española

La central nuclear de Almaraz, ubicada en la provincia de Cáceres, encara su cierre definitivo que comenzará con el apagado del primero de sus reactores en el mes de Noviembre de 2027. Esta parte final de su vida activa coincide en el tiempo con la firma de la empresa propietaria de Google, Alphabet Inc, de un acuerdo para poner en marcha el funcionamiento de pequeños reactores nucleares (SMR por sus siglas en inglés). La electricidad producida por estos reactores contribuirá a garantizar el abastecimiento de la creciente cantidad de energía necesaria para respaldar las tecnologías de inteligencia artificial.

La nueva planta nuclear, impulsada por la empresa propietaria de Google a través de la fórmula contractual de un acuerdo de compra de energía (PPA en inglés), se ubicará en EE. UU. Precisamente en ese país se acaba de prorrogar por un periodo de cuarenta años, el funcionamiento de dos centrales nucleares gemelas a la de Almaraz.

Jeremy Rifkin, uno de los pensadores y asesores políticos más influyentes de Occidente, expuso con rigor que todas las revoluciones industriales —y estamos inmersos en la llamada 4.0— incluían entre sus características un cambio en la fuente de energía dominante. Sin duda, la energía nuclear a gran escala fue determinante en la generalización del uso de la electricidad en los hogares e industrias en la pasada revolución industrial, pero, desde sus primeras aplicaciones a los usos civiles, ha venido acompañada de la polémica.

Últimamente, los argumentos de la escasa rentabilidad de las grandes plantas nucleares se han sumado al vector de opiniones contrarias al mantenimiento de las mismas. Unas plantas que fueron construidas hace décadas —la de Almaraz entró en funcionamiento el 1 de mayo de 1981—. Tan es así que, en reuniones de técnicos y de negocios, es conocido que accionistas de referencia de estas empresas muestran un muy escaso interés en su prórroga habida cuenta de la existencia de tecnologías más rentables y de que la inversión está sobradamente amortizada.

Las decisiones sobre dónde ubicar nuevas plantas de producción de cualquier sector económico están condicionadas por el abastecimiento energético. En otros términos, si no hay infraestructura que garantice el suministro energético, es muy difícil que se levante una factoría. La central de Almaraz generó en 2023 el 55 % de la electricidad consumida en Extremadura y el 7 % del total nacional. Su cierre es una importante desincentivo para la atracción de inversiones en esta región.

Google-Alphabet tiene claro que su negocio será cada vez más demandante de energía

Google-Alphabet tiene claro que su negocio será cada vez más demandante de energía. Probablemente también tenga en cuenta que sus clientes aplauden buenas prácticas ambientales. Ambos requerimientos junto a los precios atractivos de la electricidad mini nuclear, ha hecho impulsar a Alphabet la inversión a la que nos hemos referido más arriba. Esta visión de las cosas debería estar más presente en España; incluso sin renunciar a culminar un proceso de transición energética que sea sostenible también en los puestos de trabajo y en la generación de riqueza.

Sin duda, el cambio de modelo o matriz energética es un proceso complejo cuando, por ejemplo, nos referimos a economías del tamaño de la española (la decimoquinta del mundo en términos de PIB). Incluso aceptando que el cambio del modelo debe estar orientado a reemplazar las tecnologías contaminantes por las limpias, la hoja de ruta no aparece en el mapa como una única autovía, sino como una combinación de corredores que transitan por tierra, mar y aire si se permite el símil.

A modo de botón de muestra, en las mismas fechas en la que Google-Alphabet comunicaba la firma de su acuerdo para abastecerse de energía eléctrica de generación nuclear, España reactivaba el proceso de consulta pública para perfilar el sistema de subasta de 1.200 megavatios de energía procedente de la cogeneración. Hora arriba o abajo, el fabricante estatal chino de aerogeneradores Dongfang electric, anunciaba la construcción del mayor aerogenerador con capacidad de 26 megavatios. Casi al mismo tiempo, el CEO de BMW hacía unas declaraciones en las que afirmaba que la prohibición de vender coches con motor de combustión en Europa a partir de 2035 no era realista.

Los cinco ejemplos anteriores son solo una muestra de lo complejo del cambio en el modelo energético; cierre de una gran central nuclear en un país como España mientras se prorrogan plantas similares en otros países; nuevas plantas construidas a partir de mini reactores nucleares para abastecer la fuerte demanda de la «tecnología de los datos»; reactivación de los sistemas de cogeneración para las industrias españolas; avance en la curva de aprendizaje de la energía eólica y cuellos de botella para reemplazar los coches de motor de combustión por los eléctricos. Sin embargo, la complejidad del proceso no puede acabar eclipsando un hecho cierto; si una zona como Extremadura no reemplaza la capacidad de generación de la planta de Almaraz por un sistema similar en coste y continuidad de suministro, las inversiones se alejarán.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino