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Una persona compra en una frutería de Barcelona.EP

Enanismo empresarial: el exceso de burocracia lastra a las compañías españolas y europeas y las impide crecer

El exceso de carga normativa, burocrática y tributaria las hace más vulnerables a las crisis económicas, tienen más dificultades para acceder al crédito y presentan mayor morosidad

España tiene un problema de tamaño. Hay registradas cerca de tres millones de empresas, de las cuales 1,6 millones no tienen asalariados y 1,1 millones tiene menos de diez empleados; es decir, el 93 % de las compañías de nuestro país se consideran micropymes, según los datos del Ministerio de Industria. Esto tiene graves efectos en la productividad y generación de riqueza, pero se trata de un problema extendido en Europa, donde este porcentaje ascendió en 2023 al 93,2 %.

Lo explicaba hace unas semanas el secretario general de la Confederación Española de Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), Luis Aribayos, durante unas jornadas en Pamplona: si el tejido empresarial español aumentase, el PIB aumentaría en 5 puntos, se crearía un millón de empleos más y se recaudarían 20.000 de euros más adicionales.

La de Aribayos no es una opinión aislada. Estudios del Banco de España han alertado de que las empresas más pequeñas son más vulnerables a las crisis económicas, tienen más dificultades para acceder al crédito y presentan mayor morosidad. Y no crecen porque no compensa. Un estudio elaborado por Enrique Moral-Benito y publicado por el regulador bancario, alertaba que «no se observan ganancias de productividad tras episodios de aumentos en el tamaño empresarial».

Los motivos son variados. Un informe del Instituto Español de Analistas señalaba que el conjunto de regulación laboral tiene más efecto para el crecimiento de las plantillas que aquella regulación tributaria. De hecho, el exceso de carga normativa y burocrática ha dado lugar a la conocida como «maldición del empleado 50», que conlleva una serie de obligaciones sindicales que acaban siendo disuasorias para el empresario. Algo similar ocurre cuando la facturación sobrepasa esos 6 millones de euros.

Pero no se trata de un problema típico español. La oficina de estadística de la Unión Europea (Eurostat) acaba de publicar los datos del conjunto de los Veintisiete y muestran la misma dinámica. En el año 2022, el 99 % de las empresas tenían menos de 50 empleados y el 93 %, menos de 10. España, incluso, no se encuentra en lo más alto.

Eslovaquia (97,5 %), Países Bajos (97 %), Chequia (96,4 %), Hungría (96,2 %) y Francia (96,2 %) muestran el mayor porcentaje de empresas con menos de diez trabajadores de toda la UE, frente a Alemania (84 %), Luxemburgo (88,1 %) o Austria (91,7 %).

Las diferencias se encuentran en la generación de riqueza. En España las empresas de menos de 10 trabajadores facturaron una media de 168.000 euros cada una, frente a los 278,9 millones que generaron las de 250 trabajadores o más, lo que nos sitúa en el puesto 17 y 13 respectivamente de la UE y muestra la mediocre productividad de nuestras empresas en general.

Algunos países, conscientes de los efectos de un tejido empresarial demasiado disperso, han tratado de impulsar el crecimiento de sus compañías, como es el caso de Alemania con las llamadas Mittelstand, cuyo peso en el sector industrial es un modelo a seguir para el resto de la Unión. En España, sin embargo, la tendencia parece ir en sentido contrario.

El Ministerio de Trabajo ha ofrecido a las pymes subvenciones para la contratación indefinida en el marco de la reducción de jornada mientras negocia un nuevo aumento del salario mínimo interprofesional y el endurecimiento del despido.

Asimsimo se ha aplicado impuestos temporales a banca y energéticas y el Gobierno está a punto de aprobar la trasposición de la directiva europea que fija un tipo medio para el Impuesto de Sociedades en las grandes empresas. Además, somos el tercer país de la UE tras Chipre y Lituania donde más ha crecido la ratio de impuestos sobre el PIB en los últimos cinco años. Corren malos tiempos para el emprendimiento.

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