Chipre, el alumno económico que aventaja al ternero famélico español
Este país es otro claro de ejemplo de cómo una economía impulsada por una expansión del sector servicios de alta productividad ayuda a sostener un crecimiento sostenible
A pesar de no encontrarse dentro de los PIIGS —los cerdos en inglés—, Chipre forma parte de las economías rescatadas durante la crisis de la deuda soberana (2010-2013). Países como Portugal, Irlanda, Grecia y España (rescate bancario), junto con Chipre, estuvieron bajo el designio y supervisión de los hombre de negro, la Troika de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.
En mi anterior artículo, expliqué cómo el milagro portugués y el rugido económico del Tigre Celta irlandés volvían a poner a ambos países en el mapa europeo. Sin embargo, Chipre pasó desapercibido por su reducida economía: posee un PIB de menos de 32 mil millones de euros –menos del 3 % del PIB español– y una población de casi 1,3 millones de habitantes, menos que la población de la ciudad condal de Barcelona. A pesar de ello, este pequeño país de raíces helenas ha demostrado, al igual que Portugal e Irlanda, que la recuperación económica es posible incluso si previamente ha tenido que ser rescatado.
Chipre crece con mucha más fuerza y vigor que la propia España. La previsión de la Comisión Europea es que la isla crezca al 3,6 % en el 2024, al 2,8 % en 2025 y al 2,5% en el 2026. De este modo, Chipre supera en 0,5 décimas el crecimiento económico esperado de España, 3,1 % según las estimaciones de S&P para 2024, el cual se basa especialmente en el consumo público, es decir, en el aumento del gasto de las AA.PP. y el nuevo medio millón de funcionarios españoles contratados desde 2019.
No sólo el crecimiento económico de Chipre es mayor, sino que también el compromiso de sus dirigentes en materia fiscal supera a los políticos españoles, una tarea no muy complicada en términos generales. Hace más de 10 años, el país grecochipriota presentaba una deuda pública del 80 % y un alto riesgo de impagos que nunca se llegó a producir, puesto que tras 10 horas de largas negociaciones, la Troika y Chipre llegaron a un acuerdo para su rescate. De este modo, Chipre pasó de una deuda del 80 % en 2013 al 110 % en 2014 sobre PIB, pero con un claro compromiso de reducirla, llegando incluso al 93 % en el 2019. Sin embargo, la pandemia elevó la deuda al casi 120 % de su PIB y truncó los grandes esfuerzos de contención fiscal aplicados por el gobierno. A pesar de esta gran dificultad, Chipre presentó una deuda en 2023 del 77 % sobre PIB, un dato que refleja la gran diferencia con respecto a la política fiscal española, la cual arrojó una deuda del 105,1 % en el 2023.
Las políticas de contención y reducción del gasto superfluo del país le han permitido obtener importantes superávits fiscales
Chipre es el alumno aventajado de Europa, ya no sólo por su crecimiento económico y su reducción del ratio de la deuda, sino también por iniciar el ciclo virtuoso económico de la política fiscal. Las políticas de contención y reducción del gasto superfluo del país le han permitido obtener importantes superávits fiscales, específicamente del 2,6 % en el 2022 y del 2 % en el 2023, según datosmacro.com. Sin embargo, la Comisión Europea espera que el superávit del 2024 pueda llegar incluso hasta el 3,5 % del PIB.
Según el economista senior del Fondo Monetario Internacional, Les Manison, «el gobierno chipriota posee cerca de 6 mil millones de euros en depósitos bancarios, es decir, más del 18 % del PIB del país a finales de septiembre del 2024». De este modo, el compromiso de consolidación fiscal, junto con los superávits fiscales y ahorros actuales han permitido a Chipre mejorar el tipo de interés a pagar de su bono a 10 años, el cual ha pasado del 4,40 % en el 2023 al 3,18 % en el 2024. Asimismo, es la única nación europea que consigue reducir su deuda en términos absolutos, pasando de los 26 mil millones en el 2021 a los 23 mil millones de 2023: es decir, el país ha logrado amortizar tres mil millones de deuda. Sin embargo, en la otra cara de la moneda España ha pasado de tener una deuda de 1,4 billones en el 2021 a casi 1,6 billones en el 2023. De nuevo, Chipre vuelva a dar una valiosa lección a España.
La calificación de la deuda chipriota es de mayor seguridad a su pago que la española
Cada día que pasa Chipre sigue mostrando que este es el camino, de hecho, las diferentes agencias de rating así lo confirman, puesto que Moody´s subió la calificación de la deuda chipriota en dos niveles, es decir, de Baa2 a A3. En otras palabras, la calificación de la deuda chipriota es de mayor seguridad a su pago que la española, puesto que España posee un nivel de Baa1.
Finalmente otro punto a destacar es la renta per cápita, los ciudadanos chipriotas alcanzan ya los 30 mil euros superando en más de 5 mil euros la renta per cápita española. No obstante, uno de los datos más esclarecedores es el empobrecimiento de España frente a la UE y, por tanto, también frente al enriquecimiento chipriota.
Según Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, desde el 2013, tanto España como Chipre aumentaron su índice de renta per cápita en comparación a la media europea de 100. España partía del 90 frente al 84 de Chipre, es decir, España partía de una posición aventajada. De este modo, España lograba en el periodo 2013-2017 un crecimiento de hasta el 93, frente al 90 respectivamente de Chipre. Sin embargo, es justamente a partir del 2018, año del cambio de gobierno, cuando España pasa del 93 hasta el 88 en el 2023 frente a un Chipre vigoroso que pasa del 90 pasa al 95. De este modo, Chipre ya no sólo dio el sorpasso en renta per cápita a España, sino también se espera que lo haga a Italia en el 2024.
Chipre es otro claro de ejemplo de cómo una economía impulsada por una expansión del sector servicios de alta productividad, junto con las inversiones extranjeras directas (IED), al igual que una inmigración formada y ser sede de importantes empresas, tal y como lo es Irlanda, ayudan a sostener un crecimiento sostenible al cual, en poco tiempo, habrá que incluir la explotación de importantes reservas de gas.
España puede aprender tanto de Portugal, como de Irlanda y de Chipre, máxime cuando somos el segundo país más montañoso de Europa y poseemos un suelo rico en minerales, todos ellos claves para la autonomía estratégica de Europa. Evitemos excusas y recalibremos nuestras prioridades junto con nuestras políticas. Todavía estamos a tiempo.