La Agencia Internacional de la Energía pone fecha para el fin del imperio del petróleo
Este nuevo episodio en la historia de la humanidad supone todo un reto, puesto que será necesario apostar por un mix energético donde la nuclear recobre la fuerza de antaño
En 1973, tras la Guerra del Yom Kipur, la victoria israelí provocó una subida del 17 % del precio del petróleo por decisión de los países árabes miembros de la OPEP. Además, se decretó un embargo completo a EE.UU. y a los Países Bajos, ambos países aliados de Israel en la Guerra. El petróleo se convirtió así en un arma política arrojadiza, puesto que el barril se cuadruplicó en sólo seis meses. El mundo occidental sufrió altos niveles de inflación y desempleo lo que derivó en una recesión económica. Occidente aprendió una valiosa atención, debía explorar y desarrollar alternativas (energías renovables y energía nuclear) para no depender del petróleo.
El oro negro es muy valioso, tanto que durante décadas ha permitido a los miembros de la OPEP y, especialmente, a los países árabes gozar de la entrada de ingentes cantidades de divisas. Sin embargo, ahora se inicia un cambio de paradigma de la mano de la electricidad y, por tanto, de forma paralela, comienza así el principio del fin de los inmensos beneficios petroleros de la OPEP. La Era de la electricidad, según las palabras del director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Faith Birol: «definirá el sistema energético mundial en el futuro y (éste) se basará cada vez más en fuentes de electricidad limpias».
En el Informe Perspectivas energéticas mundiales, World Energy Outlook en inglés, de 2024, prevé que habrá sobrecapacidad productiva para ciertas tecnologías limpias, tales como las baterías, como las placas fotovoltaicas. Sin embargo, lo más llamativo del informe es el exceso de oferta relativo al petróleo y al gas natural licuado (GNL) debido en gran parte a la mejora de la producción de los yacimientos, pero a su vez, por el descenso de la demanda, especialmente de China. La lenta recuperación económica del dragón asiático ante la falta de confianza del consumidor está lastrando al crecimiento. Además, cabe destacar, los grandes esfuerzos a marchas forzadas del Partido Comunista chino por lograr la electrificación de su economía, junto con la implementación de tecnologías limpias. Según Birol: «la expansión solar de China avanza a tal ritmo que, a principios de la década de 2030 –menos de diez años a partir de ahora–, la generación de energía solar de China por sí sola podría superar la demanda total de electricidad de los Estados Unidos en la actualidad».
El Informe de la AIE pronostica que en la segunda mitad de esta década, podríamos ver un suministro más abundante de petróleo y gas natural, lo que cambiaría significativamente el panorama energético global, dependiendo de las tensiones geopolíticas. El potencial excedente dará lugar a un descenso de los precios de los combustibles fósiles reduciendo así la inflación y, por tanto, la presión social. De este modo, las AAPP podrán eliminar las ayudas fiscales a las familias y al transporte, puesto que ya no serán necesarios. El ahorro económico permitirá a las AAPP invertir y favorecer aún más en infraestructuras críticas para aumentar la generación eléctrica, ya sea favoreciendo la construcción de nuevos reactores nucleares, como apoyándose en una mayor implantación de energías verdes y de sus vectores energéticos, tales como el hidrógeno. Gracias a ello, las AAPP buscarán limitar el calentamiento global al 1,5 °C, tal y como se recoge en los Acuerdos de París.
El consumo global de electricidad se duplicará desde los estimados 460 TWh de 2022 hasta los más de 1.000 TWh de 2026, según la AIE
A día de hoy, es importante no olvidar el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), una potente tecnología que demanda una gran cantidad de energía eléctrica para su funcionamiento. Por este motivo, las grandes tecnológicas, Amazon, Google y Microsoft están apostando por la energía nuclear a través de los reactores modulares pequeños, los SMR (Small Modular Reactor), de cara a cumplir sus objetivos de cero emisiones netas. A día de hoy, tanto los centros de datos de Google como de Microsoft consumen 24 TWh, es decir, por encima del consumo de más de 100 países según el Informe mensual de la AIE y los reportes de las propias compañías. Sin embargo, en uno de los estudios del banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, la demanda energética de los centros de datos en EE.UU. se triplicará entre 2023 y 2030 obligando a incorporar 47 GW extra al sistema eléctrico. No obstante, EE.UU. no es el único caso, en términos generales, según la AIE, el consumo global de electricidad se duplicará desde los estimados 460 TWh de 2022 hasta los más de 1.000 TWh de 2026.
Las proyecciones de demanda eléctrica han provocado que los gobernantes y los diferentes países tomen nota de la necesidad de incrementar la generación eléctrica. Además, la crisis energética generada por la Guerra de Ucrania ha impulsado de nuevo los proyectos nucleares, puesto que son sinónimo de estabilidad de suministro y seguridad económica. Por ello, países como Japón, quien anunció en su día el cierre de sus centrales, ha declarado que reactivará de nuevo sus reactores y construirá nuevas plantas de última generación, al igual que ya lo están haciendo China, Rusia, India, Corea del Sur, EE.UU., Francia, Eslovaquia y un sinfín de países.
El ocaso del petróleo parece vislumbrarse en el horizonte mientras la electricidad preside la nueva Era de la energía, esta vez marcada por un gran desarrollo tecnológico, la revolución industrial 4.0. Este nuevo episodio en la historia de la humanidad supone todo un reto, puesto que será necesario apostar por un mix energético donde la nuclear recobre la fuerza de antaño, una fuerza que, por desgracia, no podrá mirar a España, quien continúa dándole la espalda y manteniendo su apagón nuclear en el 2035. España nada a contracorriente no ya de Europa, sino del mundo.
- Gonzalo Gómez de la Calle. Consultor de NTTData y Profesor de Economía y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE