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Gonzalo Gómez de la Calle

La gestión hídrica en España: de los romanos y Franco al plan que suspendió Zapatero

El pragmatismo y las razones técnicas quedan totalmente olvidadas cuando de política e ideología se habla, pues han sido varios gobiernos los que tenían esta información y no actuaron

Actualizada 07:46

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En España contamos con más de veinte acueductos que datan del periodo romano, por tanto se puede concluir que el terreno ya demandaba en esa época una gestión activa de los recursos hídricos de la península ibérica. Sin embargo, no será hasta 1902 con las ideas del regeneracionista Joaquín Costa cuando aparece el Plan General que busca el despertar del letargo económico de España a través del uso masivo del agua para el regadío.

Tras 1902, el periodo entre 1911 y 1931, especialmente durante el régimen del general Primo de Rivera, el Estado se consolidó como garante de la obra hidráulica que España necesitaba. Su objetivo era claro: mejorar la agricultura, desarrollar la industria y fomentar el comercio exterior. De hecho, fue con Primo de Rivera cuando nacen las Confederaciones Hidrográficas en 1926 siendo la primera la del Ebro. Nace así un sistema que destaca por su enfoque integral, al igual que descentralizado en la gestión de las cuencas. Cabe destacar, que el modelo español ha servido de inspiración para la elaboración de la Directiva Marco del Agua de la UE, al igual que para el Plan Nacional de Gestión Integrada de Recursos Hídricos de Perú.

La II República también se preocupó por la gestión hídrica. Ya fuera bajo el mandato de Azaña o de Lerroux, pues no importaba el color del partido, ambos gobiernos confiaron en la misma persona para mejorar el uso del agua. Manuel Lorenzo Pardo, ingeniero de caminos, canales y puertos, fue el autor del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, un plan que recogía ya el trasvase Tajo-Segura y, por tanto, era proyecto que destacaba por su altura de miras. No obstante, no pudo ponerse en práctica por la Guerra Civil. A pesar de ello, el Plan General de Obras Públicas de 1940, el Plan Peña, del régimen del general Franco, se basó en gran parte en los trabajos republicanos. La ideología se hacía a un lado ante el racionalismo, la técnica y la ciencia. No importaba el régimen del momento, sino mejorar la situación económica y social de las gentes de España.

Durante el régimen del general se construyeron más de cien pantanos, junto con el trasvase republicano del Tajo-Seguro. Asimismo, España pasó de ochenta y tres mil hectáreas de regadío en 1939 a más de un millón, junto con la construcción de numerosas centrales hidroeléctricas. Una labor de desarrollo económico, gestión hídrica y social sin paragón en la historia material de España. De hecho, a pesar de no ser muy conocido, los diferentes miembros del Gobierno del general pugnaban por el uso del agua. Por un lado, aquellos que defendían el uso extensivo del regadío para impulsar y alimentar a España y, por otro lado, los industriales que querían cada gota de agua y cada salto de desnivel para generar energía y, de esta forma, industrializar a la nación.

Franco y sus respectivos gobiernos fueron los encargados de dotar a España de una clara infraestructura hídrica hasta tal punto de volver a ser aclamado cuarenta años después de su muerte

El general Franco y sus respectivos gobiernos fueron los encargados de dotar a España de una clara infraestructura hídrica hasta tal punto de volver a ser aclamado tras llevar más de cuarenta años muerto. En estos momentos en lo que España ha contabilizado más de doscientos muertos y más de dos mil desaparecidos, sus ojos vuelven la mirada hacia el Plan Sur de Valencia. Un proyecto que supuso la desviación de 13 km del cauce del río Turia que atravesaba la propia ciudad y que ha permitido aliviar dos picos de 2.000 m3 por segundo durante la pasada DANA. De este modo, el régimen quería evitar que se repitiese la muerte de ochenta y una personas que perdieron su vida con la riada de 1957.

El régimen era consciente de que el riesgo cero no existía, pero llevó a cabo importantes actuaciones de obra civil para minimizar las posible consecuencias humanas y ambientales, tales como el desvío y la construcción de la presa de la Forata de 1969, la cual logró acumular en solamente tres horas más de 20 hm3 en esta pasada crecida. Gracias a ello, España no debe de lamentar una catástrofe mayor en vidas humanas, a pesar de las continuas críticas de diferentes colectivos, especialmente ecologistas, que defendían destruir la infraestructura hídrica del régimen en pro de recuperar los cauces naturales de los ríos. Un tipo de política que, de haberse llevado a cabo, hubiera llevado a España a tener más pérdidas humanas, ya no sólo en la región metropolitana de Valencia, sino también en la misma capital del Turia.

El Plan Hidrológico Nacional del 2001 recogía la acometida de varios embalses y trasvases a las cuencas del Levante, pero Zapatero lo suspendió

Diferentes gobiernos de España han intentado poner encima de la mesa soluciones a la gestión hídrica del país. Cabe recordar, el Plan Hidrológico Nacional del 2001 del gobierno de Aznar que recogía la acometida de varios embalses y trasvases a las cuencas del Levante. Sin embargo, con la llegada del gobierno de Zapatero se suspendió dicho plan. No obstante, en el 2004, Hispagua, el Sistema Español de Información sobre el Agua, recogió el anuncio, por parte del Gobierno, de la construcción de la presa de Cheste, una infraestructura que recogería 8 hm3 para evitar las crecidas e inundaciones del barranco del Poyo. De hecho, este plan fue comunicado por la Confederación Hidrográfica del Júcar para acabar con las inundaciones de 16 localidades, puesto que la comarca de la Huerta Sur ha sido históricamente una de las más castigadas por las crecidas. Sin embargo, Cheste nunca se construyó ni se llevaron a cabo las actuaciones requeridas para evitar este tipo de desgracias.

Finalmente se demuestra que el pragmatismo y las razones técnicas quedan totalmente olvidadas cuando de política e ideología se habla, ya sea para unos o para otros, pues han sido varios gobiernos los que tenían esta información y no actuaron. Una vez más, desgraciadamente, España ve cómo la realidad supera a la ficción en luchas fratricidas políticas que rebasan un sinfín de esperpentos. A pesar de ello, la nación logra estar a la altura ayudando y colaborando con quien más lo necesita junto con el Ejército y las Fuerzas del Orden. Una vez la sociedad se recupere, llegará el momento de depurar responsabilidades y esa ola de indignación arrastrará a más de uno.

  • Gonzalo Gómez de la Calle, consultor de NTTData y profesor de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE.
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