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Plantación de almendros

Plantación de almendrosEuropa Press

Agricultura

Así son las fincas que seducen a los grandes fondos de inversión

El 6,6 % de sociedades jurídicas acaparan el 42 % del valor de la producción que se genera en el campo español

La actividad agraria pertenece cada vez menos a ganaderos y agricultores. El campo, refugio de labores milenarias para la subsistencia y la alimentación del ser humano, no escapa del afán especulador.

Con el paso del tiempo, la tierra se reparte entre menos manos: el Censo Agrario de 2009 registraba 989.796 explotaciones, mientras que en 2020 contaba 914.871; sin embargo, la superficie agraria útil total aumentó en 161.000 hectáreas. Las grandes explotaciones, aquellas que superan las 100 hectáreas, han aumentado casi un 9 % desde 2009 y, pese a representar únicamente el 6,09 % del total, controlan el 58 % de la superficie agraria útil.

La llegada de los fondos de inversión de capital riesgo a los cultivos es más que una realidad, tal y como advierte el Balance Agrario 2024 de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos). La organización destaca que, según datos del Ministerio de Agricultura, un 6,6 % de sociedades jurídicas acaparan el 42 % del valor de la producción que se genera en el campo español.

Las perspectivas favorables de los precios de la tierra y de sus productos, así como el interés por diversificar su inversión ha llevado una cascada de millones de los fondos al campo español.

Javier Fatás, responsable de frutos secos de COAG, explica en conversación con El Debate cómo son las fincas que seducen a los fondos: «Buscan tierras de regadío con una importante extensión y que requieran modernización. Los agricultores no pueden acceder a este tipo de explotaciones porque requieren un desembolso elevadísimo».

El principal requisito de los fondos, se calcula que más de 900 poseen ya tierras valoradas en más de 100.000 millones de euros en la Península Ibérica, es tener cubierto el recurso hídrico. «Los fondos buscan tierras donde está asegurada el agua porque quieren terrenos con la mayor capacidad productiva», apunta Fatás, que localiza Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha como regiones de especial interés para estos inversores ajenos a la agricultura y la ganadería tradicional.

Las importantes extensiones de tierra con necesidad de modernización y de cambios en las formas de riego acaparan el foco de los fondos. Los cultivos de almendras, olivos, frutos secos, o maíz han sido destinatario de este dinero procedente de operadores ajenos al campo en los últimos tiempos.

«Se trata de inversiones gigantes en las que el plazo de recuperación es reducido por la rentabilidad de los cultivos. Necesitan un esfuerzo elevado de primeras para el que un agricultor de a pie no está capacitado. Estos fondos sí, ellos no tienen problemas de financiación», lamenta Fatás.

El balance de COAG condena la concentración de la producción y la creación de oligopolios, que estimulan la entrada de fondos de inversión en el campo español. «Se desprende una contundente evidencia: los datos macroeconómicos de Renta Agraria 2024 enmascaran una creciente pérdida de poder adquisitivo de los pequeños y medianos agricultores profesionales: en los últimos 20 años, los principales inputs para producir se han encarecido un 92 %, mientras que la renta agraria corriente ha crecido un 49 %», indica el informe.

El informe de «Caracterización Sectorial y Caracterización Perceptores de Ayudas PAC» que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación emitió en 2017 y 2019 para el sector agrícola y ganadero, respectivamente, señala que la dimensión económica media de las explotaciones con titular físico es de 42.000 euros, mientras que cifra en 271.000 euros las de las personas jurídicas.

El responsable de frutos secos de COAG subraya que los fondos de inversión siempre van por delante. «Están cambiando plantaciones por las que apostaron hace 10 o 15 años para sustituirlas por otra producción que saben que irá mejor en el futuro. Sus estudios de mercado son mucho más reveladores que los de un agricultor tradicional, que cuando entra en estos cultivos ya lo hace en la cresta y con la rentabilidad en caída», concluye Fatás.

La compraventa de fincas rústicas ha experimentado un aumento significativo, con un incremento del 20 % en comparación con 2019. COAG achaca este auge a los grandes fondos de inversión de capital de riesgo, tanto nacionales como extranjeros, mientras que la cadena agroalimentaria, desde la producción al consumo, destruye valor para el agricultor.

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