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Emblemas del catalanismo como Grifols y el Barça, presidido por Laporta, pasan por momentos difíciles.

Símbolos del catalanismo como Grifols y el Barça, presidido por Laporta, pasan por momentos difíciles.Lu Tolstova

La semana económica

De Grifols a Laporta: la pesadilla continúa entre los emblemas catalanistas

Las aguas siguen bajando turbulentas por el mar del empresariado más catalanista, que ve cómo el idealismo sale mucho más caro que tener los pies en el suelo. Más de 8.000 compañías han optado por salir de la región desde el famoso acto independentista del 1 de octubre de 2017, y entre los que se han quedado hay grandes emblemas del catalanismo que lo están pasando realmente mal.

Uno de ellos es Grifols. La compañía farmacéutica especializada en hemoderivados (medicamentos elaborados a partir del plasma sanguíneo) pasa por un calvario desde que la firma de análisis Gotham City Research denunciara en un informe que falseaban las cuentas. Indicaban que manipulaba su ebitda (beneficio operativo), y que su deuda (el gran problema de la compañía) es realmente de entre diez y trece veces el ebitda, muy por encima de las 6,7 veces que reconocía la firma catalana (hoy lo sitúan en 5,7 veces).

Grifols sería un gran negocio si estuviera bien gestionada, pero hoy en día no lo está

La compañía no levanta cabeza desde que se publicó este informe, hace justo un año. Así se refleja en la Bolsa. Desde entonces su cotización ha caído un 34 %. Si nos vamos más allá, su acción valía 34 euros en febrero de 2020, a años luz del entorno de 9 euros en los que cotiza ahora. A cierre de 2023 la compañía valía 10.000 millones de euros en Bolsa, y hoy en día está alrededor de los 5.700 millones.

Pese a ello, Grifols es una compañía muy atractiva que suscita el interés de potenciales compradores. Se dedica a un segmento muy interesante, en el que participan muy pocas empresas a nivel mundial. Prácticamente es un oligopolio. Bien gestionada, Grifols sería un negocio de primera línea. El problema es que no lo está, como puso de manifiesto el informe de Gotham.

Diversos fondos han intentado comprar Grifols, pero han ido chocándose con problemas importantes. Junto a su importante deuda y la poca claridad de las cuentas, hay una coherencia escasa entre sus prácticas de gobierno corporativo y el exigido a una compañía que cotiza en Bolsa: contradicciones y mezclas entre el patrimonio empresarial y el familiar, conflictos entre los asesores de fuera de la compañía y la situación interna (el despacho de auditoría externa estaba representado en el consejo de administración, por ejemplo, algo extraño)... Choques con la transparencia poco compatibles con los requisitos que se piden a las empresas en los mercados financieros.

Si Laporta consigue sacar adelante su plan, pasará a la historia del club

Además de estos inconvenientes, se produjeron otros, como cuando intentaron profesionalizar la compañía poniendo al frente a alguien que no era de la familia: Thomas Glanzmann. Siempre estuvo muy controlado por la familia, y ahora ha pasado a ser presidente no ejecutivo.

Grifols ha cometido errores muy importantes, como los relacionados con las transfusiones de sangre en Estados Unidos, pero sigue siendo una compañía muy apetecible. En los nueve primeros meses de 2024, último dato disponible, ha facturado 5.237 millones de euros, un 8 % más que en el mismo periodo del año anterior, y ha ganado 88 millones, frente a los 114 millones de pérdidas de los nueve primeros meses de 2023. Tiene 23.000 empleados repartidos en treinta países. Las agencias de calificación (S&P, Fitch y Moody's) han mejorado sus perspectivas sobre la empresa. Pese a ello, el último en descartar su compra ha sido el fondo canadiense Brookfield. Ofrecía 6.000 millones por el 70 % (ahora el 100 % vale menos de 5.800, como comentábamos más arriba), pero finalmente no lo vio claro y descartó la adquisición en noviembre.

Junts parece también estar detrás del apoyo a otro de los grandes símbolos del catalanismo: el Barça. El club presidido por Joan Laporta ha protagonizado en este arranque de año una situación dantesca de la que apunta a salir victorioso: la prohibición de la inscripción de los jugadores Dani Olmo y Vitor Roque a partir de enero y la posterior revocación de la decisión hasta que los tribunales decidan sobre el asunto.

La estrella Dani Olmo iba a quedarse sin jugar por incumplimiento de la normativa de control económico que han de cumplir todos los clubes de fútbol, pero de repente puede jugar.

Laporta fichó a Olmo en agosto sabiendo que podía no tener dinero suficiente en enero, como así ha constatado LaLiga. A algunos les parece impresentable, y otros lo ven audaz. Lo cierto es que el Barça estaba intervenido desde el año 2020, cuando lo presidía José María Bartomeu, el predecesor de Laporta, y ya no lo está.

Este retorno al equilibrio presupuestario, avalado por el préstamo del banco de inversión Goldman Sachs, se basa en la venta de patrimonio y en la reciente obtención del contrato con Nike, calificado como el mejor en la historia del fútbol: 1.700 millones de euros hasta el año 2038.

Esta aparente vuelta a la lógica en las cuentas económicas, si se confirma, está sentando muy mal a la capa más alta de la sociedad civil catalana, a su establishment, que según fuentes conocedoras no considera a Laporta como uno de los suyos, contempla sus logros con envidia y está deseando que se estrelle. El presidente tiene un gran apoyo popular y parece que está consiguiendo salvar al Barcelona. Si finalmente lo consigue y no lo hunde, desde luego pasará a la historia del club.

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