El paraíso envenenado del subsidio
La izquierda actual es una izquierda tremendamente irresponsable y en el ámbito económico se ve claramente
La izquierda nunca ha sido muy ducha en obtener buenos resultados en economía. Sus logros económicos suelen ser, con honrosas excepciones, inversamente proporcionales a sus éxitos propagandísticos. Es verdad que hay socialdemócratas brillantes, cuyo único problema es que suelen confiar en exceso en el gasto público sin ver del todo los efectos negativos que conlleva la expulsión del sector privado por esa sustitución que se produce por el sector público y en la merma de la actividad derivada del incremento de impuestos. Ahora bien, esos socialdemócratas brillantes, que los hay, pueden obtener resultados que no sean eficientes, pero tampoco que generen un descalabro insalvable. Sin embargo, la izquierda actual, es una izquierda tremendamente irresponsable, y en el ámbito económico se ve claramente.
Ahora, el Gobierno ha sido derrotado y su decreto ómnibus ha sido rechazado, cuando pretendía volver a incrementar el gasto vía subsidio. Introdujo dentro la revalorización de las pensiones para tratar de sacar todo adelante, pero la oposición no cayó en la trampa –con independencia de que la propuesta de reforma de pensiones del Gobierno sólo lleva a la Seguridad Social a la quiebra–. Este decreto era un paso más en dicha irresponsabilidad, pues sus actuaciones ahondaban en el abismo del endeudamiento público, al contener un incremento de gasto que es ya inasumible para las cuentas españolas, como por ejemplo, las siguientes:
• La prórroga de las ayudas al transporte para todos, sin segmentar por razones económicas. Si una subvención, un subsidio tiene como finalidad ayudar a una persona en un momento determinado, limitado en el tiempo, en el que está pasando por un bache, esta medida generalista supone un sinsentido, que sólo incrementará el gasto de manera innecesaria en la gran mayoría de los casos.
• Mantenimiento del impuesto a las energéticas, que es demagógico, como el de la banca, y que tiene poco poder recaudatorio y ahuyenta la inversión.
• Quiere intervenir más el mercado al impedir los desahucios para vulnerables y los cortes de suministros, cuando las buenas prácticas de la banca y compañías suministradoras de servicios ya contemplan medidas de apoyo. Con esta medida, el Gobierno genera inseguridad jurídica y, con ello, ahuyenta, de nuevo inversiones.
• El mantenimiento de la subida del salario mínimo, cuando, además, está preparando otra mayor para 2025, que sólo generará economía sumergida y desempleo.
Son medidas de incremento de gasto, regresivas, además, en muchos casos, como la gratuidad del transporte, y que perjudican a toda la población, incluso a quienes el Gobierno pretende beneficiar, porque la instalación de una economía permanente del subsidio sólo genera el debilitamiento de la economía, y si ésta se debilita, cae, y si cae, el empleo disminuye, perjudicando a todos, especialmente a quienes tienen una menor cualificación, que quedan atrapados en un subsidio permanente que anula su capacidad como personas y como profesionales, sometidos a la arbitrariedad de las medidas del gobierno de turno, quedando su voto cautivo.
La economía permanente del subsidio sólo genera el debilitamiento de la economía
Gasto, déficit y deuda y, sobre todo, una apuesta decidida por una economía subsidiada. Esta gestión contraproducente sólo puede conducirnos a acentuar la destrucción del tejido productivo y, con ello, de millones de puestos de trabajo, dejando a trabajadores y empresarios sin cobertura alguna, y a destruir, así, la prosperidad labrada por los españoles, convirtiendo a nuestra sociedad en un ente pobre y subvencionado, incapaz de prosperar. Es el paso de una economía sostenible a una economía sostenida artificialmente. Es la distancia que media entre la prosperidad y la pobreza, respectivamente. Es la apuesta de la izquierda radical actual por una economía subsidiada en lugar de por una economía productiva. Es el camino más directo hacia el empobrecimiento de todos los españoles, la forma de establecer, indirectamente, un voto cautivo y abandonar todo espíritu de esfuerzo y sacrificio, que es lo que hace prosperar a una sociedad. Es el empobrecimiento intelectual y material de una sociedad, que limita indirectamente, las libertades de las personas, al depender de un subsidio. Esa sociedad que quiere la izquierda, la del subsidio, nos endeuda hasta extremos que no se podrán soportar, merma las capacidades de las personas, hace perder valiosos profesionales y provoca graves daños económicos, que conducirán, de no remediarlo, a menor pujanza laboral y, por tanto, más subsidios y que, por tanto, perjudica a todos, porque es la destrucción de una sociedad.
- José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.