Entrevista | Director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas
Luis Calabozo (FENIL): «La industria de la leche ayuda a fijar población en la España rural»
«El algoritmo de Nutriscore no se adapta al queso desde el punto de vista nutricional, como tampoco es lógico que una leche semidesnatada tenga una calificación peor que una bebida refrescante», afirma
La Federación Nacional de Industrias Lácteas está compuesta por 60 empresas que «transforman el 95 % de la leche producida en España» y «vela por los intereses del sector industrial lácteo español para contribuir a la sostenibilidad de toda la cadena productiva».
Luis Calabozo nos recibe en la sede de FENIL, que dirige, para hacer el balance de un «complicado» 2022 para el sector. Por desgracia para la industria de la leche, el presente año no pinta mucho mejor. Los costes se han disparado, como han comprobado en sus carnes tanto los ganaderos como el consumidor, dejando un escaso margen para la cadena.
Estamos hablando de un sector que aparte de su valor económico, quiere reivindicar la importancia de «asegurar a la población productos nutricionalmente esenciales» para su desarrollo así como su capacidad «de fijar población» en aquellas zonas rurales que observan cómo la despoblación avanza sin dar tregua.
–¿En qué situación se encuentra el sector lácteo tras un complicado 2022 y cuáles son las perspectivas para 2023?
–El ejercicio 2022 ha sido muy difícil, la incidencia sobre el tejido productivo como materia prima ha sido tan fuerte que va a condicionar 2023, año que en ningún caso será mejor que 2022.
Para entender el sector lácteo hay que saber cómo funciona: la industria es aquella que compra leche como materia prima, elabora con ella productos lácteos y con estos los pasa a la distribución para que llegue al consumidor. Encontramos, por tanto, tres eslabones, el ganadero o productor primario, que tiene sus costes de producción para recoger la leche todos los días, la cual se higieniza para fabricar productos de consumo y que pasan a la industria de la distribución para que llegue al eslabón final.
Lo que le hace especial es que es un sector de producción continua, las vacas, las ovejas y las cabras deben ser ordeñadas todos los días, cuya leche debe ser recogida todos los días para higienizarla, conservarla y elaborarla para llevarla diariamente al consumidor. A partir de esa complejidad, se pueden conocer mejor las dificultades de supervivencia para todos y especialmente para las pymes, que conforman el 99 % de nuestro tejido productivo.
–Entre esos tres eslabones, encontramos al primero, que es el ganadero, que ha visto cómo aumentaban sus costes de producción, pero nos preocupa también el tercero, el consumidor, que ha visto cómo se encarecía el precio de la leche y de sus productos derivados durante el pasado 2022…
–A veces, la percepción externa nos lleva a conclusiones que no reflejan la realidad. Cuando hablamos del IPC de la leche, hay que tener en cuenta que cuando los IPC generales subían, los precios de la leche, el yogur y el queso tenían inflaciones negativas a lo largo de 2021. Cuando se mide en porcentajes, comparado con ejercicios anteriores, estos son mayores. Desde el punto de vista del consumidor, partimos de un punto en el que la leche era utilizada como un producto de atracción. El IPC de la leche ha subido un 30 % en el interanual pero si hablamos de la leche UHT –la parte del producto lácteo que más leche como materia prima absorbe–, hay que decir que ha pasado de 60 céntimos de valor absoluto a 90 céntimos. Por cada diez céntimos que aumenta la leche, esto supone 19 euros para la familia tipo al año. Cifra muy inferior al aumento de llenar el depósito, por poner un ejemplo.
La ley de la cadena alimentaria
–¿Cómo califican desde FENIL asuntos clave como la ley de la cadena alimentaria o la nueva PAC europea?
–Este es un sector desde siempre muy regulado desde que España ingresó en el mercado único europeo. Sin embargo, esa regulación tan garantista no tenía continuidad hasta el final de la cadena, quedándose en puro voluntarismo el tratar de remunerar a todos los eslabones. Este sector fue el primero en comprometer las relaciones en contratos escritos con el ganadero mucho antes de la entrada en vigor de la ley de la cadena alimentaria, acabando así con los pagos a resultas, es decir, tener contratos escritos antes de la entrega de la leche.
La última reforma de la ley solo tiene un año y trata de ser más garantista con la producción primaria en general y con el ganadero en particular, tratando de cubrir el coste efectivo de producción de cada uno de ellos. En el ejercicio 2022, en nuestra opinión, no ha tenido incidencia en los aumentos de los costes, que deben ser achacados a las razones de mercado en este momento alcista. Habrá que esperar para valorar su eficacia.
–¿Sacrificar reses es la única opción ante estas turbulencias?
–Una ganadería tiene animales en producción y otros en recría, que vayan reponiendo esa capacidad de producir leche. Todos los animales tienen una edad natural que antes o después habrá que reponer por vacas nodrizas. En un momento de crisis de tesorería, donde suben los costes de alimentación, se procura gestionar la situación ahorrando y adelantando la reposición, lo que explica la caída de producción de leche a lo largo de 2022.
–¿Cómo califican la vigencia del etiquetado de Nutriscore?
–Tenemos una iniciativa europea que procura simplificar al consumidor la información nutricional de cada uno de los productos. En este sector, cada producto es diferente, y en función de la simplificación del algoritmo, hay categorías que se adaptan y otras no. Por ejemplo, para la interpretación del queso desde el punto de vista nutricional, no se adapta, precisamente para lograr esa labor de simplificación. Para los quesos no sirve. Como tampoco es lógico que una leche semidesnatada tenga una calificación peor que una bebida refrescante.
–¿Qué importancia puede tener el sector para ayudar a contener la despoblación y contribuir a fijar población en eso que llamamos la España vaciada?
–La responsabilidad del sector lácteo en general es, primero, asegurar a la población la disponibilidad de alimentos nutricionalmente esenciales para el desarrollo; la segunda, dar valor económico, pues estamos ante un sector que da 30.000 empleos directos con un convenio colectivo y que factura 9.500 millones de euros; y tercero, contribuir a la fijación de población en los territorios rurales. La ganadería de leche necesita que el ganadero viva donde están los animales, a los que hay que ordeñar todos los días.
Sobre el mapa, la situación es la siguiente: de los 1.600 establecimientos que dan empleo a estas zonas, cerca del 40 % están en poblaciones de menos de 2.000 habitantes; cerca del 55 %, en municipios de menos de 5.000 habitantes; el 70 % en municipios de menos de 10.000 habitantes y menos del 10 % en ciudades de más de 50.000 habitantes. Es simbiótico el tener una industria fuerte para garantizar la supervivencia de estos territorios.
Este es uno de los valores que tratamos de transmitir a la sociedad y pedimos a las Administraciones que, en años particularmente difíciles, por lo menos no pongan trabas que pueden comprometer el futuro del aseguramiento alimentario de la sociedad. No podemos depender el día de mañana de que otros países nos vendan productos lácteos, ya que nunca nos venderían la materia prima. Según qué trabas pueden comprometer la viabilidad del sector, y ya lo hemos visto con el cierre de ganaderías, que influirán sobre el abastecimiento y la dependencia, así como la fijación de población de estos territorios.
El sector lácteo en España
- En el contexto de la UE, la producción española de leche de vaca se sitúa en torno al 5 % del total comunitario, frente al 15 % y 20 % que representan la leche de oveja y de cabra, respectivamente. Actualmente, España es el segundo país de la UE que más leche de oveja y cabra produce.
- La producción de leche de vaca en España sigue una tendencia creciente, superando en 2021 las 7.470.000 de toneladas entregadas.
- La cadena de producción, transformación y comercialización del sector lácteo (vacuno, ovino y caprino) es de gran relevancia en el marco del panorama agroalimentario español: factura en torno a 13.000 millones de euros al año y genera más de 60.000 empleos directos.
- Los datos que arroja la encuesta de consumo en los hogares que elabora cada año el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) muestran hasta el año 2016 una caída continuada del consumo de lácteos en nuestro país. Por esta razón, aumentar el consumo interior se ha convertido en uno de los principales retos del sector en su conjunto a corto y medio plazo.