NutrInform, la alternativa mediterránea al monopolio francés de NutriScore

Italia se desmarca del 'monopolio' impuesto por Francia con NutriScore sacando su propio sistema de etiquetado frontal, NutrInform: un sistema que pretende ser más fiel y preciso que el desarrollado en el país galo.

Nutrinform utiliza un etiquetado con «baterías» que muestran el aporte de calorías y nutrientes en comparación al máximo recomendado. Según Luca Piretta, nutricionista de la Universidad de Roma y uno de los creadores de este sistema, «hay que buscar un sistema que sea objetivo, no que satisfaga a unos algoritmos».

«Cada macronutriente tiene su papel. Tenemos que tender hacia la correcta alimentación y no a una dieta estrafalaria para perder peso, que ese no sea su único objetivo. No hay que demonizar ningún alimento, sino comer variado».

Nutrinform basa sus datos en raciones diarias recomendadas por consumidor al día para que cada uno tome sus decisiones, en función de la dieta que quiere seguir. Así, muestra el porcentaje de calorías, grasas, grasas saturadas, azúcares y sal de los alimentos sin considerar si son más o menos saludables. Esta información se ofrece a través de una aplicación que escanea el código de barras.

La aparente buena voluntad de estos sistemas esconde realmente los intereses de las grandes multinacionales de la alimentación por enmascarar, como algo saludable, productos ultraprocesados que están muy lejos de prevenir la obesidad.

El caso de NutriScore es especialmente sangrante por dos motivos. En primer lugar, porque el algoritmo recompensaba alimentos de dudosa calidad frente a otros reconocidos como esenciales en la dieta mediterránea. En otro lado, porque Consumo adoptó este sistema sin dudarlo a pesar de las críticas de sectores agroalimentarios clave, que lo ven como un ataque a sus intereses.

Desarrollado por investigadores de la Sorbona de París con el apoyo del Gobierno francés, NutriScore es un sistema de etiquetado frontal que utiliza colores y letras para evaluar las cualidades nutricionales de los alimentos. El problema es que el algoritmo utilizado otorgaba mala puntuación a productos como el aceite de oliva virgen extra o el jamón ibérico mientras que otros, como los cereales azucarados o los refrescos, obtenían mejores calificaciones.

De hecho, los grandes beneficiados de este sistema eran, cómo no, los grandes conglomerados empresariales de la alimentación, dos de los cuales son franceses. Holanda y Alemania, con capital en estas multinacionales, también adoptaron este etiquetado. En el caso español es preocupante ya que, sin aparentes intereses comerciales de por medio, abrazó este sistema a pesar de ir en contra de los intereses del sector.