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La periodista Berta Rivera, autora del ensayo 'Maleducados'

La periodista Berta Rivera, autora del ensayo MaleducadosCedida

Entrevista a la autora del ensayo Maleducados

Berta Rivera: «Ahora los estudiantes están menos dispuestos a esforzarse, y eso que cada vez se les exige menos»

«La educación debe formar ciudadanos capaces de pensar por sí mismos, no profesionales de ninguna clase»

«¿Es la educación que se está impartiendo la más adecuada para las próximas generaciones?». Esa es la pregunta que se hizo Berta Rivera, y que intenta responder en su ensayo Maleducados (Editorial Sekotia).

Para la autora, la educación no es solo el pasaporte para un empleo o una vida mejor, sino la herramienta que luego nos permita activar un pensamiento crítico y despierto para sacar la cabeza a flote en esta época de populismo y desinformación.

A su vez, Rivera reclama el papel activo de los padres y las familias en la educación de sus hijos, para compensar así las carencias cada vez más evidentes del sistema educativo: «Todo lo que gira alrededor de los niños viene trufado de ideología. Si los padres logramos recuperar el hábito de la lectura y de hacer planes con nuestros hijos, ampliaremos su universo intelectual, que es cada vez más pequeño», dice en esta entrevista para El Debate.

–¿El problema de la mala educación es responsabilidad de las leyes educativas, del sistema educativo en sí o algo compartido con padres y familias?

–Con el ánimo de ser justos, cabe repartir la responsabilidad, aunque no a partes iguales, entre todos los actores del ámbito educativo –de los políticos que han hecho y aprobado las leyes de educación a los padres y familias pasando por el profesorado– pero lo cierto es que eso no es lo importante; lo verdaderamente importante es qué podemos hacer hoy, ya mismo, para salvar a nuestros hijos del desastre que supone una mala educación y en ese sentido cabe señalar a los padres, no como culpables de nada sino como los únicos que pueden, a día de hoy, luchar de forma activa y efectiva contra la mala educación.

-¿Le estamos edulcorando demasiado la realidad a nuestros jóvenes y eso provoca un peor resultado académico?

–Provoca algo peor que un mal resultado académico, de hecho el mal resultado académico es fruto más bien del constante descenso del nivel de exigencia que hace que los niños cada vez necesiten esforzarse menos y estén, en consecuencia, menos dispuestos a esforzarse; la consecuencia directa de la sobreprotección –que eso y no otra cosa es edulcorar la realidad– es que los niños no entrenan habilidades como la resistencia, el esfuerzo, la resiliencia… porque no las necesitan y, para cuando llegan a la adolescencia y la juventud, carecen de ellas, de ahí su alta capacidad para frustrarse y su baja capacidad para soportar un fracaso y pelear por un éxito.

–¿Qué factores pervierten la calidad de la educación y el sistema educativo?

–El primer factor, a mi modo de ver, es el excesivo pragmatismo que se traduce en pensar que la educación obligatoria tiene que ir encaminada a formar a los jóvenes para que puedan ganarse la vida cuando eso es algo que se hace después, en FP o en la Universidad; la educación obligatoria debe formar ciudadanos libres y capaces de pensar por sí mismos, no profesionales de ninguna clase; entender que el colegio es algo a medio camino entre un patio de recreo y el lugar donde uno aprende algo que le sirva para ganarse la vida desfigura el ser de la educación y nos lleva a aceptar un sistema que penaliza el talento y el esfuerzo y que desprecia la lectura.

Berta Rivera, autora de 'Maleducados'

Berta Rivera, autora de 'Maleducados'Cedida

La baja comprensión lectora

–¿Cómo remediar el desprecio a la lectura? (El Informe PIRLS concluyó que los alumnos españoles continúan por debajo de la media europea en comprensión lectora)

–El problema del desprecio del que es objeto la lectura está en que no se entiende su utilidad, se acepta que leas si te divierte leer, pero, si no es así, no pasa nada porque no leas, al fin y al cabo leer no sirve para nada –nada en línea con ganarte la vida en el futuro–; lo que habría que explicar una y otra vez repitiéndolo hasta la saciedad es que no leer nos lleva a tener una baja comprensión lectora y una baja comprensión lectora nos lleva a no entender o entender mal un problema de física, el informe de un médico o las instrucciones de la lavadora; tener mala comprensión lectora es un hándicap para lo que quiera que nuestros hijos vayan a hacer en el futuro.

Ahora bien, se trata de un hándicap que los padres podemos afrontar y al que podemos poner solución ¿cómo? Poniendo el mismo empeño en crear en nuestros hijos un hábito de lectura que el que ponemos en que practiquen deporte o se cepillen los dientes después de cada comida; podemos negociar con ellos qué leer, también cuánto e incluso cuándo leer, pero no leer no puede ser una opción. Quienes tienen todavía niños pequeños lo tienen más fácil, si los cuentos forman parte del universo de ocio de los niños, si son un juguete más y si les leemos cuentos antes de dormir serán después menos reacios a la lectura.

–Los nuevos currículos desarrollados en la LOMLOE marginan las Humanidades y en concreto, la Historia. ¿Qué opinión le merece y qué consecuencias traerá?

–Las Humanidades se marginan porque no responden al enfoque pragmático de la educación obligatoria, pero con ellas no sólo se pierden conocimientos, que también, se pierden habilidades: las Humanidades (tanto la literatura como la historia y la filosofía) nos obligan a leer, a concentrarnos un rato más o menos largo en un texto, a ser capaces de extraer de él o esencial… todo eso se deja de hacer cuando se marginan las Humanidades lo que supone dejar de entrenar nuestra capacidad de razonar, resumir, extractar y memorizar; en el caso de la Historia el asunto es doblemente grave porque desconocer la historia es no saber cómo hemos llegado hasta aquí, cuáles han sido los grandes hitos y fracasos de la humanidad, los pequeños éxitos y errores de nuestra historia… eso nos llevará, explicado con trazo grueso, a creer como posibles cosas que ya se ha demostrado que no lo son.

–Los críticos con la LOMLOE argumentan que la ley ‘compra’ la nueva ola de moda de desarrollar competencias y habilidades a la vez que se desprecia el contenido o los contenidos? ¿Cómo lo ve usted?

–Que la LOMLOE desprecia el contenido es cierto, no hay más que revisar los currículos educativos, muy especialmente en Lengua, Literatura, Geografía e Historia y Filosofía pero no estoy segura de que lo haga porque se enfoque en el desarrollo de competencias y habilidades en lugar de hacerlo en la adquisición de conocimiento, más bien creo que lo que hace es sustituir parte del conocimiento por enfoques ideológicos; tanto es así que se llega a decir que los niños aprenden en el colegio a ser más feministas, más ecologistas… No creo que eso sea un buen plan y no sólo porque estamos manipulando a los niños al tratar con ellos temas complejos desde perspectivas únicas y sesgadas, sino porque renunciar al conocimiento, incluso aunque fuese en una medida pequeña, no nos lleva a nada bueno ¿cómo vamos a pensar en curar el cáncer o la diabetes, por poner ejemplos muy evidentes, si formamos a los científicos del futuro en un sistema mediocre que desprecia el conocimiento?

–¿Tiene la educación española un exceso de ideología?

–Creo que sí y lo peor es que no sólo es la educación, todo lo que gira alrededor de los niños viene trufado de ideología, ahora contamos ya, además de con el Ministerio de Educación, con uno de Infancia y Juventud; en todos los puntos en los que los políticos llegan a nuestros hijos hay ideología (en los colegios a través de las leyes de educación o de los panfletos que reparten los ayuntamientos, en el ámbito sanitario a través de las directrices que dan las asociaciones a los profesionales, en los centros cívicos, en las bibliotecas municipales a través de los libros que se ofrecen, en toda la oferta cultural, subvencionada en buena parte, dirigida a los niños…).

Y cabe señalar también el modo en que ahora todo parece girar alrededor de la tecnología, si nos fijamos en los debates educativos más relevantes hoy en día, la mayor giran alrededor de la digitalización de la educación y del uso de la tecnología (las pantallas) por parte de los niños pero no hay un verdadero análisis de lo que los niños y adolescentes han dejado de hacer para dedicar más tiempo a las pantallas ni de cuáles son las implicaciones de ese abandono, sólo se habla de cuán bueno o malo es que los niños usen pantallas y a lo sumo de a qué tipo de contenido acceden como si todo lo que han dejado de hacer, todo lo que les permitimos dejar de hacer, no fuera importante.

Creo que es precisamente ahí donde los padres tenemos una gran ventaja: si logramos recuperar el hábito de lectura y volvemos a hacer planes con nuestros hijos (desde ver juntos una serie o una película en casa hasta visitar ferias o museos de temas que les interesen o que a nosotros nos interese que conozcan y mil cosas más, no digamos ya si además podemos viajar con ellos…) estaremos ampliando el universo intelectual cada vez más pequeño y limitado en el que tanto el sistema educativo en particular como la sociedad en su conjunto mete hoy en día a los niños.

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