Educar en el miedo impide el acceso a la verdad
Una forma sencilla y muy fácil de entender la verdad es que la verdad es lo que necesariamente tiene que ser de esa forma
Algunos llaman educar en las consecuencias a lo que en verdad es educar en el miedo y a quien teme lo último que le interesa es la verdad. Frases como «si no estudias suspenderás» no despiertan atractivo en el estudio, sino más bien miedo al suspenso, como si se tratase de un fantasma que ronda al niño. Esto trae dos consecuencias: no se quiere conocer la verdad y se entiende el suspenso como el fracaso que además queda conceptualizado como algo de lo que huir.

No es que la frase «si no estudias suspenderás» sea falsa y que se deba evitar decirla en todo contexto. La frase es cierta y puede ser dicha. El problema está cuando esa frase y otras similares se convierten en un recurso que usa el educador para motivar al estudio. Seguro que algunos dicen que no está mal usarla como recurso, al menos como uno más, junto con otros más atractivos. Con ello, ignoran el problema de conectar esa frase, o ese estilo de frases, con la motivación. Miedo y motivación intrínseca, que es la que queremos que exista, se repelen como los polos de un imán. Paso a describir las dos problemáticas asociadas a conectar el miedo con la motivación.
Una forma sencilla y muy fácil de entender la verdad es que la verdad es lo que necesariamente tiene que ser de esa forma. No es verdad que el agua se congele a los 25º a nivel del mar, porque sencillamente no ocurre, el agua permanece líquida. De esta forma la verdad nos remite a la realidad, que es lo interesante de la verdad. Pero, quien teme no quiere conocer la realidad, sino que sencillamente quiere protegerse de la amenaza. La verdad pretende remitir a algo dado, objetivo, que se presenta ante nosotros: la realidad. En cambio, el miedo encierra en uno mismo y acaba haciendo que la verdad ya no interese por su referencia a la realidad, sino por el bien o el mal que implica para el sujeto y su bienestar pues lo primero es salir del ámbito peligroso al que se tiene miedo. Se ha hecho de la verdad algo subjetivo, pues la verdad acaba siendo lo que a uno no le amenace. La verdad ha pasado a ser algo meramente subjetivo.
El segundo problema que se desprende de la asociación entre miedo y motivación es que el fracaso queda asimilado a algo negativo y la gente sencillamente buscará huir del fracaso. El fracaso no solo ha quedado lleno de subjetividad, sino que genera prevención, porque fracasar acaba implicando que aparece una distancia o una ruptura interpersonal.
En ocasiones se oye decir que el alumno examina sus errores en función de si es más o menos exigente, cuidadoso o escrupuloso con su trabajo. La investigación no soporta esa afirmación. No es una cuestión de que la personalidad del sujeto sea más o menos detallista, sino de si el error ha sido significado (o no) como una distancia social. Es decir, de si se le tiene o no miedo al error. La investigación mostró que cuando el error era comprendido como causa de distancia social, el error no se estudiaba con independencia de si la persona era más o menos cuidadosa y escrupulosa. Cuando se otorga dicha valoración negativa social del error, los no concienzudos con su trabajo sencillamente van hacia adelante sin la más mínima reflexión, mientras que los concienzudos preguntan cómo se hacen las cosas, pero sin querer comprender el error. Por ejemplo, si el error es realizar unos cálculos, ante una operación errónea, en el primer caso (baja escrupulosidad y alta valoración negativa social del error) el alumno se lanza a hacer la siguiente operación con un actuar precipitado, mientras que en el segundo caso (alta escrupulosidad y alta valoración negativa social del error) el alumno quiere saber qué número toca poner para satisfacer al educador, pero sin entender el error ni la suma en sí.
Si el fracaso es visto como distancia social, la persona se bloquea ante sus errores. Les coge miedo. Y ¿Quién no fracasa en el planeta tierra? La gente acaba cogiendo miedo al vivir. Fracaso no es más que un fallo que evidencia que lo esperado o deseado no se encuentra en la realidad. Fracaso y éxito son muy coyunturales y ni el primero es malo, ni el segundo es bueno, pues no pueden recibir valoración moral. Que uno sea deseable sobre el otro también es coyuntural, pues el éxito es deseable en cuanto que permite la transformación de la realidad para el encuentro y el fracaso es deseable porque permite el conocimiento de la realidad. El éxito es indeseable si la persona se identifica con él, pues en tal caso la persona pasa a autocomprenderse como una cosa y de forma similar ocurre cuando la persona se asocia a su fracaso.
Por ello, al ligar el miedo con la motivación, la verdad pasa a ser una cuestión subjetiva y el fracaso algo que encubrir para no ser rechazado. Ligar miedo y motivación educa en el relativismo y en la mentira.
Repito, que si en una conversación surge la frase «si no estudias suspendes» (o tantas similares) no hay ningún problema. El problema aparece cuando se usa como recurso para motivar. Que si no se estudia se suspende es algo que muy pronto se evidencia. Luego repetir lo evidente a quien ya lo sabe es, además, tratarle de tonto. El alumno podría decir ¿Qué crees que no lo sé? Así pues, al relativismo y la mentira se le suma tratar al otro de tonto.
Pero, además el uso motivacional del miedo con frases similares a la comentada lleva implícito la idea de abandono, pues se transmite la idea de que el alumno es el único responsable. Se ignora que no iría mal que el educador se cuestione sobre por qué el alumno no quiere estudiar. ¿Quién ha dicho que el alumno sea el único responsable de no querer estudiar? Si el docente enseña de una forma desconectada con la realidad y el interés del alumno, es normal no dedicarse a tal proyecto. Luego además del relativismo, la mentira y el ser tratado de tonto sumamos el abandono personal al hacer al alumno el único responsable de su no-estudio.
El error necesita otro tratamiento. Si uno yerra porque tiene un tema personal que resolver, pues atiéndase. Si uno yerra porque la realidad supera lo que uno conoce de ella, que se alegre de que la realidad es bien rica y estudie tanto el error como la realidad.
- José Víctor Orón dirige Acompañando el Crecimiento y es el responsable de la Unidad de Educación Médica de la UFV