Tampoco era tan difícil...
Una pena que el presidente, la Casa Real y el líder de la oposición sean incapaces de tener el gesto elemental de felicitar la Pascua de la Resurrección a los católicos
Hace tiempo que me invade la creciente sensación de que nos están construyendo un país tontolaba. Una España donde se arrincona el sentido común y el respeto a nuestra historia en nombre de una empanada ideológica que ahora llaman «progresismo». Su fórmula magistral está compuesta por la suma de una atosigante corrección política y un izquierdismo victimista, envidioso, plegado al separatismo y que cuestiona incluso al hecho biológico del hombre y la mujer.
Esa pegajosa ideología acaba impregnando incluso a quienes son -o deberían ser- diques de contención frente a ella. A veces acaban sucumbiendo al «qué dirán», o al «no vaya a ser…», e incurren en detalles que decepcionan a quienes militamos en el Club del Sentido Común, dicho en el jovial sentido chestertoniano del término.
Un ejemplo ha sido la respuesta de algunas de nuestras autoridades ante la celebración de la Pascua de la Resurrección, fecha de júbilo supremo para los católicos.
La Constitución establece que «ninguna religión tendrá carácter estatal». Pero añade también que «los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones». Significativamente, los padres constituyentes citan la fe católica y no otras. La razón es evidente: era la ampliamente mayoritaria en el país en 1978 y lo sigue siendo. Amén de que está fortísimamente enraizada en la historia de España y en la médula e la Corona española, que en su asombrosa aventura de descubrimientos y conquistas mantuvo siempre un afán evangelizador, con el que extendió el credo cristiano por medio mundo.
España no es por tanto oficialmente católica. Pero es un país católico (y bastaba observar las calles y templos estos días, pues todo ese fervor popular no va de otra cosa que de recordar la muerte y resurrección de Jesús: no habría Semana Santa sin el misterio de la Cruz).
Lógicamente no se le puede exigir a nadie que sea creyente. Solo faltaría. Es algo íntimo y personal. Pero sí se le puede pedir que si ocupa una alta magistratura pública tenga presente la realidad de sus compatriotas. El Reino Unido es hoy, por desgracias, uno de los países más descreídos del mundo: solo el 35% de los británicos dicen creer en Dios. Pero por supuesto el rey Carlos III acudió este domingo a un oficio religioso, como otros monarcas europeos (aunque a él le va en el cargo como cabeza de la Iglesia Anglicana). También lo hizo el primer ministro, el laborista Starmer, que fue a misa con su familia.
Orban, Meloni, Trump, conservadores; el polaco Tusk, de centro; Starmer y Scholz, socialistas… todos felicitaron la Pascua de la Resurrección a los cristianos de sus países, como también lo hicieron Abascal, Ayuso y Almeida. Por eso resulta un poco penoso el estruendoso silencio al respecto de nuestro presidente del Gobierno, nuestro líder de la oposición y nuestra Casa Real (a diferencia de los años anteriores, los Reyes no acudieron esta vez a ninguna ceremonia relacionada con la Semana Santa).
¿A qué atiende ese desdén? ¿Qué pretenden con él? ¿Iban a ver mancilladas en algo sus figuras por haber tenido la elemental cortesía de emitir en sus redes un pequeño mensaje felicitando a los católicos? De Sánchez no cabe esperar nada. Pero los otros dos deberían darle una pensada, crean o no crean.
Si el PP, que todavía conserva en sus estatutos su apego al humanismo cristiano, desdeña a los católicos; si no promete en serio una rotunda bajada de impuestos, fortalecer el Estado desguazado por Sánchez, derogar la ley de amnistía y las normas sectarias de memoria, defender la causa de la vida, la iniciativa privada y la cultura del esfuerzo… Si no enarbola la bandera de todo eso, ¿qué es entonces lo que nos quieren vender? ¿Quieren ser un partido de centro-derecha o el PSOE de Felipe González? A este paso, Ayuso va tener que pasarse por Génova a impartir un máster...